domingo, 17 de agosto de 2008

Encuentro con Néstor Sánchez

Por Luis Thonis

El presente diálogo con Néstor Sánchez tuvo como punto de partida la publicación de su libro de relatos La Condición Efímera, Ed. Sudamericana, 1988. Me fue solicitado por un suplemento literario pero luego por motivos varios no llegó a publicarse. Data de febrero de 1989.

Ni Néstor Sánchez quería un reportaje convencional ni yo sabía cómo hacerlo. Ambos estábamos de acuerdo en que es un arte donde no debe evitarse el conflicto, que éste era preferible a la fusión adormecedora. La convención fue monástica: si uno podía escuchar mínimamente a otro, habría leña para el fuego. Este encuentro surgió de abdicar de la formalidad maniatada, sin abandonar por eso el orden retórico de los tópicos, para que un diálogo tenga lugar.

Cabe al lector adaptar las coordenadas temporales, el registro de las señas del mapa cultural del momento, inferir si estas voces que a veces intercambian sus lugares, permiten que pase algo de la obra diversa de alguien que desde su primera línea trazó-encontró-una frontera, un límite desde el cual atravesar esa “maldición escolar” a la que refiere: guardiana de mil caras de un malestar vencido una y otra vez en su escrito que se transforma en sinónimo y causa de un malentendido acérrimo para la “voluntad de consenso”.

L. T.

Néstor Sánchez nació en Buenos Aires en 1935. Publicó hasta el presente las siguientes obras: Nosotros Dos, Ed. Sudamericana, 1966, reeditada por Seix Barral, 1971; Siberia Blues,Ed. Sudamericana, 1967, reeditada por Seix Barral, 1972; El Amhor, los Orsinis y la Muerte, Ed. Sudamericana, 1969, reeditada por Seix Barral, 1972; Cómico de la Lengua, Ed. Seix Barral, 1973; La condición efímera, Ed. Sudamericana, 1988. Tradujo del francés: Nietzsche y el Círculo Vicioso de Pierre Klossowski; Muerte a Crédito de Louis Céline, además de poetas como René Daumal, Balzac, Maupassant y Cesare Pavese. Sus obras Nosotros Dos y Cómico de la Lengua, fueron publicadas por Ed. Gallimard, París en 1973 y 1977.

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Luis Thonis: Néstor Sánchez, tengo cierta hipótesis sobre su escritura. Pienso que hay una velocidad en sus frases donde reside la dificultad, el desafío de leerlo. No es que vaya rápido, en el sentido de correr. Es más bien lo contrario: la velocidad es la interrupción de un circuito, donde todo circula dócilmente. Ante todo, el de la lengua. Si el lector no capta el ritmo, el no reconocer los códigos habituales, puede dejar de leer. Habría que empezar por la música. En Siberia Blues está el jazz, y el tango. Son, por decirlo así, ataques diferentes.

Néstor Sánchez: En Siberia Blues trato de la memoria del cuerpo en relación a las mitologías populares: el jazz, el tango, la poesía, el baile, el turf. Las extiendo sobre una mesa de disección, como juegos de lenguaje. En mi último libro La Condición Efímera en el relato Adagio para Viola de Amore menciono a Telemann. En Siberia Blues hay una celebración y un homenaje al jazz en tanto improvisación profunda sobre un tema dado. Estas mitologías han sido condenadas a la ley de la entropía. Por eso en Adagio hablo de la historia invertida de una creencia.

L. T.: En la revista Innombrable en el 86 se publicó un ensayo de Liliana Guaragno que indagaba el motivo –más que el tema- del doble en su literatura. Lo vincula con la música, dice que cada vez que hay un cuarteto se produce la irrupción de un quinteto.

N. S.: Eso está muy bien. Pero no tuve ninguna intencionalidad. Si hay dobles en los Orsinis tienen que ver con la recurrencia.

L. T.: Por ejemplo, Heriberto Orsini encuentra, o recurre ¿en Donald Gleason?

N. S.: Sí, hay líneas de vida. Un intelectual tiene un espejo en otro, un gánster en otro gánster, un músico en un músico…

L. T.: Pero se cruzan: Heriberto es un intelectual y un gánster. Hay que estar muy atento y seguir en qué líneas deriva la ruptura de la identidad.

N. S.: Hay líneas indefectibles, definidas, del orden. Pero están las que responden a la fatalidad. En las líneas definidas es lo mismo ser cajero que albañil, o corredor. Son las otras las que aluden al drama de la individualidad.

L. T.: La fatalidad suena un poco al azar en las experiencias no definidas…

N. S.: Son líneas que responden a lo clandestino.

L. T.: En su caso, Néstor Sánchez, lo clandestino es algo fiel a sí mismo porque hay una estética. Pero puede ser el oficio más unilateral cuando se trata de determinar la marginalidad cultural, no hablo de la social. Hay cierto, mucha vanguardia que declama estar “fuera” cuando es notorio que está perfectamente ubicada como el cortesano en el ala del palacio. Recuerda la paradoja del barbero que no puede afeitarse a sí mismo. Abundan los “anti”, tanto que “cultura oficial” ha llegado a ser una expresión sin significado… con la chata jerga que cultivan no pueden estar en contra de nada…de la literatura tal vez sí.

N. S.: La antiliteratura es eterna. Por eso mi libro se llama La Condición Efímera. A diferencia de otros libros míos se escribe en torno a disyuntivas éticas.

L. T.: Yo voy a hacer un poco de historia, entrar en el terreno más prohibido de una franja de vanguardia. Aclarando primero que en sus años de ausencia en el país –de 1969 al 86- se aseguraba que estaba muerto. Alguna vez en una de esas reuniones de escritores para romper el conmovedor aburrimiento –todos, qué maravilla, estaban de acuerdo en todo lo que mencioné: casi todos dieron vuelta la cara, buscaban un apuntador ausente para preguntar quién es ese Sánchez, tal vez el padre de una precoz narradora. Bueno, yo también soy un malo por excelencia en esta vieja película, siempre la misma. Sigo con la historia. Su nombre a partir de los Orsinis pudo sonar junto a otros escritores latinoamericanos de lo que se llamó el “boom”.

Algunos publicaban en Seix Barral, estaban los elogios de Cortázar, dijo que Cómico de la Lengua era un milagro, incluso que usted había ido más lejos que todos ellos. Una palabra de peso, generosa y cierta. Pero usted da un giro: se dedica al estudio del sánscrito. En más de diez años lo único que llegó fue el reportaje de Héctor Bianchotti en la Quinzaine Littéraire, que publicamos después en Innombrable. Creíamos que estaba muerto: lo hicimos como homenaje. Me disculpo por eso… quiero señalar qué clase de clandestinidad se trata en su excepcional caso. Yo hablaría más bien de un anonimato que sucedió al amontonamiento publicitario del “boom”.

N. S.: No entiendo cómo pudieron meterme con los escritores del “boom” en las antologías. A mí Vargas Llosa me parece peor que Pérez Galdós. Dije entonces que los escritores del compromiso eran los más irresponsables.

L.T.: Ese tipo de opiniones fue otra contribución a la omisión total. Se puede o no compartirla, pero basta leer especialmente Cómico de la Lengua para comprobar que se trata de otra estética, inimaginable entonces, de otra respiración de la lengua.

N. S.: Estos escritores para mí representaban el momento más bajo de una lengua por su falta de relación con la poesía. Julio pensaba lo mismo. Lea lo que escribió en La Vuelta en Ochenta Mundos. Y por otra parte, que yo piense así ¿es algo tan grave?

L. T.: En esa época para el medio, sí. Y hoy también. Hubo alguien que se llamó Taine. Hoy está refutado, no lo mencionan por desconocimiento o vergüenza, pero reaparece siempre, hasta posmodernizado. Para él el medio lo explica todo y el sujeto refleja su ambiente. Un paso más y nos hallamos ante el positivismo descarnado: la supervivencia de la lucha por la vida donde triunfa el más apto, es decir, el que mejor se adapta, el que mejor hace deberes para el “eterno” dictum de turno. Por otra parte, usted no hace concesiones: parece que en esta época no se salva literariamente nadie.

N. S.: Rescato las primeras cincuenta páginas de Cien Años de Soledad. Ahí cuando se señala con el dedo hay cierto efecto de Génesis. Pero no hay llegada del lenguaje, quiero decir, a Márquez le falta una sensibilidad refinada para dar con el ritmo que esto exige. Se queda flotando, se ahoga, abandona la “soledad”, nos condena a otro siglo de novelas por encargo, entramos en la demagogia, la sensiblería, el fascismo…

L. T.: Sánchez… ese último epíteto es de tono muy subido. Suena a invectiva y hoy carecemos de un arte de la injuria. Va a ganarse nuevos enemigos, esto está bien, pero no van a decir nada, sólo añadir un san benito más a los otros, tantos que pesan sobre su obra.

N. S.: No es un insulto. Lo que ocurre es que hay fascistas tímidos. Devotos de arquetipos. El que sepa leerme entenderá qué estoy diciendo.

L. T.: A mí la palabra fascismo no me escandaliza. Pero me parece vago aplicarla a la literatura, incluso a la que se detesta. Pasolini decía que bajo diversas expresiones el fascismo era la religión de nuestro tiempo. Pienso que quien sepa leerlo interpretará –algo muy distinto a comprender- que hay cierto “fascismo” en el mercado. En el sentido que se está perdiendo, extinguiendo una forma específica de novela argentina que es posible leer en Arlt, en Cortázar, hasta en el mismo Viñas, además de lo hecho por las vanguardias del 70. Está siendo aplastada por las burbujas estereotipadas, enchapadas en el policial norteamericano y el cine correlativo: leemos pésimas traducciones en un tipo de novela que ha perdido el diálogo, el temblor del estilo, el conflicto, y en ese aspecto podría considerarse letal al ejercicio.

N. S.: En el fascismo la bestia en el poder es peor que un anarquista. Ya se sabe qué queda después de un anarquista… un poco de tierra para cultivar. Después de un fascista, en cambio, queda su cuenta de banco, la que decía no tener. No digo que sean “ogros”, eso es “filosofía”, mala literatura, lo son por sus buenas intenciones. Cuando éstas entran en conexión con una política cultural las consecuencias son aberrantes. Si esa palabra molesta, recordaré que más de una vez afirmé que la Argentina sufría una maldición escolar, esa gente refuerza eso…

L. T.: Quieren reeducar absolutamente todo sin…

N. S.: Quieren ganar plata como sea, nada más.

L. T.: En Cortázar yo admiro la primera parte de su obra. Pero están sus llamadas veleidades. El cayó en una de esas redes donde la necesidad de coherencia política puede llegar hasta diluir la ética.

N. S.: Julio fue leal, siempre. Tenía mucho miedo a la muerte y eso lo llevó a asumir la política como un adolescente.

L. T.: Usted le reclama a la novela una relación con la poesía ¿Tuvo en su obra en cuenta a algún poeta argentino?

N. S.: A Francisco Madariaga. En Siberia Blues le hago un pequeño homenaje.

L. T.: En su cuento Ley de Tres hay un hombre entre dos mujeres. Al leerlo pensé que se puede estar –iba a decir “tener”- con una, ninguna o mil, pero estar así entre dos, bueno, es el principio del fin de la aventura…

N. S.: Depende de la inteligencia de las mujeres. La mujer no inteligente es la mujer madre. En Ley de Tres lo que podría suceder queda en suspenso. Concedo que el dos es un número muy burdo. El tres en cambio es un número sagrado… la Santísima trinidad. Yo tengo la preocupación que la tecnología en avance va a tirar por tierra lo que queda de las religiones. Hablo de las computadoras, de los bancos de datos que están en Rusia y en los Estados Unidos. El marxismo siempre fue una teoría económica.

L. T.: Se postuló como filosofía dividida, creo, entre materialismo histórico y dialéctico. Habrá que pensar por qué derivó en una religión a veces alucinante, por ejemplo, Marx redujo al pueblo judío a una clase histórica, el pueblo-clase lo llamaba, o sea era sólo una categoría económica…

N. S.: Pero qué bueno es eso de Marx…

L. T.: Fue una reducción pero no hay nada en sus escritos -¿cómo escribe, no?- que justifique lo que el estalinismo llevó a cabo, me refiero a las masacres. Habría que indagar –aunque interese poco ya que no es temático, es un tópico, un lugar de discusión- si en los nudos de las vanguardias no prosiguen las llamadas guerras de religión aunque por otros medios. Piense en el lugar que la Trinidad tiene en la obra de Joyce, o cómo Kafka toma la ley del Antiguo Testamento, en el sentido literal de “edicto”… en cuanto a la cuestión judía…

N. S.: Nosotros los argentinos también somos judíos. Y los peruanos, los uruguayos, todos nosotros estamos listos. Somos un eco de lo que la física llama el quark. El testigo obligado del fenómeno.

L. T.: Quarks es un término que Gell Mann tomó de Finnegans Wake para denominar, no sin humor joyceano, a unas partículas que acaecen en millonésimas fracciones de segundo. En Joyce, quark, es un personaje no visto ni oído por nadie. Yo me acuerdo de otra palabra: “quaks”, uno de sus sentidos es “embaucadores”. Si testigo significa etimológicamente “mártir”: ¿no habrá martirios embaucadores? No creo que la satelización del mundo sea algo terrible, apocalíptico. La prueba de fuego es cómo las culturas van a evitar ser americanizadas totalmente, o caso de la Unión Soviética, rusificadas, como Polonia. Pero a su vez no caer en “fascismos”. Porque ante la a veces brutal modernización en ascenso recrudecen los fundamentalismos, intentos desesperados de recuperar una identidad perdida. En ellos la palabra suele coincidir con el código: sentencia a muerte a todo lo diferente.

N. S.: ¿Y China? A mí me interesa todo lo chino, incluso Mao. No deje afuera a los chinos que son muchos y enormemente correctos.

L. T.: En su literatura hay más de un toque de arte clásico chino. También está, creo, lo hindú. En su antológico -para mí- relato “Diario en Manhattan” de La Condición Efímera el narrador toma verbalmente la isla desde una posición “zen”, como si la escritura pulsara el temple del arco en esa ciudad eco, doble, “sostén” de Nueva York. Imperceptiblemente se oye la impostura sexual que trabaja la vida americana, la ausencia de estilo en primer término, es decir, la brutalidad, la liberación del boy-scout, la militancia homosexual, la voz del matriarcado, la segregación, los mass media que “llegan a producir el deber instantáneo de aullar”, todo el furor egoísta que no es incompatible con la tenacidad comunitaria, según escribe. Y se nota que no tiene nada en contra: atraviesa la isla desde lo singular…

N. S.: Sí, es el mito de la Isla contra mis propios mitos. El primero de ellos es el de la condición lumpen: ”Y si un imbécil se ríe es porque es el Tao”.

L. T.: Se detiene en las fruterías, abiertas día y noche. ¿Lo asombra que estén en manos de chinos?

N. S.: Los chinos conforman una isla en medio de la Isla. Un descanso de la usura, de los sacerdotes gigantes que rezan al dios Dólar, los altoparlantes. Los chinos son “reductos a contraimagen”, cito, el narrador aprende de ellos.

L. T.: Y transmite… se ocupa en detalle de los movimientos del cuerpo, a derecha, izquierda, descritos con minuciosidad, son como acordes, una música que va separándose de cuanto acontece, sin influir ese continuo plebiscito.

N. S.: Son ritos, oraciones, contra la mecanicidad del cuerpo. Propongo ahí la conducta como oración cotidiana, es una disyuntiva ética. Eso es lo lumpen: sé que esta palabra suena peyorativa, pero para mí es santa.

L. T.: Muchos escritores “antiimperialistas” caen de rodillas cuando pisan yanquilandia. Algunos hasta predican desde allá, a buen resguardo, la revolución. Otros transcriben la última película que llegó acá. Sarmiento en su Viaje descubrió algo que sería decisivo en su obra: que ser pobre allá no era un mérito. Usted habla del “lumpen”, alguien que no se explica para nada por la necesidad, tiene, en todo caso mucho más que ver con la libertad que esas figuras macizas, que parecen salidas de un pandemónium conductista. Creo que pocos escritores actuales norteamericanos hayan ido más lejos que usted en eso, salvo Thomas Pynchon, quien establece nuevas conexiones entre el dinero, la mierda y la Bomba. Es otro ilegible, en el Diario, por otra parte la cosa no tiene que ver con ideas, sino con ciertos circuitos, esos relámpagos interrumpidos de sus frases…

N. S.: A mí me interesó por un tiempo la literatura beatnik. Grinsberg escribió Kaddish, una oración fúnebre judía, que es uno de los mejores poemas en lengua inglesa.

L. T.: En otro relato de La Condición Efímera, Las Grandes Maniobras, la mujer dice que la desdicha es “un viejo asunto calumniante”…

N. S.: Eso no es distinto de algo que afirmó Nietzsche: que sólo quienes atraviesan un gran dolor tienen la posibilidad de la risa. Una escritura sin humor no tiene posibilidad, pero sin sufrimiento, cómo inventar el humor. Ahora dígame, usted, Luis Thonis, ¿cuántos universos hay?

L. T.: No sé. Giordano Bruno habló de infinitos mundos, lo quemó un tribunal véneto. Sé que la teoría del Big Bang trata de un estallido que sucedió… ¿hace 18.000 millones de años, no? Una detonación irreconstruible para la conciencia. Casi como el pecado original, tal vez más tenue…

N. S.: Eso suena antropomórfico.

L. T.: Dije el pecado original. No hay que confundirlo con otra clase de actos…

N. S.: Explíquese.

L. T.: En el pecado original Adán imita a Dios bajo dictado femenino. Ahí está la falta, irrepetible. Los que imitan a Adán, hablan del nuevo Hombre, etcétera, son adamitas. Jesús dijo que el hombre justo peca por lo menos siete veces por día, imagínese uno… por eso hay teólogos que hablan de la libertad de pecar; San Agustín dice que no hay que tener miedo de equivocarse, la lujuria para él no es algo tan grave como puede serlo la soberbia con la fanfarronería de los dioses cotidianos…

N. S.: No cambie de tema ni se alegre demasiado. El drama del Big Bang es que tiende a la entropía. Y la entropía significa el fin de las religiones, por ingenuas.

L. T.: Pero para que eso ocurra tienen que pasar miles de millones de trillones de años. Y, entonces, seremos ¿inocentes? ¿otra vez? ¿no habrá antes otra detonación, en otro agujero, esta vez, blanco?

N. S.: El hombre del futuro va a ser menos ingenuo. Se va a establecer el fin de todas las religiones, por geocéntricas. Ha de haber miles de millones de sistemas solares…

L. T.: Pienso que las religiones son diferentes y por eso no pueden terminar de la misma manera, como por decreto. También está la ética, ahí tampoco puede haber demasiado “progreso”.

Por ejemplo, quienes hoy éticamente se pronuncian contra la condena a muerte de un escritor dictada por el imán chiita aún si son ateos adhieren implícitamente a posturas éticas que se fundan en los mandamientos.

N. S.: A veces no queda sino atarse a una roca. Como decía Eliot: en una playa distante y a riesgo, agrego, que la roca se tome revancha.

L. T.: Otro relato de La Condición Efímera se llama Job. El Job bíblico vive más de ciento cincuenta años, el suyo está en el trigésimo año de su existencia.

N. S.: Desenvuelve un poema de Dylan Thomas, En memoria de Anne Jones, que fue su ama de leche.

L. T.: Pienso que en Job hay un reproche hacia el lenguaje. El purismo invertido se manifiesta cuando pregunta cómo de mujer puede nacer algo puro. En el fondo quiere ser inmortal, usted retoma eso, o es su arte el que me hace atribuírselo.

N. S.: Es que el hombre debería poder vivir trescientos mil años, sin escoria.

L. T.: Admiro su apego a la vida. Sé que lo que dice no es potencialmente imposible. Sé que morimos de desinformación: el ADN, que parece es imperecedero, no puede, como sistema recibir el mensaje de las células para que se regeneren, dividiéndose. O sea que se ha descubierto algo inmortal. Pero hasta ahora sólo se ha conseguido doblar, creo, la vida de ratones.

N. S.: Lo que dice es extraordinario. Los ratones, además, son los lúmpenes por excelencia.

L. T.: En todo caso le digo que la cifra hiperbólica que propone postula la inmortalidad de contrabando.

N. S.: Nada de eso. Yo ayer salí del vientre de mi madre. Esa cantidad de años es poca considerada en términos científicos.

L. T.: Usted, para recordar lo dicho por Cortázar, encuentra caminos nuevos, casi desconocidos en literatura. A propósito de eso me acuerdo de una frase casi proverbial, que quien se asoma a lo desconocido no puede ignorar. A ver qué le parece: “Los tontos toman los caminos que suelen evitar los ángeles”.

N. S.: ¡Qué hermosa es! Si me dice quién la escribió la pongo de epígrafe en mi próximo libro.

L. T.: La cita es de Burke, en sus Reflexiones sobre la Revolución en Francia, no me acuerdo de quién es, seguro no es jacobina. La vanidad es otro tema importante en su obra, su último libro se abre con una cita del Eclesiastés. ¿Qué le sugiere lo que dice un arrogante personaje de Jane Austen: “But vanity, not love, has been my folli?”

N. S.: Que suena bien, pero que no es así. La vanidad engendra vanidad, nada más. Y el amor locura. En toda experiencia amorosa profunda –y no sólo con mujeres- el organismo comienza a producir anfetaminas. El amor vuelve loco y si no es loco se vuelve loco. La monogamia es un criterio ético ante eso. El odio es inconcebible. Se necesita una enorme pobreza para odiar.

L. T.: No creo que se necesite mucho para eso. Una enorme pobreza ya habla de amor si recuerdo a Ignacio de Loyola. Hoy, además, no hay tiempo para odios personales, lo más abominado suscita tan sólo una etiqueta, o una bomba. Es una época de odio programado donde el otro no llega a tener un rostro. ¿Y los celos, están a medio camino? Me acuerdo de un personaje de Calderón que dice que ella no es sino “toda celos” y que Proust escribe como los celos suelen ser mucho más intensos que el amor.

N. S.: También está quien tiene celos de quien está celoso porque no siente siquiera eso… el odio programado es el más destructivo. Yo escribí el “amhor”, con h, porque sé que es imposible. Si querés algo mal te embrutecés. En La Condición Efímera digo que estamos realmente solos en medio de lo que amamos.

L. T.: Y con un uso de la imagen que cambia constantemente de plano y me ha hecho pensar en el cine mudo.

N. S.: La imagen, así, no miente. La palabra, en cambio, sí. La imagen nos condena a ser lo que somos.

L. T.: Hoy la imagen predomina sobre la palabra. Creo que ya no necesita mentir. Funciona a fuerza de electro-shocks. Pienso que en su escritura la condena se levanta cuando hay un encuentro en esas imágenes de cine mudo y su palabra, esto tiene que ver con los planos, con un arte de escuchar musicalmente el pasado desde otro tiempo irreductible de lectura. Además, esto es lo único que hoy permite subvertir el poder aplastante de unas imágenes que no quisieran interrupción alguna: dividiéndolas, he ahí el efecto mudo, que desconcierta el relato lineal, he ahí la línea auditiva, múltiple, son movimientos que lo dejan a uno sin reflejo donde protegerse, reproducirse. Ahí es donde comienza la lectura.

N. S.: Mi próximo libro trata de todo eso. Se llamará Redención por la Delicadeza. Y ahora para terminar quiero me permita un pequeño exabrupto: ya que el amor es imposible –digo-, ¿por qué no cerrar las puertas con cuidado?

L. T.: Hay en esa frase un cierto tono…profético?

N. S.: Espero que no. Los profetas eran enfermos graves. Es cierto que mucho más sanos que los que hoy quieren salvarnos.



Publicado en la revista Pierre Menard n° 1, año 1992

lunes, 11 de agosto de 2008

Retrato de un artista degenerado, por Bettina Bonifatti

Pececito rojo / con un cuchillo de tres hojas,
yo te apuñalo de muerte, con mis dedos,
yo te parto en dos

Del poema Los niños que sueñan, escrito e ilustrado
Por Oscar Kokoschka en 1908.
No es lo mismo hablar de crueldad que de violencia, de guerra que de genocidio. Cuando un discurso se construye en la negación de la excepción, algo suena en la cabeza de alguien, por ejemplo, un concierto, que no necesariamente magnifica la música sino que afina la formulación de un problema.
En esa división y muerte simbólica del poema Rojo Pececito, algo se abre. Rojo y cruel como muchas fábulas antiguas. Declaración poética.
Hablar de época nos sitúa en una cronología. En el arte también se puede hacer una cronología, con la salvedad de recordar que un tema se desarrollará menos según las circunstancias, que en virtud de una lógica interna: podrá desaparecer cuando todo le favorecía, o no alcanzar su mejor expresión sino después de largas aberraciones.
Jean Paris en su ensayo El espacio y la mirada sugiere tomar en broma la cronología sacrosanta de los historiadores y nos dice que obras parecidas aparecen en lugares completamente separados incluso varios siglos de distancia. Plantea que las estructuras de la imaginación no tienen mucho que ver con las coyunturas exteriores.
La ilusión de lo cronológico nos llevaría a creer, valga el caso, que el siglo XX se acabó al empezar el siglo XXI y que, embriagados de cambios, nos volvamos ciegos y cerrados a la permanencia. La devoción a la belleza también tiene contras con las que el arte puede tropezar. Hablo de los llamados “buenos sentimientos o intenciones”. André Gide dijo: “Con los buenos sentimientos se hacen las malas novelas”, refiriéndose a las intenciones morales o sociales que se comen cuadros y libros. Añadamos que con los malos sentimientos, tan solo, no se hacen mejores. ¿Y la pintura hecha con “malos sentimientos”? Es de la adulteración que se introduce por un elemento de intención moral o social que desvía la obra. Diferente es la indignación del pintor “degenerado” al que los nazis le secuestraron 400 cuadros. Responde.
Violencia es un término confuso. Da lugar a equívocos respecto del arte. No es lo mismo usarlo para denominar el vandalismo, la representación del mal en el arte, el body art cruento o la respuesta de un pintor ante los nazis.
El vandalismo designa la hostilidad hacia las artes, la literatura o las propiedades ajenas, llegando al deterioro o destrucción voluntaria de monumentos. En la historia, la destrucción de monumentos de un gobierno anterior ha sido también uno de los símbolos más significativos de la transición del poder. El término vandálico como adjetivo, fue utilizado por primera vez por un obispo en la Revolución Francesa para designar el comportamiento de las bandas, en referencia a los métodos despiadados de los vándalos en sus ataques al Imperio Romano.
La representación del mal en el arte, da a pensar en obras como La matanza de los inocentes de Beato Angélico o los cuadros de El Bosco. No tan lejos de nuestra época el pintor Francis Bacon, Eduard Munch y también Picasso se ocuparon, como tantos otros, del mal. También el cine, el comic, la fotografía se ocupan de reflejar la crueldad.
En el año 2004 se inauguró la muestra “Ejercicios de pintura cruel”, inspiración de un crítico de arte en obras agresivas, imágenes de crueldad, violencia y asesinato. La muestra estuvo en Turín, en un Palacio del siglo XVIII y compendió obras del siglo XIV al XX. Esta muestra se le ocurrió a un crítico de arte al ver un cuadro arañado por un espectador.
Las obras que representan el mal suelen ser dañadas, quemadas con cigarrillos, arañadas, o incluso provocar tentaciones de risa, cuando en vez de una figura fantástica y simbólica aparece el individuo.
Violencia al más puro estilo perfomance. Cabe distinguirlos de su surgimiento en EEUU relacionados con el arte Pop, y de otras líneas distintas de las perfomances. Luego de su decadencia en Estados Unidos y Europa es tomado con una categoría de denuncia. Este uso de la violencia estética plantea cuestiones entre la ética y la estética, en la que también podemos situar el accionismo vienés, que combina la perfomance, el happening y el fluxus. Hoy es en Europa la línea más cruenta del body art. Se trata en este caso del uso del propio cuerpo como soporte para intervenciones cruentas en el autodenominado anti – arte. Su lema es –o era con intención popular pero poca gente va dado que se trata de ver lo insoportable: redimir, liberar. Contiene planteamientos que sugieren una lectura fácil de Freud. Pero el hecho es que las mutilaciones en público se llevan a cabo con planteos psicológicos como “ataque a la sociedad burguesa” o “liberación de las represiones sexuales tanáticas”. Se pierde toda diferencia entre arte y política: la línea de separación ya no es conflictiva sino que se legitima en el contexto dogmático- ideológico del Mayo del ’68. Pero dura.
Lo catártico, el hacer visible el cuerpo como soporte de mutilaciones en quienes se sienten “reprimidos por la cultura” –cosa que Freud jamás dijo- en un “negarse a la mercantilización”. Una crítica a la religión y a la moral. Llama la atención el planteamiento de este sadomasoquismo como revolución. Cortarse las venas en público: imagen que escenifica el “accionismo vienés” en cuanto intento de acceder a una identidad cerrada sobre sí misma. Es curioso que este vanguardismo que se pretende transgresivo no sea ajeno a la filosofía que por la vía de preguntas por la identidad quieren retornar al Ser. No se le ocurre que éste es una falta, una irrisión, un chiste. Hay una creencia- superstición- en el Cuerpo y la Teoría. Son nihilistas que creen en el Todo y esto tiene consecuencias directas en sus lecturas de: Sade, Foucault, Nietzche, Bataille, Baudelaire, Rimbaud, Freud y Lacan, incluso Kafka. Esta “voluntad de nada” es algo diferente a “falta de voluntad”. Aparente “negación absoluta de los grandes ideales”, tanto de los clásicos -la felicidad personal- como los cristianos -la salvación- el hecho es que los límites internos son difíciles de precisar, entre la liberación sexual y la crítica feminista al cuerpo. El arte es usado allí como excusa para una militancia del lamento (que se nutre de su idea única como inextinguible) pero que en el fondo no son más que un intento de abrir aún más las heridas.

El grafitty merecería otra extensión, dado que se debate entre una forma de arte y el vandalismo.
Para terminar, la respuesta de un artista: el pintor Oskar Kokochka.
¿Por qué elegí uno solo? Porque eso muestra que en el arte y en toda época, no se trata de dar un rostro complaciente a los estereotipos de la cultura y que, ante la destrucción, la respuesta de un artista revela el valor universal que tiene a veces una sola experiencia.
Se me ocurrió al ver el cuadro Alicia en el país de las maravillas, en presagio del
bombardeo de Viena, y pensé que cabía la pregunta por la diferencia entre el
pintar indignado y las buenas intenciones estériles en el arte, que mencioné al
inicio.
Cuando uno se pierde busca datos, respuestas.
Kokoschka ante los nazis. Era otra época, aunque se puede decir, Freud ya escribía –no olvidemos que con la Gestapo en la puerta. Dos guerras mundiales. También hay que tener en cuenta la cuestión del caso por caso: este pintor se alista como voluntario en 1915 para salir de una infelicidad amorosa. Pero vayamos a Kokoschka: cuando en 1937 eliminaron de los museos alemanes las obras consideradas ejemplos de “arte degenerado” entre las que se encontraban cuadros de Kandinsky y Munch, o más aún: en ese mismo año cuando hace la primera muestra individual en Viena, son secuestradas 417 obras suyas y 9 de ellas son expuestas al escarnio público en la exposición itinerante del “arte degenerado”. Interesante es la reacción del pintor: pinta el conocido “Autorretrato del artista degenerado”. Es una respuesta aguda que vale por una declaración de guerra: les dice aquí estoy.
Hay que ver el cuadro de quien decía “Para mí, pintar es encender un fuego”. Metáfora incisiva. El vandalismo no hace metáfora. Tampoco es robo. El que mira y destruye sin sentir las punzadas de la responsabilidad, ¿será que no tiene nada que aprender?
Parece que el mismo Rodin, al darles vueltas contemplativas a las propias criaturas de su arte, le confesaba a algún admirador: “Méme moi, j’ai des choses á apprendre, ici...” Palabra que parece de vanidad y es tal vez de humildad profunda. Hasta Rodin tenía qué aprender, en sus momentos fríos, de sus aciertos casi inconscientes. Este es el casi en el que el arte opera con la pulsión de muerte. Por eso se dice a veces que en la obra hay una estrecha colaboración entre el elemento divino que, con diversos ropajes del Otro, contribuye al encuentro descubrimiento de las formas, el demonio familiar o el ángel de la Guarda, como se le llame a eso que no deja el real desbocado cuando lo simbólico no puede cubrir algo que lo excede. De la hoguera a las armas químicas, la época. Más cercana, la nuestra.
Nos marcó mucho la época en la que en todos los talleres de pintura circulaba una frase: “hay que poner el cuerpo” Y se olvidaba que la cabeza también es parte del cuerpo. No es cualquier olvido.
En cuanto a la Ley, los esfuerzos del Derecho Cultural, de la Legislación Cultural en la Constitución Nacional, las Declaraciones y Recomendaciones Internacionales, el Derecho de autor, La Propiedad Intelectual, hacen recordar lo que Freud situaba acerca de la violencia contra el Derecho definido como unión de muchos según determinadas normas en los conflictos de intereses entre los hombres. ¿Qué ligazones de sentimiento podría ejercer efectos contrarios a la violencia contra el arte? Freud planteó ligazones por amor o por identificación. También dijo que no es posible separar amor de odio.
Kokoschka amó. Pintó casi 100 años. Murió en 1980. Cuando uno ve sus cuadros hechos desde terrazas después se entera: padeció años de vértigo a causa de las heridas de la guerra. Se había jurado que si la muerte no se lo llevaba, si no moría en la trinchera, donde decía que oteaba como una rata, miraría y pintaría el mundo siempre desde lo alto.

Viaje a un territorio cero

Presentación de Maurice Georges Dantec

Se trata de un objeto literario no identificado. Y de una política planetaria impensable. Para el contexto de coloración castrotercermundista y metástasis afines que predomina en nuestra cultura- hoy desde la escuela primaria - la lectura de un escritor de la talla de Dantec es un desafío que toca el punto capital de un trance y hechizo generalizados.
Dantec ha sido presentado, al principio como un novelista de serie negra. Digamos que se las vio negras, con sonados problemas de censura, ni bien comenzó a reflexionar y dar sus opiniones políticas. Fue sacudido cuando participó como periodista donde contempló de primera mano la masacre étnica de los serbio comunistas en Bosnia, aludida en su novela La Sirena Roja. Ese genocidio que continuó en Kosovo no sólo fue posibilitado por los burócratas de la ONU y legitimado por parte de la izquierda francesa. Dantec sufriría sin duda una conmoción al ver que la prensa Argentina evitó mencionar a Milosevc como un viejo comunista titista que decidió la limpieza étnica tras la caída del Muro y el reclamo de autonomía en Bosnia y en Kosovo, presentándolo sólo como nacionalista. Algunos amantes del charlatán Eric Hosbswaum han llegado a hablar de una “nostalgia del comunismo” por parte de quienes sufrieron sus silenciados crímenes. A tal maestro tal lectura. Dantec considera a Hosbswaum el más fantoche de los historiadores y abunda en motivos. Dantec conoció y defendió a los Musulmanes bosnios, lo que descarta que su crítica al terrorismo islámico sea a todos los musulmanes. Ahí conoció de primera mano la actitud de la ONU, a la que desde entonces llama onuzi( en alusión a los nazi) y se ha transformado en un medio donde las dictaduras más aberrantes encuentran justificación( Cuba preside la Comisión de derechos humanos, recordando las tareas de Ceausescu cuando también lo hiciera).
Dantec, que formó parte de grupos de rock undeground y cuyos escritos teóricos están salpicados de referencias a la música pop, es un novelista inmenso, basta leer Les Racines du Mal y Villa Vortex.
Lo policial es parte de un tema cosmológico apocalíptico. Católico, pro americano y sinoista, Dantec ha abandonado la ciudadanía francesa, se ha ido a vivir a Canadá, Québec, sin duda afectado por la posición de la Francia de Chirak ante la guerra de Irak, que él sostuvo como un momento decisivo de la soberanía occidental contra la servidumbre voluntaria que se apoderó de gran parte de Occidente. Esto, en un país como la Argentina, cuyo Congreso aplaudió estruendosamente a Fidel Castro en mayo de 2003 y apenas tomó noticia de los atentados de la Embajada de Israel y la Amia, puede sonar a mundo al revés. Nunca la prensa argentina se preguntó por qué los pueblos del Este que han ganado duramente su libertad le dieron un entusiasta recibimiento al presidente norteamericano. Para Dantec la esperanza en el destino manifiesto de los pueblos está dada por los que han ganado su libertad ante el nazismo – Inglaterra, Estados Unidos- o contra el comunismo como los pueblos del Este. Son los mismos que a ahora enfrentan la expansión del fudamentalismo islámico.
Lamentablemente, nuestro país nunca ocultó su simpatías con el Eje en tiempos de Perón, Estados Unidos es uno de los nombres del Mal y el Che Guevara que quiso extender el régimen de La Habana a todo el continente es considerado un héroe.
Dantec piensa que en Occidente uno puede ser quienquiera, menos judío y cristiano. Los posmodernismos y desconstruccionismos han caído en un aberrante pacifismo que muestra gran parte de la izquierda simpatizando o justificando el terrorismo islamita como no hace poco lo hacía con el hecho político más silenciado del siglo veinte: el Gulag y sus satélites.
Las implicaciones para una cultura castrotercermunista como la Argentina son altamente disonantes.
Dantec no oculta sus posiciones políticas: quiere que el gobierno del mundo en el sentido de Nietzche esté en manos de la civilización judeo - norteamericana antes de que en la de los herederos de Hitler, Stalin o los terroristas islámicos. Ataca con sarcasmo inusitado los ideales del europeo del siglo ventiuno, hijos del pacifismo a ultranza que no supo parar ayer a Hitler en Munich y que en los ochenta declaraba “antes rojo que muerto”, prefiriendo una dictadura de tipo soviético a morir bajo sus ojivas nucleares y hoy es capaz de arrodillarse ante el wahabismo con tal de seguir viviendo del estado universitario global que expande sus estereotipos antiamericanos al mundo mediante el patético cuento de los pueblos oprimidos. No se trata de incitar la lujuria de Marte. Hoy la gauche de la gauche está escandalizada porque Sarkosky ha dicho que ganar la guerra en Afganistán es algo decisivo para la libertad que Francia siempre dijo defender de palabra. Con lo cual se inscribe en el camino de las revoluciones antitotalitarias que se inicia con la resurrección húngara de 1956, se continúa entre otras con la Primavera de Praga de 1962 hasta la caída del Muro y hoy en procesos que han dado lugar a las revoluciones democráticas en Georgia, Ucrania y Kirguistán, apoyadas por Estados Unidos para construir estados independientes ante el neozarismo mosovita, el retiro de las tropas sirias del Líbano y el apoyo a Filipinas ante el terrorismo de Abu Sayyaf, a los intentos de democracia en Afganistán e Irak que apunta a contaminar a los pueblos de las petromonarquúas y ha hecho retroceder a Irán o neutralizarse a sí misma a Corea del Norte.
Hago estas precisiones porque sin un mapa del mundo actual no puede entenderse una línea de lo que escribe Dantec.
Para él la expansión del imperio americano- vía coaliciones como la OTAN – es la última posibilidad de soberanía occidental que queda como salvaguarda de los valores del cristianismo y el judaísmo. El resto son nihilismos de distinto tipo en perpetua metamorfosis. Insiste en diferenciar, con ecos de Arednt, la Constitución norteamericana fundada en la Libertad Soberanía en relación a Dios, de la francesa fundada en una comunidad republicana, jacobina, napoleónica socialista, ajena a la libertad soberana y siempre oscilando entre petanismo y socialismo, o gauche de a gauche. Francia es en cierto sentido EEUU pero sin el Pentágono, sin la CIA, sin Hollywood y sin una constitución soberana basada en el Dios bíblico.
Esto explica mucho mejor que cientos de sofismas el odio injustificado de los intelectuales por EEUU, mucho menos que el odio argentino, por ejemplo, ya que EEUU liberó París y apoyó dictaduras en América Latina. Es por eso difícil que se lo capte en una cultura instruida en el guevarismo rosa de los setenta y que desconoce por completo las luchas del mundo actual, las traduce a esa vieja y ya errada imagen de lectura. La consecuencia es un sujeto zombi y terminal. Todavía se toma en serio a un Eduardo Galeano, viejo apólogo de Castro y otros déspotas de izquierda, cuando Cuba realiza una mínima apertura comercial en vez de reconocer el fracaso de esa economía fantaseada por décadas por Galeano y la runfla tercermunista, se muestra seriamente preocupado ahora por la globalización de la hamburguesa, nos dice que el consumo actual es peor que una dictadura de Partido Unico, es decir, que los chicos tomen Cola Cola es algo más grave que el exterminio de ocho a doce millones de individuos llevado a cabo por Stalin en Ucrania del que seguramente no se ha enterado ya que tiene el descaro de citar a Eric Hosbswaum como una fuente fidedigna.
¿Quién tiene la culpa de los niños, otros, inexistentes, que mueren de desnutrición en La Quiaca, el “imperialismo” o la clase dirigente argentina que comparte su lectura del mundo?¿ Se ha enterado Galeano de que el compañero Chávez le presta a la Argentina a tasas anuales del 15,3%, o sea 10 puntos más que el abominable FMI y que iguala las cifras del megacanje de Domingo Cavallo en el 2001, considerado una usura de la peor especie?
Cavallo con el megacanje – forma lamentable de endeudamiento pero en el año de la peor crisis argentina – se ha ganado un museo de ignominia, Chávez, que nada en petrodólares, y cobra a las mismas tasas aparece como generoso y gran hermano bolivariano, que sienta un precedente gravísimo para alguien que se digne prestarle a Argentina. La Coca Cola y las hamburguesas desvelan a Galeano más Zimbabwe( cuya inflación llega a 10.000 por ciento por año y Corea del Norte, estados marxistas leninistas donde se han realizado sus ideas de justicia social donde mediante el genocido, el terror y la hambruna se ha asesinado a millones de personas con las armas a la que se destinan los fondos de ayuda humanitaria..
Hay que dejar de lado las deyecciones de este tipo de pensamiento para poder leer a Dantec, autor de libros peligrosos..
Habría cierta conexión entre las posiciones de Dantec y los pensadores norteamericanos llamados conservadores – los discípulos de Leo Strauss que han influido en la administración Bush – y que postulan que el mejor modo de combatir al terrorismo internacional es el “cambio de régimen”, es decir, instaurar o favorecer las democracias en países como Afganistán – que estaba en manos de los talibanes – o en el Irak del siniestro Saddam Hussein y que la guerra puede ser una solución política cuando son imposibles el diálogo y la diplomacia.
Dantec va más lejos, admira la constitución norteamericana – la lee con los ojos de un De Maistre – y ve en Estados Unidos una sociedad orbital, en cierto sentido una civilización fuera el mundo, en términos de futuro y en cuanto al pasado la posibilidad de liderar un nuevo imperio constantinano, en memoria que fue vencido por los turcos mediante la toma de Constantinopla.
A mi entender gran parte de los repudios y los odios que ha suscitado se debe a su apoyo y admiración por el Estados Unidos posterior al 11 de septiembre que por primera vez pasa a la ofensiva( en la guerra fría tenía que disculparse por existir) y tiende a instituir un polo de soberanía occidental, con el apoyo del Viejo León Inglés. En ese sentido, la lucha de los aliados continúa pero también hay un bando de la paz, que divide al Oste y donde militan los resentidos nostálgicos del Muro, agrupados en Le Monde Diplomatique ( el sostén teórico vía Eric Calcagno del eje Castro, Chávez, Lula para América Latina que se quebró porque Brasil no aceptó esa política suicida como la Argentina) y todos los ismos posmodernos, desde los ecolo nazis hasta los nazi trostkistas, según suele describirlos en su afilado arte de injuria.
Dantec ha escrito que “no hay nada más inimaginable para un Francés ateo, republicano, deicida, que alguien que se reivindica cristiano”, es decir, que para el francés medio, democrático, progresista( que no dista mucho del progre medio argentino) no está en condiciones de entender a Bush en tanto representa la América profunda, la América cristiana y se burla de la posición francesa que quiso “desarmar” a un dictador del tipo de Saddam Hussein mediante un volumen de poesía de Dominique de Villepin. Más si toma en serio a los Hobswaun, los Chomsky y los Edward Said, capaz en su antinorteamericanismo de encontrar exotismo en un estado genocida como Sudán, donde los fundamentalistas islámicos asesinaron a un millón de cristianos para continuar la masacre con los negros africanos...para la lógica de la gauche es imposible que musulmanes asesinen musulmanes. Dante ha criticado la propuesta moralizante que tuvo Chirak como una política mezclada con el oportunismo. Estados Unidos, en cambio, mediante la guerra intenta reconstituir el espacio de Medio Oriente y las naciones con las cuales habrá de dialogar : ese diálogo comienza con la guerra y los pueblos , empezando por el iraquí tendrían que poder hacer escuchar su voz - algo han dicho cuando dieciséis millones fueron a votar contra la amenaza de los decapitadores - y esos pueblos “nos despreciarán, pues se desprecia siempre a aquellos que no hacen nada” y que “hace treinta años que Irak extermina a sus pueblos con gases químicos de nuestros amigos Los Bolches, con los Mirage franceses..”.
Para Dantec, Francia murió en 1940, el resto es negacionismo y antiamericanismo. También es cierto de que ama esa cultura del cual es con otros llamados neoracs por el progresismo cuya buena conciencia se contenta leyendo las lucubraciones tranquilizantes de Thierry Meyssan. Dantec recuerda que en Estados Unidos todas las religiones tienen derecho de ciudad y que no son pocos los musulmanes que dejaron us país de origen para instalarse allí y que la América cristiana de Bush “es más capaz de llevar a cabo un diálogo con los musulmanes que este país ateo, que se llama a sí mismo democrático, Francia, que se caga totalmente en los musulmanes y en los Arabes.”
Dantec vislumbra el corto plazo de la política francesa: Chirac apuntando al Nobel, Villepin cuando lagrimeó alejandrinos ante las ruinas de las Torres Gemelas. Para su suerte no conoce la Argentina donde Hosbawum es tomado en serio por la camarilla estalino populista, con peones como Pigna o Laclau e ignora que la guerra de Irak fue utilizada por los legitimadores del latrocinio Duhalde-kirchnerista( la pesificación asimétrica y el canje de la deuda, que trató como buitres a ahorristas y jubilados, además de bonistas italianos) robando desfachatadamente a los trabajadores en nombre de la causa nacional, lal que escucha a gusto las canalladas como las de Saramago antes de leer a Lobo Antunez y sus descripciones alucinantes de la interminable guerra de Angola, otra de las matanzas interminables de los afrocomunismos, que hacen pensar en los millones y millones de muertos en este continente pasados bajo silencio con la arbitraria publicidad- antijudía y antiyanqui -de las dos mil y pico de víctimas del conflicto palestino- israelí, donde los niños judíos aunque vuelen por el aire no pueden ser víctimas. Su toma de partido a favor del capitalismo postliberal está lejos de ser una apología. Propone un proceso metacrítico, mucho más generoso que las mismas obviedades que pasan por “crítica” ya que pasa por la física cuántica, las indagaciones actuales sobre la dark energy y un estudio de las formas de soberanía donde la constitución de Estados Unidos ocupa un punto de referencia capital.
Lo que Dantec dice es que la crítica – la verdadera – de este capitalismo de tercer tipo( un capital que asocia a formas de la guerra y a las literarias, a su literatura transficcional) supone la demolición previa de todas las utopías socialistas. Algo que quien escribe emprendió hace más de treinta años y todavía tiene vigencia en la Argentina donde se piensa el capital como de primer tipo, en la fuerza de trabajo y el “capitalismo productivo” se logra mediante la africanización de la economía y se cree todavía que a fuerza de subsidios se harán bajar los precios. En la Argentina un precario Keynes es actual, y en versión populista. Razones por las cuales autores de este tipo no sólo peligrosos sino ilegibles.
Está demás decir que no comparto todas las posiciones de Dantec, por ejemplo, en cierta esperanza que parece tener en Rusia, la de Putin. No basta que sea Occidental y se oponga al terrorismo islámico. Creo que quienes hoy postulan una democracia global con las mejores intenciones olvidan que esta será difícil mientras existan estados como Belarús – donde la KGB en manos de Lukashensko hace la vida imposible a los polacos sigue oficiando como en los tiempos de Stalin- y el silencio sobre los estados terroristas o canallas. Pienso que si Estados Unidos y Gran Bretaña abandonaran la ONU a Cuba o a Irán y construyeran un dispositivo soberano que defiende las libertades y los valores judeo cristianos, a los que se sumarían países como Australia, Nueva Zelanda, Canadá, países católicos como Italia y España, además de todos los pueblos del Este y otros, Filipinas, Japón, Tailandia, la India…la mayoría de los intelectuales franceses junto a sus dobles argentinos llorarían lágrimas de sangre y de ira acusándolos de imperialistas y criminales contra la – buena – humanidad de China, Rusia, Belarús, Cuba…es que a los ideólogos nihilistas de la no soberanía se les acabaría el obsceno negocio de los pueblos oprimidos.
Escritores como Maurice Georges Dantec se cuentan con los dedos. Miserables críticos literarios han tratado de desprestigiarlo de todas las maneras posibles, llamándolo loco, fascista, nazi….pero basta leer una página para desbaratar tanta garrulería…es que hace saltar a pedazos las pequeñas miserias del hombre terminal nuestras sociedades, totalmente democratizado, nivelado, pacificado, concientizado y a la espera de un nuevo Amo que firme definitivamente – como ayer los Stalin y todavía los Castro – el decreto de a muerte de las libertades y de Dios.
Estoy seguro que de tener la cuarta parte de su valor- ya que no la de su talento artístico que es incomparable con las deyecciones en circulación- nuestra civilización y nuestro país ( que sufrió dos tremendos atentados por parte del terrorismo islámico y no los consideró actos de guerra) no padecería niveles tan altos de inflación abyecta .
No se trata de hacer la apología del capitalismo liberal, al contrario, pero su crítica debe comenzar aceptando que es producto de una evolución compleja – de libertad artística, técnica y científica – y no puede reducirse a la hamburguesa charlatantes profesionales como Galeano que trabajan en función de lo peor. La crítica al capitalismo liberal debe comenzar ante todo por la demolición sistemática de las utopías totalitarias, el marxismo leninismo y el castrotercermundismo entre ellas, todavía vigentes. Orwell decía que la primera tarea del hombre de izquierda era criticar al comunismo y sus silenciados crímenes. Dantec a mi entender no es de derecha o izquierda: habla desde un territorio cero, ahí donde cesa toda energía y comienza a sacudirse el termodinamismo del mundo Light. Y no es volviendo a lo que queda de esa utopías, a lo Chávez, ni suprimiendo el consumo, que ser resolverá el problema porque esta crítica ya es parte del “sistema”, no se cansa de ser celebrada y premiada.
Los textos traducidos han sido publicados en Laboratoire de Catástrofe Géneral entre el año dos mil y dos mil uno, un diario metafísico y polémico que anticipa muchas de las catástrofes venideras, empezando por el ataque a las Torres Gemelas, en su análisis crítico de la pasiva política exterior de Clinton, una obra de más de setecientas páginas, que continúa en American Box, otro denso volumen que hace eco en Estados Unidos como laboratorio del mundo. Luis Thonis

Ultima ofensiva estalino- revisionista antes del fin de siglo: es, no cabe dudarlo, Le Monde Diplodocus([1]) que se libra a esta abyecta tentativa. Cierto Eric Hobsbawm, octogenario propagandista del “comunismo con rostro humano”, se libra, con el abrigo de la reputación de “serio” y con la objetividad de la revista del MM Ramonet, Halimi y Petrella, a la más inmunda operación de trucaje histórico, que en Francia ha visto el día luego de la época tan repudiada donde las ediciones sociales publicaban las obras del padre Joseph Djougatchvili, de M. Jnadov, o del “profesor”Jean Kanapa. El título de su libro es en si un programa: La edad de los extremos.
Me falta lugar, y una forma de decencia me prohibe explicar a mi manera las perlas de esta obra, hojeada en una librería en una pequeña media hora, es toda una joyita de exposición.
Para no citar sino un ejemplo, que creo de entrada sitúa el nivel de este enorme pensum ilegible( ¡novecientas páginas de mentiras apretadamente escritas !), tengo que informar a los lectores que el período que ha transcurrido entre 1945 y 1973 no es nada menos que según el cerebro reblandecido de este apparatchik - filosófico, la edad de oro del siglo veinte !
El Gulag, el bloqueo y el muro de Berlín, la sangrienta represión de Budapest, de Praga o de Varsovia, los delirios de Causescu, de Kim Il Sung, de Castro o de Pol-Pot, el genocidio afgano, la Revo Cul en la China Pop, brevemente, este aniquilamiento, este aplastamiento planificado del pensamiento del cual Hobsbawm es hoy uno de los pesos pesados sobrevivientes, fue el efecto el grado de cumplimiento terminal de sus funestas ideologías, y encuentra un eco singular en nuestros jóvenes demócratas humanitarios que fumaban sin duda el primer porro cuando el Muro se desplomaba sobre la música de Pink Floyd, y que ahora lamentan no haber conocido los encantos del régimen de Eric Honecker.
Ah, Stalin-Krouskev - Breznev en la santa trinidad de la lucha de clases, el malvado Satán americano y la economía de mercado liberal volcados al oprobio de este achacoso que anuncia aquí tantas contra- verdades como las que ha profesado a lo largo de toda su larga existencia inútil de universitario social – positivista. Los tiempos eran propicios cuando bastaba decir “75.000 fusilados” o “Pablo Neruda” para que todo el mundo caiga en silencio, ah, reconozcámoslo, este fue para mi, un placer perverso como si al leer esta obra sórdida hubiera captado la esperanza enferma que ha envenenado el siglo, y sobre todo por que sus viejos zopencos intentan siempre sea como sea reconstituir la armada roja de la mentira, ahora que los ficheros del Gulag están abiertos y que hemos podido hacer las cuentas( en la edad de oro del comunismo,1945-1973 : alrededor de 40 millones de muertos),ah, sí, ¿como no comprender un poco su desarrollo y sus pataleos histéricos, nosotros que danzamos en las ruinas de sus ideales murallas?
¿Por qué obstinarse tanto en vendernos tal canallada? ¿Qué es lo que empuja a ciertos hombres a rechazar y admitir la más terrible evidencia? ¿No se ha esperado mucho tiempo después del juicio de las abominaciones nazis para cuestionar esto que fue sin duda el estadio último de la abyección?
Permitidme decir que no se esperará más, la prueba está dada, para “criticar” las verdades del comunismo, que son, como cada uno sabe, “relativas” según nuestros “puntos de vista” y que ellas no han nunca pasado por la Corte.
Triste fin del siglo dominado por los “pensamientos” humanitarios de animadores de radio – televisión confundidos de ingenuidad, siempre en el registro del eufemismo.
Al mismo tiempo, nunca el cinismo y la cortedad de miras habrán gangrenado tanto a las democracias occidentales.
Como lo ha observado justamente Benoit Dutrizac en el Ver de esta semana, es tiempo de oponerse con todas las fuerzas a los Estados centralizadores burocráticos, cuyos excedentes presupuestarios son los nuestros, ¿hay necesidad de recordarlo?
Si Québec ha elegido dotarse de un sistema de asistencia social humanitario optando por una sociedad de tipo estatista donde los “programas sociales” son gerenciados por una informe máquina burocrática, está en su derecho, pero es también su error. Si se piensa, como yo, que las burocracias de Estado son menos eficientes que las agrupaciones ad hoc de ciudadanos para hacer frente a este tipo de problemas, se está un poco acorralado. Pues, ¿por qué yo daría a este Estado lo que doy por mi propia voluntad a las formas de solidaridad social y comunitaria?
La huelga, asimismo parcial, del impuesto no es reconocida en ninguna parte como un derecho legítimo, y el fisco ha hecho de todo, gracias a la policía informática, para desembarcar en vuestra guarida de terrorista atarte de pies y manos.
Entre el estado humanitario y el ciudadano caritativo, mi elección está hecha desde hace mucho tiempo. Sin contar que es sin duda tiempo de elaborar una manera más eficaz para crear individuos a la vez libres y solidarios. ( De Manuel de survie en territorio zéro)

La caída del Muro de Berlín constataba, y contrariamente a todas mis expectativas, que la guerra contra la utopía socialista no hacía sino comenzar.
Lo que yo no había sabido ver era que en la época era el increíble fenómeno osmótico que trabajaba a Europa en sus profundidades, de Este a Oeste. En efecto, durante los años 1960 y 1980, en lo más fuerte de la guerra fría y del totalitarismo soviético, el conjunto de la inteligencia oeste europea había ya elegido su campo, que estaba en frente. Mientras que los disidentes rusos, checos, polacos, búlgaros, croatas o polacos combatían por la instauración de la libertad y la democracia en sus respectivos países, masas de manifestantes de izquierda en Francia, Alemania, en Italia, en Inglaterra exigían la partida inmediata de los misiles Pershing norteamericanos, sin decir una palabra de los SS-20 apuntados sobre sus cabezas, las nuestras sea dicho, y que clamaban ante todas las teles del mundo que era mejor ser rojo que muerto!
Así en 1989, cuando el Muro se abisma, luego de que las democracias euro orientales fueron liquidadas, nadie percibe que no se trataba sino de un fenómeno de adaptación y modernización de la dictadura, y que las repúblicas socialistas arcaicas, habiendo definitivamente contaminado con su ideología las democracias modernas( entre otras cosas gracias a que ellas compartían raíces comunes que al menos remontaban a 1789) , ahora podemos pasar al fin a la fase de la realización mundial del socialismo.
Pero la lectura de Le Monde se abre felizmente sobre otros espacios, menos nauseabundos, con sanas virtudes desodorizantes. El artículo sobre el ensayo “neocomunismo” de Ben Said se codea sobre la misma página con el comentario del último libro de Jean-Francois Revel.
Si hay un hecho indudable, es que Revel es propiamente detestado por todo lo que la izquierda francesa cuenta de universitarios bordivianos([2]), es decir, del 90 al 99% entre ellos. Hay otro hecho indudable y es que yo lo leo luego de un cuarto de siglo, alrededor de una vez por septenio y que fue uno de los autores que me ayuda a destornillar este mito fundador también de mi familia como la de toda la sociedad intelectual de la época, del socialismo como ideología de liberación de los pueblos y del hombre.
Lo que diferencia para siempre jamás el espíritu social utópico, de orígenes rousseanistas claramente identificables( Jean Jacques más Augusto Comte igual a Proudhon, más Hegel y Feuerbach igual a Marx), del espíritu crítico experimental “liberal”, ese que asimismo después de una multitud de experiencias de todo tipo de naturaleza, a todas las escalas, bajo todas las latitudes, en todas las condiciones, tuvieron lugar sin el menor éxito – y asimismo peor, ocasionando regresiones involutivas tales a sociedades que ellas no pueden sino esperar salir en años, y generaciones enteras sacrificadas por la terrible fuerza de inercia de las ideologías totalitarias -, y bien, tanto peor, eso no indica que la teoría esté infundada, que la metodología sea incorrecta, y haya errores humanos, pasemos luego a otra cosa.
Si el socialismo ha fracasado en todas partes, y siempre, y fracasará siempre y por todos lados, la prueba ha sido aportada cada vez que una de las experimentaciones delirantes basadas sobre el “socialismo científico”( como Allende en Chile o los sandinistas en Nicaragua, y como el neo ícono postguevarista de Chiapas que se propone reiterarlo con los indios mayas), que han todas, cada vez, acelerado la pauperización así como la corrupción generalizada y la criminalización de todas las sociedades donde ellas fueron conducidas, encerrándolas en un corset de tipo policial/profético paranoide.
Pero eso importa poco, conviene a todos esos nostálgicos, como parece notarlo deliciosamente Revel en su obra( el título es La Grande Parade), de resucitar la macabra farsa idealista de este pseudo materialismo decadente a impuesto desde hace más de un siglo a millones de cobayos que han muerto, y algunos otros millares, que, no se sabe cómo, lo han penosamente sobrevivido.

Lectura del libro de Revel. He comprado su obra esta mañana, cayendo por encima de Rena Bray, hojeé algunas páginas al azar y me fui directamente a la caja, con una luminosa sonrisa cubriendo mi cara.
Sana y revigorizadota lectura, o cuán refrescante, en este espacio intelectual a menudo ocupado por los negacionistas rojos de todo tipo de “sensibilidades”, y talentos, de Jean Francois Kahn, Daniel Bend Said, Régis Debray, Serge Halimi, Danielle Sallevane y Eric Hobsbawn( el de más bajo nivel), de los Harold Pinter. Günter Grass, Peter Handke, Noam Chomsky y consortes, todos citados stricto sensu por Revel, que osa por fin emprender el astillero de la verdad y hacer caer las máscaras, como aquella, obscena, de la ley Gayssot, o de ciertos juicios inicuos de la justicia francesa que, al encuentro de las leyes salidas de Nuremberg, ha osado estatuir que “ los crímenes contra la humanidad habían sido cometidos durante la Segunda Guerra Mundial”, comprended: de manera exclusiva, y por consiguiente un triste señor como un tal señor Bourdarel, capo torturador de un campo de concentración viet minh en los años 1950 – y miembros del PC, sostenido por toda la camarilla intelectual francesa en la época de su proceso iniciado por algunos sobrevivientes de los campos de reeducación de Ho Chi Minh, podría ser absuelto de los crímenes que había efectivamente cometido en la época ([3])
Ignoraba personalmente que la “Justicia” francesa – dirigida actualmente por Mme Guigou, cuyas competencias y convicciones humanitarias están resumidas en una frase lapidaria mientras las imágenes del genocidio en Bosnia llegaban en directo al mundo entero([4]) -, es decir, ignoraba que esta “Justicia” de puros bufones se había desviado hasta cometer un juicio que no solo ultrapasa sus derechos, sino más todavía viola directamente las cartas internacionales firmadas y parafraseadas donde ella asume no sólo respetar sus términos, sino además vigilar la aplicación bajo su suelo. Gracias a Revel, ahora yo sé. Llegará un tiempo, esperémoslo con todas nuestras fuerzas, donde estos “jueces” se encontrarán sobre los bancos de los acusados del Tribunal Internacional contra los crímenes del comunismo, como ciertos magistrados nazis lo fueron en 1945, en Nuremberg.
Como Revel lo nota con muchas citas, detalles característicos y sólida estructuración de argumentos, el comunismo y sus partidarios- luego de la publicación en 1956 por Kruschev del informe que evaluaba el alcance gigantesco de los crímenes del estanilsimo – han hecho de todo para que los fundamentos de la experiencia socialista colectivista no sean discutidos mediante el esclarecimiento de sus crímenes masivos, cometidos desde los orígenes por la revolución de los sóviets( y no a causa de una perversión tardía del único dictador-muy-malvado José Stalin), ni sobre todo por la más simple objetividad científica concerniente al estudio de los hechos en su conjunto: testimonios, archivos, textos de propaganda.
Jamás, nunca jamás hay que permitir que sea establecido el dato propiamente escandaloso para un “progresista” de fin de siglo: que el comunismo ha sido más homicida y totalitario que su concurrente nazi.
Aquí, en América del Norte, el negacionismo rojo ha encontrado su más brillante porta palabra en la persona de Noam Chomsky, lingüista reputado y de gran talento.
Chomsky no se contenta con defender el “derecho a la expresión” de los revisionistas pro nazis( él tiene “derecho” y estoy de acuerdo en ese punto), hay también que recordar que él mismo fue negacionista, puesto que se permitió, y se permite todavía, despreciando todas las pruebas acumuladas, negar la existencia de un genocidio perpetrado por los Khmers rojos en Camboya entre 1975 y 1979( y no le niego el “derecho”, sino simplemente la pertinencia, a su derecho preferiría que hubiera elegido un deber de inteligencia)
Aquí en América del Norte, el pensamiento de Chomsky es visiblemente la onda de toda una generación de panfletarios semanales que están en el embaldosado alto de los medias de la contra cultura como en la prensa “tradicional”, muy particularmente, se lo habrá adivinado, en las rúbricas políticas y culturales. Tanto que la ilegible suma de mentiras chekhistas emparentadas con este histrión de Hobsbawm ([5]) ha sido largamente, y con muchas variaciones ditirámbicas, comentada por absolutamente todos los cronistas literarios de la aldea( de Ver a Deber, de Aquí a La Presa)- todos los pequeños colabos descerebrados del orden rojo teniendo una visión “políticamente incorrecta” de los acontecimientos del siglo( qué irrisión y qué infamia)-, el libro de Revel no ha aparecido en ninguna parte, en el campo de visión de nuestros pequeños capos intelectuales y como lo hicieron sus pequeños primos franceses con el Libro Negro de Cortuois y Whert,([6]) y no hablo de los trabajos de Francois Furet que ya no es un “historiador creíble” como se sabe leyendo la prosa realista socialista del Mundo Diplo y la chatura de los escritos de Halimi ( que se toma por un nuevo profeta de la Revolución mundial contra el desorden mercantil), percibido aquí, en Québec, es para llorar, como el sostenedor de un “pensamiento” radical antiliberal. Radical y antiliberal, cierto, no se lo dirá jamás lo suficiente. Pero ¿“pensamiento”?...Leer a Halimi y su estilo de instructor mal desengrasado, es tener una vista panorámica sobre la nada de su pequeña ideología de Savonarola acartonado.
Revel hace la historia del negacionismo comunista con su estilo, tipo bomba H, como es debido. Recuerda cómo las inteligencias occidentales, confrontadas a la súbita y terrible verdad que el comunismo era tan absurdo e insuficiente que venía de abismarse de sí mismo, emprendieron tranquilamente su rehabilitación póstuma luego de la guerra del Golfo, luego de la disgregación de la ex Yugoeslavia, que fue imputada a los “malvados” nacionalistas croatas pro alemanes.
Revel nota con malicia la perfecta y terrible similitud de dos textos violentos antiglobalización aparecidos en las columnas de Le Monde el mismo día, hace poco, a propósito de la presentación en Seattle de la conferencia de la OMC. El texto de Krivine y el de Pasqua son casi intercambiables, ¿quién podría honestamente extrañarse? Los de Robert Hue y De Villiers, o de Le Pen, lo son también. No hay ninguna diferencia entre el reaccionarismo de derecha y su primo de izquierda. El estatismo nacional conservador y el estatismo nacional socialista son de nuevo reunido en su matriz original común: el despotismo pequeño burgués.
Revel recuerda el linchamiento casi físico, que sufrió el escritor mexicano Octavio Paz luego de que hubo afirmado hacia 1987 lo que los archivos de la KGB nos han enseñado de una fuente segura: que los sandinistas nicaragüenses, como los cubanos castristas, o el Chile de Allende, eran sostenidos directamente por los servicios secretos soviéticos, como los contras y Pinochet eran sostenidos por Estados Unidos, un propósito que no testimoniaba una parcialidad repugnante pero que le vale a Octavio Paz una campaña de prensa odiosa e histérica de toda la “izquierda intelectual” latinoamericana, campaña de denigración fanática y estúpida de tal nivel de las peores editoriales del Sturmer o de Pradva no habrían querido inspirarse, como si ella hubiera sucedido en un “Estado de derecho”, sancionada por la Ley.
Pero Revel va más lejos, y se atreve a infligir una regla fundamental y tácita que el mismo ckekista siniestro Gayssot no ha podido transcribir en el texto: la que estipula que está prohibido demostrar( por el simple análisis de los textos y las citas in extenso) que los principios de exterminación étnica son promovidos en tanto que tales en los textos de Proudhon, de Marx, de Engels, y por supuesto de Lenin, que está prohibido afirmar que el socialismo es en sus fundamentos mismos – el igualitarismo pequeño burgués sublimándose en mesianismo proletario – una abominación de espíritu, una pura monstruosidad invivible donde el absurdo puesto en práctica – en ese “socialismo real” que conviene no criticar sino al borde de los labios- no resulta ciertamente de alguna perversión exógena que lo hubiera hecho solapadamente cambiar de ruta en el curso de un proceso revolucionario, no, más bien es el contrario del hecho que recela en sus principios fundadores una auténtica enfermedad nacida de la Revolución burguesa y que suponía sublimar el cuerpo entero a cuenta de una utopía igualitaria.
No sé por qué oscura razón – no digo que por mecanismos de orden biológico o político- es el “liberalismo” mercantil occidental, burgués, racionalista y técnico que en adelante ha decidido cargar sobre su espalda el asno muerto de los iluminismos ideológicos socialistas. Por culpabilidad, por contaminación, por transversión de los valores, el capitalismo posmoderno, en adelante unipolar y victorioso, “llora” la muerte de su viejo enemigo, el monstruo nacido de sus propias entrañas y que ha terminado por sucumbir a sus enfermedades auto-inmunes, y trata de conmemorarlo por todos los medios posibles, bajo todas las figuras imaginables, por todos los fetiches que la mercancía espectáculo residuo está en medida de producir.
Me parece que mi constante y repetida toma de posición a favor del capitalismo liberal no ha sido siempre comprendida: no es que el capitalismo liberal no pueda ser objeto de crítica, al contrario, puesto que las sociedades basadas sobre los preceptos de la libertad económica favorecen en principio las experimentaciones sociales, técnicas y culturales( y sus lotes de ilusiones) del mismo modo que las dinámicas que las engendran, o las aniquilan, pero niego completamente a las utopías socialistas la pertinencia de criticar el sistema mercantil actual, es decir, la capacidad de forjar “útiles críticos”, por la simple y sencilla razón que ellas son fantasmas devolutivos, puros nihilismos positivos que buscan renovar el “ contrato” original del hombre con la naturaleza y la “comunidad” perdida desde los orígenes cuando se trata más bien de despegarse siempre más, y comprendiendo el peso esencial del dolor.
Los utopistas quieren el “Bien” de la Humanidad.
Los (bio) políticos quieren la Humanización de la Realidad.

El Gulag permanece extraño al “deber de memoria”. Ninguna conmemoración silenciosa se ha anunciado en un futuro próximo para recordar los 80 o 90 millones de víctimas de los genocidios comunistas. Peor todavía, los sirvientes de esta ideología en pedazos, y que sostienen gran número de revistas universitarias y culturales, han decidido reiterar sobre las víctimas de sus crímenes pasados la gesta mil veces repetida desde los orígenes de esta forma de pensamiento, e ilustrada por una célebre frase de George Orwell: ¿el rostro del futuro? una boca aplastada por una bota. Pues bien, los plumíferos que se vanaglorian de escribir en los diarios son en adelante botados por una stylo.

La Siberia
es sin memoria
El Lagoai
un recuerdo brumoso
los pequeños hombres
del siglo negro
Han convenido
no decir palabra

Nosotros queremos la felicidad
De los hombres
No pueden
Acusarnos
Estamos por la igualdad

No amamos la libertad
Nos parece compleja y amarga
Preferimos la igualdad
Aunque sea la de un solo hombre

Detestamos al individuo
Este fútil sueño de la conciencia
La comunidad era el único objetivo
Aunque al precio del Conocimiento

Soñamos con un Ser Supremo
Y forjamos el Hombre Nuevo
En los campos la nieve era pálido
Bajo la estrella del Politburo

La ciencia era política
Y los cromosomas no tenían razón
Darwin, ese cristiano herético
Viviendo nosotros lo habremos matado

Con el fin de liberarlo de las elites
Confiamos en el pueblo soberano
La esclavitud de los pensamientos y los cuerpos
Las hambrunas debidamente orquestadas
Los sobrevivientes helados de pudridero
Pero no es nuestra culpa si
Un mal extraño y misterioso
Ha coloreado nuestras utopías
De la sangre roja de los mataderos


Queremos la felicidad
De los hombres
Ustedes no pueden
Acusarnos
Nuestra teoría era la buena
La equivocada era la realidad


Guerras étnicas y crímenes racistas en Africa, la serie continúa: Robert Mugabe, rey negro de la ex Rhodesia( después convertida en Zimbabwe), cretino socialista, afrocentrista, homófono e inculto gobierna a su país con mano de hierro luego de veinte años. En poco menos de un cuarto de siglo, este siniestro liberador del pueblo, habrá reducido su país a tal ruina, a tal miseria, que se ve obligado ahora a lanzar sus milicias de asalto contra los malvados propietarios terratenientes blancos sin los cuales su república de mierda se habría abismado sobre ella misma, como la vulgar democracia popular que es.
Zimbabwe es una representación perfecta de todo lo que la izquierda occidental ha hecho después de cuarenta años en Africa. Aquí, no se encontrarán grandes corporaciones multinacionales (la mitad de la economía, toda ella en ruina, está en manos de Mugabe and Co), ni malvados modelos ultraliberales, ni Banca Mundial, ni FMI, ni otros chivos emisarios de moda para explicar el suicidio colectivo. Como Etiopía, Somalía, Algeria, el ex Congo, Angola y una buena docena de otros estados africanos, el Zimbabwe es la ilustración trágica, de la decadencia impuesta a las sociedades y a los pueblos por el despotismo socialista, la unocracia y sus humosos conceptos de independencia nacional.
Convertidos en chivos emisarios de sus bufonadas afrosocialistas , los granjeros blancos son asesinados, golpeados, saqueados, despojados sin vergüenza, sufriendo la ocupación ilegal y violenta de sus tierras por miles de “viejos combatientes”, emborrachados, bajo la bendición de este “Jefe de Estado”, híbrido del Padre Ubú y del doctor Farrakhan, con el que la prensa zurda bienpensante francesa tendrá algunos reparos, en el pasado fue calificado de “ gran demócrata” o de “militante racista esclarecido”.
Esta misma prensa señala por otra parte que algunos miles de Blancos ex rodesianos (a pesar de ellos), continúan poseyendo la mitad de las tierras de arado del territorio, oh escándalo, olvidando mencionar que es gracias a su presencia que medio millón de zimbabweanos tienen todavía un trabajo decente, y si el resto del país no está arruinado en una bancarrota total.

En materia de relatos, las última moda en Francia consiste a todo precio en querer parecerse a los “Americanos”, y sin comprender por nada del mundo la génesis de su literatura y las razones de su dominación actual.
Se ve así florecer luego de una decena de obras cuya necesidad, al decir de los mismos autores, reside en que son escritas y comercializadas con el fin de ser concurrentes con Stephen King, Tom Clancy y Robert Ludlum.
No es la primera vez que la literatura francesa bloqueada en su pequeño impasse nacional, nos da la noticia del “retorno al verdadero relato”, a las “verdaderas historias”, a una novela precalibrada y repite los patterns que los escritores norteamericanos han abandonado hace cuarenta años. Así, uno de mis colegas, novelista de ciencia ficción, calificado de gigante hugoliano por los críticos literarios y sus amigos( son los mismos), nos confía en un reciente número del Mundo de los libros consagrado a las “literaturas diferentes”, que la literatura francesa de anticipación no ha sabido adaptarse a los vehículos de la novela contemporánea, a las “verdaderas historias”, tal que ellas nos son contadas por los autores norteamericanos, toma de posición que, a modo de “modernismo”( esto que es una cosa menor para esta forma literaria), nos remonta directamente al siglo XIX. Y el siglo XIX es el más burgués y tristemente conservador. ¿La ciencia ficción francesa tendría que fabricar “brulots polítiques” antes que continuar “contando historias”? Primera novedad. Al menos que un puñado de malas fábulas antimilitaristas y ecolo – terroristas puedan ser comparadas con digamos… ¿el autor de Viaje al fin de la noche?
Siempre según este autor, ella se habría abandonado a búsquedas literarias esotéricas que la han desviado de un público deseoso de que se “le cuente historias”, ¿historias de cohetes voladores intergalácticos, de guerras de estrellas y de heroicos caballeros- magos, imagino, con poderes espirituales?
Es siempre extraño constatar cómo una sola y misma situación puede ser descifrada de dos modos antagónicos, cuando menos, según el ángulo que tengan los testigos.
Así, me parece que los años 1960 y 1979, hasta mediados de los años 80, han sido los momentos donde la ciencia ficción anglo- sajona ha intentado con más éxito la búsqueda de cierto número de experimentaciones formales de alto nivel, en tanto que ella revelaba un compromiso general que nuestra literatura no esta desde hace largo tiempo en condiciones de asumir.
Así Dick, Ballard, Spinrad, Moorcock, Farmer, Watson, Silverberg y algunos otros se han dedicado durante este período brillante y creativo a hacer auténticas obras literarias, y singularmente obra de imaginación, dándonos a ver, a comprender, a decodificar las monstruosas potencialidades de nuestro mundo, sin darnos lecciones morales, ni complaciéndose en el gore, el trash, la heroic fantasy, el space opera, y todas esas submierdas del descuartizamiento que la edición posmoderna endosa a su ganado en busca de alimento.
Esta fratría informal da nacimiento, a principios de 1980, a un “género” nuevo, síntesis cumplida de la novela negra y la ciencia ficción, con datos acumulados en dos o tres décadas por las literaturas mutantes anglosajonas (Burroughs, Pinchon, Kerouac, De Lillo,etc), síntesis los periodistas a falta de etiquetas fabularon como el sobrenombre de “ciberpunk ”.
Como todo los auténticos genios, Gibson y Sterling, los dos coinventores de esta forma, crearon un cliché. Este cliché ha sido reciclado con el tiempo de mil maneras apenas diferenciadas por los oficiantes más o menos especializados y, en Francia particularmente, no sirve sino para contar las sempiternas y mismas historias, simples animaciones de marionetas teleguiadas en sus escenarios prescritos y sin la menor traza de lo que fue precisamente el genio europeo, si éste no es francés. Nadie se atreve a hacer lo que los norteamericanos han emprendido a partir de 1920, sea alimentarse de una literatura extranjera( como la francesa de la segunda mitad del siglo XIX), a fin de transmutar según líneas de fuerza propias a su cultura – Mark Twain, Conrad, Thoreau, London, Fitzgerald y Whitman, y las nuevas configuraciones que hacían de ellos los cronistas cosmopolitas de la época. En lugar de copiarnos estúpidamente, ellos han traducido nuestras invenciones y nuestras tradiciones según su propia perspectiva, según su propia herencia. Si tenemos verdaderamente la voluntad, en tanto pueblo creador, de responder al desafío americano, habríamos sabido( como los Hispánicos lo han hecho a su modo) aclimatar sus invenciones a nuestro espacio, el espacio europeo, es decir, confrontarlos al inevitable cuestionamiento central que al fin de nuestra civilización en el siglo XX debería producirse en nosotros, los escritores, nosotros, los profetas.
Más precisamente, ¿todo esto no aporta la prueba flagrante, si hubiera todavía necesidad, que Europa no existe, que ella no ha existido sino en los mitos que América está en proceso de realizar?

De todos los pueblos de la tierra, el francés es seguramente el que ha ganado más batallas y perdido más guerras.

Nunca he sido tan francés como después de haberme vuelto americano.

El amor, única fuerza que te vuelve más débil, la única debilidad que te vuelve más fuerte.

Si el amor dependiera de nosotros, su existencia sería muy improbable.

¡Todos esos cretinoides que peroran sobre la sexualidad como si se tratara de la función de no se sabe qué órgano!

Existe un momento, un punto crucial del continuum, por el cual el erotismo se consume hacia una verdad más alta todavía, la del puro soplo del Espíritu.
Ese momento rarísimo nos abre de la manera más directa hacia abismos situados más allá de la conciencia, ahí donde comienza el metaviviente, transvalua de manera definitiva nuestras concepciones de la Carne y el Verbo, del Cosmos y del Logos, de las putas y los ángeles.
Ese momento, sagrado entre todos, es aquél donde el Amor mismo se transustancia en una soberanía más alta donde uno sino es el Creador, es al menos el Mensajero.

¡Todos esos filósofos incapaces de amor! Tanto como decir de un pequeño pensamiento, pues cuando se quita el amor a la filosofía, no quedan, se lo ve, sino los sofismas.

Desde hace un buen tiempo que mis contemporáneos – hablo de hombres – son ineptos para el amor. El problema, es que ellos no están dotados para la guerra.

El amor te liga a otro al mismo tiempo que te libera de la multitud, y de vos mismo, te libra a otro al mismo tiempo que te abre sus misterios, acto de predación absoluto, luego recíproco, él hace de cada uno de los amantes el punto crítico de transvaluación de las figuras de la víctima y del verdugo, del cazador y la presa, de la vida y de la muerte.

Es luego un acto creador, legislador, profético, él solo permite al mundo tomar forma, luego producir sus propias leyes.

¿Un destino sin pruebas? ¿Quieres decir una mujer sin niño? ¿Un acero sin forja? ¿Un Dios sin sacrificio? ¿Una nación sin guerra?

Un hombre incapaz de perderse por una mujer se arriesga demasiado a ser perdido por otra.

Si las palabras no fueran enigmas, ¿a qué entonces convocarlas?



La América no tiene elección. Nueva Roma, ella debe en adelante comprometerse a devenir el nuevo Israel.
La República, res-pública, no es un régimen sin peligro. Las cinco Marianas que se han sucedido luego de 1789 aportan la necesidad de la prueba, si ella faltara. Pues la res-pública, ¿no es así? – puede convertirse en una vulgar muchacha pública, librada a los atolondramientos mórbidos de la multitud en busca de ídolos. Los Romanos tuvieron la amarga experiencia.
Así, para tener una chance de sobrevivir en el tumulto de la evolución histórica, una república debe apoyarse, hay que decirlo, sobre una Constitución de hierro.
Y esto es lo que los USA tienen.
Existe una diferencia fundamental entre la República americana( y su revolución constitutiva) y la República francesa. Es que la primera ha logrado mantener su Constitución “ under the Will of God” y luego su texto fundador renueva sobre una tierra nueva la Alianza con el dios monoteísta de la Ley de Israel, realizando la síntesis judeo cristiana en un proceso todavía emergente. Al contrario, la República Francesa es, se lo sabe, laica y regicida, por no decir deicida. Su soberanía no le viene sino de ella misma y sus “sujetos” que ella se atreve a nombrar “ciudadanos”. He aquí por qué Francia no querrá jamás admitir la fundación de una verdadera Federación europea: pues para existir ella debería redactar una Constitución imperial más o menos inspirada en el modelo americano, y por hacerlo, avasallar su texto fundador a la Soberanía Libertad suprema, aquella de Dios, lo cual la izquierda en el poder desde 1789, cualesquiera que sean las formas variadas que ha tomado con el tiempo, no aceptará de buena gana jamás.
Si la verdad asemejara, el Diablo tendría pocos adeptos.


[1] Dantec se refiere irónicamente a Le Monde Diplomatique.
[2] Dantec se refiere a los discípulos de Pierre Bordieu.(N del T)
[3] Puesto que este juicio ha sido devuelto por la Corte de Casación, hay que considerar que Francia se auto absuelve de todos los crímenes de esta naturaleza, o eventuales acusaciones de complicidad agravada, como la que pende en su narzi con Bosnia y Ruanda.
[4] He anotado ya en mi novela La Sirena Roja, esta frase que merece ser grabada en el frontón de los Héroes del Totalitarismo: “Los partidarios de una intervención militar en la ex Yugoslavia son cómplices de las fuerzas de muerte que desencadenan”
[5]Histrión universitario británico que, ejemplo anotado por Revel, continía negando la responsabilidad soviética en la masacre de Katin mientras que los archivos de la KBG –NKVD se abrieron luego de 1990 y se repertoria la lista de las víctimas así como el momento de su ejecución.
[6] Dantec se refiere a Le Libre Noir del communisme- Ed. Robert Laffont, París,1997, donde los autores citados y otros examinan con datos y testimonios los aproximadamente cien millones de muertos del comunismo, cifra que ha crecido luego de sombríos descubrimientos posteriores en Rusia y China, donde continúa la limpieza étnica en el Tibet. Esta obra iba a llevar un prólogo de Francois Furet que no llegó a escribirlo debido a su fallecimiento. Todos esos autores fueron objeto de una campaña de difamación que todavía continúa pese a que los Kim Sung, los Mugabe o los Castro continúan sus fechorías.