miércoles, 30 de marzo de 2011
Nicaragua: una herida abierta. Por Cynthia Caden
Fidel Castro: el iluminado. Por Julio Ignacio Cardoze
El asesinato de Camilo Cienfuegos
martes, 29 de marzo de 2011
Sartre no entendió nada. Crónica por Luis Cino
Esta aguda crónica de Luis Cino nos presenta a Sartre, uno de los mayores intelectuales del siglo XX, como prisionero de la Ideología que es sinónimo de la voluntad de ignorar. Es la prueba evidente que no hay que pasar de los libros a la fabulación sino como Orwell tener en cuenta qué piensan el tendero y el panadero. Este hombre que negó pero al mismo tiempo defendió al Gulag- además las sangrientas intervenciónes soviéticas en Hungría en 1956 y en Checoslovaquia en 1968 y a las dictaduras comunistas de Asia y Africa- afirmando ante Camus que no había que hacerle el juego al imperialismo tampoco escuchó a Carlos Franqui, uno de los héroes de la revolución cubana que lo invitó a Cuba como un personaje decisivo para una transformación cultural pluralista, luchando cada vez en soledad ante la creciente estanilización del régimen. No escuchó, al igual que Romain Rolland que miró para otra parte cuando la mujer de Maldestam fue a pedirle que intercediera por su esposo, al que Stalin envió al Gulag por haberlo ridiculizado en un poema. Al respecto, escuché decir que eso probaba la importancia que Stalin le daba a la poesía...
Del mismo modo se razona en nuestra cultura cuando se dice que Orlando Zapata es el culpable de haberse dejado morir de hambre. El hecho tuvo siempre la misma respuesta de la canalla intelectual argentina que por década acumula manifiestos en favor de Cuba, a la que confunden con el " pueblo " a medida de sus lucubraciones, omitiendo que no puede votar, y está sometido al terror que impone la Seguridad del Estado. Tampoco se escucha ahora al valeroso Oswaldo Payá.
Se diría que no tienen orejas y la pérdida- por embotamiento, manía, cobardía, lo que fuera- de uno de los mayores dones que le fuera concedido al hombre lo ganaron en la facultad de simular que se han vuelto animales depredadores que se presentan como humanitarias presas. Luis Thonis.
Rodolfo Seguel. Sobre las damas de blanco en Cuba
La recepción de cada libro, texto, voz está siempre condicionada por la cultura de cada país. En la Argentina una voz como la de Seguel suena a inaudible o inverosímil. Resulta difícil inventarle un prontuario negando su trayectoria y lucha contra Pinochet. No es contradictorio que haga una lectura puntual de la situación de los trabajadores en Cuba que barre décadas de charlatanerías y obsecuencias ante un dictadura que califica de asesina y criminal.
No siempre fue así. En los primeros tiempos de la revolución en los desfiles Fidel Castro prometía "constitucionalismo", "pan con libertad", "pan sin terror", "ni dictaduras de derecha o de izquierdas", "ni capitalismo ni socialismo, humanismo revolucionario" y hasta elecciones. Eran palabras juramentadas por los revolucionarios de Sierra Maestra: el comunismo no estaba en el programa. Tenía una historia antipopular. Ninguno de los que llegaron de Sierra Maestra se proponía volverse enemigo y delator de sus propios compañeros. Es ridículo decir que el "pan sin terror" no pudo realizarse por el embargo comercial, es decir, la interdicción por parte de Estados Unidos luego de las expropiaciones de prohibir que sus ciudadanos inviertan en Cuba: una de las banderas la revolución fue terminar con ellas, acusadas de neocolonialismo. Además, hace tiempo que los productos entran a través de Canadá.
Al referirse a unas de las primeras crisis de racionamiento- de café, arroz, azúcar, carne, frijoles, leche, viandas, etc- Carlos Franqui recordaba que el Che advertía: "no se puede acusar al imperialismo de la baja de la producción nacional. Al imperialismo lo suyo. A nosotros el resto".
Franqui argumenta: "Fidel había entregado el poder a los comunistas, que según él eran los únicos que sabían de socialismo: Escalante y los otros. Estos eran los resultados. Intervinieron todo. Moscovizaron todo. Tabla rasa. Le echaban discursos a la máquina; si no funcionaba por falta de combustible o racionamiento, la acusaban de contrarevolucionaria. Y si algún técnico decía que la Internacional no sirve para los motores, fuera. Un enemigo. El fracaso productivo se explicaba como sabotaje."
Los latifundistas y ganaderos abandonaron los cultivos, las tierras fueron expropiadas y nacionalizadas. Escalante nombró interventores que eran gente de ciudad que desconocía el campo y el descalabro fue general: las redes de distribución fueron aniquiladas, lo que se producía se pudría y no llegaba a los mercados. Todo culminó en un gran latifundio con un solo patrón, Fidel Castro, que destruyó la mejor industria azucarera del mundo pero también signo del monocultivo, el latifundio y la opresión- el Che se la agarró directamente con la caña, la devastó mediante incendios- que Franqui proponía ir sustituyendo de a poco por otras industrias mediante la autogesión.
En 1969, Alfred Hitchcock filmó Topaz, un complejo film de espionaje y de suspenso en el cual el funcionario francés, enviado para informarse de la entrada de misiles soviéticos a la isla, se hace amante de la contrarevolucionaria Juanita cuyos compañeros sacan fotos de los barcos rusos descargando misiles pero son detenidos por la Dirección General de Inteligencia- aunque logran esconder la cámara en la viga de un puente- donde son brutalmente torturados:Hitchcock los presenta desfigurados, con imágenes que evocan la piedad de Miguel Angel. La película describe anticipadamente el futuro de un régimen que una vez que elimina a sus opositores pasa, a través de los parapoliciales denominados Comités de Defensa de la Revolución- modelo que Chávez ha tomado para sus milicias populares- a detener a cualquiera que le resulte sospechoso, armando incluso las escenas con el estilo soviético de las "cuotas", o sea purgas periódicas para aterrorizar e intimidar a la población.
Alfred Hitchcock era un autor de culto para el público de izquierda de entonces. La película en su trama y en su perspectiva es notable y excepcional desde el punto de vista histórico. Pero tuvo escasa repercusión: todo el mundo, incluyendo los norteamericanos, estaba embobado con los barbudos y aunque sobraban evidencias- el marxista Karol por hacer críticas sensatas a la economía fue declarado agente de la Cia- nadie quería saber nada que contradiga el "cine de la revolución"(Savino).
La función continuó por décadas. Sigue. Los espectadores están atornillados a sus butacas. Hace tiempo que no miran. Sólo calculan los réditos que todavía pueden sacar del negocio de los pueblos oprimidos que practicaron por décadas: algún viajecito, una beca, etc. La servidumbre voluntaria y el código de silencio es practicada a rajatabla por nuestro nacionavanguardismo que desde 2003 milita en el no pensamiento, el populismo, la apoteosis de la mercancía espectáculo que hoy gira en sus prácticas hacia el fascismo.
La libertad es más importante que el azúcar decía Martí: un país pobre no tiene por qué convertirse en un Gulag. Acotaba Martí: en política lo más importante es lo que no se ve. Castro nunca dio muestras de tomar siquiera en cuenta aquellas consignas. Concentró en sí todo el poder de decisión. Fue decisiva la rusificación de una revolución que fue olvidando los compromisos de Sierra Maestra para terminar secuestrada por los comunistas que no habían participado en ella, eran aliados de Batista y la condenaban como aventurerismo con Rául Castro a la cabeza. Castro fue humillando a los mejores hombres como Manuel Urrutia, encarcelando a Huber Matos, asesinando a Camilo Cienfuegos- algo que el régimen todavía niega- y rechazando cada propuesta cultural de Carlos Franqui, director del diario Revolución que hizo venir a Sartre y a otros intelectuales y artistas a la Isla.
Franqui se exilió cuando Castro justificó la entrada de los tanques en Checoslovaquia en la primavera de Praga. Castro se convirtió en estanilista en el pensamiento y en el arte, encarcelando a los escritores cubanos que no lograron exilarse y convirtiendo al Estado en una máquina de matar, empujar a algunos a autoinmolarse como Arnaldo Ochoa o a suicidarse como Haydée Santamarina y Osvaldo Dorticós entre otros.
El Buró, lugar de torturas de Batista, cambió de color y fue creciendo hasta convertirse en Seguridad del Estado, donde se concentra el poder sobre la vida y la muerte de los ciudadanos convertidos en sonámbulos de un sistema esclavista. Seguel demuestra que quien estuvo realmente contra una dictadura sangrienta de derecha tanto más no se hará cómplice de la dictadura castrista que las supera en tiempo y víctimas.
Seguel describe a Osvaldo Payá con lágrimas en los ojos cuando ve que el Congreso argentino aplaude a rabiar a Fidel Castro- invitado a la asunción de Kirchner en 2003-, que ha dado suficientes muestras de haberse convertido en un psicópata criminal. Es la misma dirigencia argentina, en su mayor parte delictiva, que aplaudió el default después de fugar los préstamos del FMI a sus cuentas del exterior a lo largo de los noventa y tranfigurándose luego en antimperialista. Esos dos aplausos- a sí mismos por haber llevado el país a la bancarrota, al máximo criminal del continente- muestran una dirigencia que no asume ninguna responsabilidad y a la cultura de un país que insiste en vivir en el mito reforzando núcleos reactivos que lo encaminan hacia una destrucción en la que no pocos quieren participar. No será en mi nombre.
Que se haya dado a Chávez en la Universidad de la Plata un premio a la libertad de expresión muestra un poder que se regodea con su impunidad y apuesta a tratar a los ciudadanos como idiotas. Esta vez la gran ovación a pedido de Chávez se la llevó Kadafi, que tal vez lamentó que sus milicias infantiles no hayan madurado para defender al gran revolucionario libio. Al ella se sumaron el embajador de Irán, Luis D´Elia, amigo de los hitlero islamitas y Estela de Carlotto, que ni se moscó ante el informe que atribuye a Kadafi 300.000 mil desaparecidos. Algo habrán hecho, seguro, por todos lados hay gorilas.
Tampoco podría digerir la versión de Cuba que muestra Seguel. Por críticas mucho menores le dijo a la médica Hilda Molina- patoteada por barrabravas K en la Feria del libro-que se llame a silencio respecto a criticar la sagrada Revolución. La noble lucha por los derechos humanos se vuelve tuerta desde el momento que las víctimas no sirven a la mercancía espectáculo.
A la distancia, Cristina aportó lo suyo a esta Armada Brancaleone: después de tratar de atenuar la acusación de genocidio en la ONU cuando el "compañero"Kadafi- así lo llamó en su encuentro- bombardeaba a su pueblo repudió la intervención de los malvados imperialistas para detenerlo. Por muchas crítica que merezcan, asombra que la indignación brote cuando cae un dictador feroz al que sólo falta que se llore. Luis Thonis.
Entrevista de Gabriel Salvialunes, 28 de marzo de 2011
Carlos Franqui, un hombre solo. Por Orlando Jiménez Leal
Carlos Franqui y la fatalidad de la historia. Elizabeth Burgos
viernes, 25 de marzo de 2011
Joumana Haddad: Sade en las noches árabes. Por Luis Thonis.
Mme. de Simiane.-: Dios traza una línea entre el bien y el mal tan definida como la que raya un niño sobre el pavimento.
Mme. de Montreuil.-Me pregunto si esa línea, como la que deja la marea en la playa, no cambia constantemente.(Yukio Mishima, acto II de «Madame de Sade")
“El daño que ha causado la mirada occidental a la mujer árabe es importante pero secundario; el daño de los sistemas políticos y sobre todo religiosos es más grave, pero el peor es la incapacidad o la indiferencia de la propia mujer árabe para sentirse indignada por lo que está viviendo”. Joumana Haddad.(1)
Para desprenderse del peso y la opresión de lo teológico político el mundo árabe no necesita sabios consejos sino escritores "malditos". Nadie pudo imaginar nunca un cóctel tan insólito: Sade hablando por boca de una mujer de los derechos humanos y asombrándose del retorno de Lilith, la que sedujo al mismo Yahvé arrancándole el nombre que le permitiría fugarse del Edén. Sabemos algo por la pintura de De Kooning, que retornó al nido de la serpiente: Lilith es la actriz escondida en la serie de sus mujeres. El abismo infernal que se refleja en sus rostros es conjurado por la acción directa pero su huella se inscribe en innumerables rostros.
Joumana Haddad "pertenece al tipo de intelectual cada vez más escaso que se niega a ser amedrentado"(Roberto Saviano), provoca pero también seduce. Muchos discursos que se autogestionan como progresistas tienen un rechazo sugestivo por Joumana Haddad porque afecta el supuesto exotismo y a las idealizaciones del mundo árabe como el caso de Edward Said que en la década del ochenta llegó a defender con Chomsky las masacres en Sudán de Al Baschir, que entonces alojaba a Bin Laden rodeado de teólogos favorables a la Jihad- autor del mayor genocidio del siglo XXI a partir del 2004- en Actos de Agresión, nada más porque era antiamericano y EEUU las criticaba como hace con Siria hoy. Para Said Oriente es una invención de Occidente. Su análisis tiene validez para la época de expansión del imperio inglés, el período comprendido entre 1815 hasta la primera guerra mundial donde se “crea en cierto sentido a Oriente, al oriental y su mundo”.
El suyo es el Oriente donde resurgen fundamentalismos- wahhabismo, salafismo- al ritmo de los precios del petróleo desplazando y amenazando versiones sabias como el sufismo. Ni el que mata a cineastas como Theo Van Gogh o amenaza de muerte a quienes hacen caricaturas de Mahoma, algo insólito en Occidente, incluso en las dictaduras. Said muestra los límites de la lectura occidental pero no nos dice nada sobre el lado oscuro de Oriente: lo mantiene en lo enigmático, no nos dice nada del lugar y del goce de la mujer en el harem y de ahí a la angelización hay un paso.
El Oriente de Said pasa por alto petromonarquías como Arabia Saudita- donde rige la Sharia y se mata homosexuales- o el de dictaduras cuyo símbolo son las fosas de Kadafi. Si Occidente "inventó" Oriente habría que ver qué cosa es esta civilización: la generadora del colonialismo, el nacionalismo que exacerbado dio lugar al nazismo y el comunismo- que oponían la Kultur, las raíces al cosmopolitismo- pero también la única dio lugar a libertades que les son antitéticas y que puso en crisis sus fundamentos a través de sus escritores, Sade entre ellos. Tampoco vendría mal una aparición de Lautreamont cuando en los cantos muestra a Dios mismo entrando a un burdel y revelando tendencias homosexuales. La civilización es un antidestino: no se opone a la barbarie sino a la fatalidad.
Joumana Haddad se desprende de las raíces, revuelve el avispero y Sade es uno de los nombres de referencia de su espíritu cosmopolita donde también se encuentra Alfonsina Storni.
Lo que retorna es un jirón de noche de la poesía erótica árabe que se desvía de El Libro de las Batallas donde el Cid y los musulmanes coinciden en que vivir con deshonra es peor que morir con honor pero también en el reparto del botín al final de cada combate.
Suena insólito una joven mujer libanesa de formación católica, pero que creció en la diversidad cultural con árabes cristianos, drusos, suníes, chiíes y ortodoxos, autora de Yo maté a Sherezade- una antropología de la mentalidad árabe-, que habla siete lenguas y parece surgida de un cuento mileanochesco, tenga como referencia a Sade, el escritor que con mayor firmeza combatió el Ser Supremo de los jacobinos.
En un país abrumado por el terrorismo de Hezbollah y los bombardeos, es ya una revolución individual, silenciosa en el país del cedro tan importante como el retiro de las tropas sirias.
No obstante los espantos, a las guerras, dice “les debemos el habernos convertidos a muchos de nosotros, los supervivientes, en luchadores fieros, con un infinito apetito por la vida, los logros, la dicha, el conocimiento y el progreso”.
Fustiga a los predicadores de una doble moral, a los oscurantistas del honor y la moralidad, y a políticos ladrones que hacen lo contrario de lo que dicen: “Ser árabe significa hoy ser parte de un rebaño”. Rechaza la consigna de que a “las naciones árabes las hacen las masas”, se muestra escéptica frente a grupos e ideologías de tendencias homogeneizadoras en “un tiempo marcado por el populismo” y a la “lógica del grupo por encima del individuo” porque vaya donde vaya- de Yemen a Egipto, de Arabia Saudí a Bahrein advierte que las autoridades religiosas y sistemas políticos “son excelentes a la hora de encontrar modos innovadores de humillar a la mujer”.
Son escritos anteriores a la primavera árabe con la cual podría tener coincidencias en cuanto a reivindicaciones de tipo occidental como garantías individuales y elecciones libres. La mujer árabe ha probado un valor increíble ante la metralla de Kadafi pero hay serias dudas si tendrá alguna decisión sobre el futuro de una sociedad donde el fundamentalismo tiene mucho peso y puede sustituir un despotismo por otro. La primera decisión del gobierno de Túnez fue pronunciarse contra Israel con el que tiene ningún conflicto territorial. Lo mismo ocurre con Irán y Turquía que ha comprobado que alentar el antisemitismo da votos. El único que tiene un conflicto concreto- por lo altos del Golán - es Siria, ahora ocupada en masacrar a la propia población. Se trata de una crisis de tradición y de traducción en la que resuena la voz de Haddad.
La mujer es parte fundamental del mito que los árabes han urdido respecto a sí mismos con la contribución de quienes reiteran los estereotipos de Said.(2) El primer paso es desplazarse del lugar de la víctima, no ser artífice de la propia victimización y la Fatalidad que supone. A veces, afirma, es más fácil decir ‘No puedo hacer nada, es mi destino, tengo que abandonarme a él, que transformar cada día en una declaración de guerra." También:"He vivido y crecido con mucha hipocresía y hostilidad. Por eso he decidido ser una guerrera". Su actitud más evidente es la publicación de la revista Jasad, Cuerpo, insólita en el mundo árabe, acusada de depravada y que puede costarle la cabeza: agradece a dos ministros que salieron en su defensa ante todo el mosaico cultural y religioso.
Sade es una de las salidas del Templo pero no de las Musas. Sade las convoca y añade el vicio a la purificación de la que habla Aristóteles respecto al miedo y el temor. Extraña purificación. La moral tradicional dice: de un lado el espíritu, del otro el sexo.
Lo propio de Sade es haber sorteado este dilema: Sade es el sexo en la escritura y viceversa. Lo leo como un antropólogo en la pornografía de los ideales en el gran burdel planetario. Sade escandalizaba a las prostitutas, buenas muchachas acostumbradas a libertinos convencionales con sus discursos sobre el diablo. (2). El libertino de Sade trata de sacar el máximo de placer, incluyendo al dolor y “deliciosas humillaciones”, utilizando incluso hostias como instrumentos de penetración anal. ¿Perverso? Ponía en escena perversiones como la Madre Superiora de la Religiosa de Diderot y no con esas honestas mujeres que vivían del más viejo oficio del mundo y declararon contra Sade tomando a la letra sus discursos diabólicos. Que el discurso de la libertina Saint Fond sea el mismo que el del Papa habla más de comicidad que de indistinción.
Joumana, que ya a los doce años buscaba respuestas en los libros prohibidos, el francés le posibilitó la lectura de Las Ilusiones Perdidas de Balzac y a poco se encontró con Justine o Los Infortunios de la Virtud de Sade, que narra una lucha entre la virtud, Justine y el vicio donde éste triunfa siempre…cuando Justine parece estar salva de los padecimientos la parte un rayo en el campo: “De libro en libro, de lectura en lectura, el marqués de Sade fue apoderándose de mi cerebro. Me agarró por los hombros, me miró directamente a los ojos y me dijo: tu imaginación es tu reino. En tu mente, todo está permitido. TODO es posible. Abre las ventanas de par en par y no temas transgredir ni delirar”.
Joumana cita textos del siglo XV cuando la cultura árabe daba lugar a libros como El jardín perfumado donde las figuras del acto sexual se describen en detalle y en términos de objetos parciales para aumentar el placer erótico. Los contrasta con escritos de líderes religiosos musulmanes como el ayatolá Jomeini donde éste dice que “un hombre no debe tener relaciones sexuales antes que ella cumpla nueve años de edad, tanto en forma ocasional como regular pero puede gozar sexualmente con de ella ya sea acariciándola o abrazándola, o bien frotándose contra ella, aunque sea tan niña como un bebé”.
Para Jomeini puede penetrar a la niña bebé incluso pero no desvirgarla y si lo hace su única sanción es que “será responsable durante toda la vida de ella”.
Es el mismo Jomeini que en sus discursos hablaba contra la depravación y exaltaba la pureza en todas sus formas. Es la religión la que interviene en el cuerpo del otro, apunta a regular los cuerpos, tiene lugar en la realidad misma y no en la ficción. “Sade” es el instigador del crimen que Haddad comete con Sherezade para terminar con un pacto precisamente burocrático perverso donde la narradora tiene noche a noche que salvar su vida satisfaciendo con su imaginación al amo. Para ella es el primer paso para narrar de otra manera las relaciones entre la mujer y el hombre. ¿Qué otra cosa es la historia sino una guerra de narraciones donde la Biblia y sus versiones ocupan un lugar decisivo? Sade continúa narrando los días de Sodoma que se extienden a escala planetaria.
El nombre de Sade irrumpe en un mundo donde lo femenino tiende a ser vedado, petrificado, momificado en cada línea del desierto para que la Mujer lo abrace todo enmascarado de un machismo que no soporta un cara a cara ni un cuerpo a cuerpo. Joumana descubre algo que puede leerse en historias de la Biblia: que en todo patriarcado hay un matriarcado subyacente que lo sustenta. Podríamos añadir desde la misma Biblia: las guerras de religión tienen como objeto controlar a las mujeres, en última instancia, instalar la reproducción contra el placer y como único goce.
En el mundo árabe como en Japón se plantea el problema del equilibrio- entre el pasado arcaico- y la modernidad. Aparentemente Japón la ha logrado: hasta hace poco era el segundo país del mundo, su banquero indiscutido y sus productos de alta tecnología entraron en el mercado norteamericano superando a sus competidores. Sin embargo el arcaísmo aparece en forma de racismo- los millones de burakumin no pueden ser mencionados en sociedad- y la mujer ocupa un lugar secundario, gana menos que el hombre, no participa de las decisiones del Estado y sólo tiene que sacrificarse a su hombre. Más: el confinamiento en la casa de la mujer japonesa tuvo muchas analogías con la situación de la mujer en el mundo árabe y tanto Murakabi Sukibo como Sei Shonagon- las Virginias Wolf del siglo XI según Laurent Dispot- se han referido a eso sorteando la censura del momento. Kawabata consideró La Saga de Gengi como la mayor obra de la literatura japonesa y no estuvo solo en esa valoración.
Yukio Mishimia introdujo a Sade en Japón poniendo a prueba su singular universalidad.
Mishima no escamotea el motivo de su obra. Está intrigado por la fidelidad a toda prueba que Pèlagie- su mujer, Madame de Sade- demostró durante su largo cautiverio, pero también por su abandono posterior. En el post facio de la publicación de la obra, deslizó: "Por qué ella tuvo que abandonarlo en el momento mismo en que fue puesto en libertad. Este enigma sirvió como punto de partida de mi obra, que es un intento de dar una solución lógica".
Pèlagie que estuvo junto a él durante su larga prisión por una falta agigantada por su fama previa y hasta fue cómplice y encubridora de sus orgías. ¿Será este interrogante algo que contradice el tema de la traición femenina que recorre toda su obra?
Después de ayudarlo, supo saber perderlo, algo que a veces testimonia más amor que abandono. Su aquiescencia era una tentación. Sade, en todo caso, estuvo entre dos mujeres, el peor lugar que puede tocarle a un hombre que se agrava si son familiares. Se recuerdan los tormentos de Nietzche entre la madre y la hermana. Si esas dos mujeres son la madre y la hija- su esposa- que están en una guerra suspendida por momentáneos armisticios la situación llega al colmo.
A Sade se le hubiera perdonado todo si no hubiera dilapidado y disipado la fortuna familiar que afectaba a otros personajes. “Es la economía estúpido” se le podría decir a quien creyera que la sociedad libertina de entonces o el mismo Rey tomaba en serio su gesta a favor del Mal. Burgueses y jacobinos están más atentos al cálculo.
El Sade de Mishima más que un liberador es alguien esclavizado entre el Estado y las mujeres. Destaca a su mujer que no sólo lo condenó sino que se hizo cómplice de sus fechorías. En Joumana es su obra la que libera la imaginación.
Sade en la obra de Mishima es un nombre que resuena a través de las voces de las mujeres. Mishima mezcla personajes históricos con seres de ficción.
Además de su madre y Madame de Montreuil, desde la pura hasta la libertina Saint Fond, pasando por la religiosa Madame de Simiane y Charlotte, la criada que representa a pueblo, podría conjeturarse que están "todas": representantes que lo representan a él. Cada una cree que Sade habló para ella, incluso que Sade es ella misma. Extraña manera de apropiarse de un texto que no se resuelve: el sadismo persigue un objetivo que por repetición de vuelve contra sí- de ahí la necesidad de la escena como exhibición. El nombre de Sade no cambia el lugar de esas mujeres como sucede con Joumana.
Es que en Mishima siempre resuena el tópico de la fidelidad como en Patriotismo donde el teniente se hace el sekkupu- al volverse contra él la rebelión- y su mujer, educada por él y para él, se clava una puñalada, escena precedida por escenas de intenso y dramático erotismo, parábola de la muerte joven. (3) O en la imposible relación entre la Concubina Imperial y el Sacerdote, es decir, el choque de dos fidelidades contrapuestas. Para el Sacerdote el mundo es un montón de basura, placeres vacíos, ilusiones. Ella es un personaje impensable en Sade: está hastiada de los libertinos de la corte, busca el Amor absoluto y lo encuentra en ese viejo de carne marchita a quien la imagen del Buda es vencida por la belleza de su rostro.
En los dos la referencia es La esencia de la Salvación de Eshin, donde “los Diez Placeres no son más que una gota de agua en el océano comparado con los goces de la Tierra Pura. El suelo es allí de esmeralda y los caminos que la cruzan, de cordones de oro” Y sigue la una extensa descripción del paraíso budista que sólo en breves instantes se conoce en el mundo. El Sacerdote se inventa que a través de su belleza accederá a la Tierra Pura; ella, por el contrario, sabe que eso significa la condenación pero es él quien retrocede y poco después alcanza la liberación con la muerte mientras ella copia los rollos de las escrituras que son los protagonistas de la historia. Los dos acceden a la Tierra Pura, figura de un goce ilimitado, mediante una historia perversa en el sentido clásico de negación de la castración, algo que se reitera en Mishima.
Sade sólo es fiel a sí, es “traidor” a los hábitos de su clase- se enamora inicialmente de la hermana menor y luego de su cuñada, la canonesa Anne Próspere- y profanador de la religión que recibió, pero también de cualquier otra: encuentra su blanco ideal en la Diosa Razón, que desconoce su reverso. Madame de Montreuil, su suegra, vinculada al Estado, que toda su vida obró para salvar a Sade de sí mismo y hace lo que sea para mantenerlo más de veintisiete años en prisión, encarna a la Sociedad misma ante la cual el divino marqués parece un niño encaprichado en escribir y disipar su fortuna en orgías. Jean Jaques Pauvert en su monumental biografía afirma que si su suegra no hubiera existido él la habría inventado.
Ella quiere corregirlo pero su mujer es la que lo defiende contra viento y marea. ¿Y la mujer de Sade no sería del tipo que amaba al niño que había en él en tensión con su madre? En la escena escrita por Mishima, Sade está ausente. No la cortesana Saint Fond, una teóloga del mal divino que podría representarlo. Está su antípoda, la religiosa Madame de Simiane y Charlotte, la criada que representa a pueblo, podría conjeturarse que están "todas": representantes que lo representan a él. Cada una cree que Sade habló para ella, incluso que Sade es ella misma. Extraña manera de apropiarse de un texto que no se resuelve: el sadismo persigue un objetivo que por repetición de vuelve contra sí- de ahí la necesidad de la escena como exhibición. Mishima según su estilo escribe para investigar la extraña lógica de Pèlagie. Buen tacto. Sade es irrepresentable como ciertos personajes históricos que vienen con demasiadas mochilas.
Sade echaba espuma por la boca al leer que la madre naturaleza es buena en el Emilio de Rousseau. Concide en eso con Voltarie que ya sospechaba en el ginebrino el anuncio del idiota universal en su lectura del devastador terremoto de Lisboa, cuando argumentó que sus víctimas de habían salvado de daños peores. (3)La Naturaleza era tan "buena" como el hombre. La ironía del poema de Voltarie se transforma en osadía y desafío en Sade al ver los estragos de la Revolución y los discursos que los legitiman.
Sade repudiaba la pena de muerte porque separaba a ésta del placer. Quería que la misma muerte fuera placentera. Se apeló a Rousseau, se proscribió a Voltaire. Así nació el Ser Supremo y la circularidad del Terror que haría a Robespierre en nombre de la Razón firmar su propia sentencia de muerte.
Sade es un aristócrata a secas para el que vale la frase de Claudel: hay que hacer bien incluso el mal. Escribe en La filosofía del Tocador. "Una joven apenas salida de la casa paterna que no conoce nada, que no tiene experiencia alguna, obligada a pasar súbitamente a los brazos de un hombre al que jamás ha visto, obligada a jurar a este hombre, al pie de los altares, una obediencia y una fidelidad injusta. Inmolándola, por la pérfida codicia paterna, a un esposo que o no tiene nada para hacerse amar o lo tiene todo para hacerse odiar. ¿Hay en el mundo suerte más horrible que esa?"
¿Cómo, Sade preocupado más que Rousseau y Molière en la educación de las mujeres? ¿Habrá escrito Sade también para el mundo árabe, que entonces no era ajeno al pensamiento de las luces como se refleja en ciertos cuentos de Voltaire y en las referencias de Joumana?. Hoy las mujeres afganas pueden votar y leer. Pero no se puede no tener en cuenta ciertas regiones de Afganistán, alejadas de la mano de Dios, donde las mujeres se inmolan- se queman vivas- para no casarse no sólo por el hombre que no desean sino porque se las hace entrar en una familia que las trata como esclavas (5).
La burka, dice, es también un insulto para el hombre. Pide egoísmo a las mujeres árabes, al diablo la sagrada comunidad. Ha descubierto en sí una maravilla ausente en mil y una noches: ser un individuo, aunque se repita que ella sea un no todo. Es más bien un punto a favor que en contra: hay algo en la mujer que resiste a la socialización total, sea en el Partido o el Templo, a veces tan parecidos en la Fiesta del Ser Supremo que decretó Robespierre en el período jacobino de la Revolución. ¿Qué se festeja? La libertad, la igualdad y la fraternidad. Pero en el período del Terror, La Libertad, el fin de la servidumbre no hace sino tornarla voluntaria, la Igualdad sólo se la encuentra en las cabezas guillotinadas y la Fraternidad se cambia en la delación del familiar y del amigo. (6)
La Diosa Razón que debía garantizar esas fusiones se pone a delirar como borracha empedernida que nunca calma su sed de sangre. La República está orgullosa de haber terminado con la superstición de siglos, de ser atea pero enseguida se arrastra a los pies del Ser supremo, más monótono y déspota que el Uno de los tres monoteísmos. Ahí nacen divinidades que todavía no se terminan de reconocer. El autor del Moisés, Freud, que puede leerse como una carta de amor a la lengua alemana- la lengua de Goethe en manos de las SS- contra las raíces- Moisés era egipcio como Cristo judío- entró de otra manera al mundo de Sherezade, para descifrar en uno de sus relatos las siniestras implicaciones de la realización del deseo.
El asesinato de Sherezade en su caso supone enfrentar la muerte y el suicidio. La soledad de quedar afuera de la homogeneidad comunitaria.
Escribir es siempre desplazarse del origen. Pero algunas escrituras desplazan el mismo origen, a veces extraviando una tradición, otras reencontrándola. En el caso de Haddad se reencuentran los temas eróticos de la poesía árabe medieval en un cruce de tradiciones- castellanas, portuguesas y judías- que hoy llamaríamos multicultural. Las reinventa desde otro lugar de enunciación: no es la narradora de Las mil y una noches pero tampoco la muchacha árabe pasivamente enamorada. Su libro Miroirs des passantes dans le songe es un conjuro contra el suicidio.
El suicidio es sin duda el estrechamiento total de un entre dos con el inconsciente, colonizado en esta cultura por el Templo. Los hombres lo llevan consigo, la mujer sólo es mujer despojada de todo atributo femenino.
¡Que diferencia con la poética amorosa árabe y el lugar que ocupan las joyas!
Joumana mata el suicidio en vida como a la narradora contractual de las arabian nights: "Déjame matarte, vida, para que me poseas. Para que yo posea mi vida".
La vida y la muerte, eros y thanatos intercambian sus máscaras. Haddad explora las motivaciones de suicidio de otras poetas-Alfonsina Storni, Marina Tsvietáieva, Sylvia Plat- y finalmente se impone la conjunción de eros con logos. Y eros se va abriendo camino: "Las tristezas no son tu manantial. ¿Tampoco son el estuario, sino el viaje que hace el oro del alma? ¿Extranjera, alma, quién eres? ¿Se te toma por la rebelde, y no eres más que lubricidad que se traspasa? ¿Lo que se toma por rechazo no es más que el vértigo del extravío? Y el exceso de las máscaras borra tu rostro."
Aquí interpela su propia comunidad que toma por rechazo una la afirmación del extravío, el exceso, el no tener un cuerpo como las demás. El furor y el rechazo hacen lo posible por igualar las pasiones aunque se trate de sociedades jerárquicas. La sociedad nace de un crimen cometido en común y poner el deseo en el lazo que la sostiene despierta retroactivamente el crimen. Así son innumerables las jóvenes musulmanas asesinadas por familiares- hermanos- en el corazón de Europa por tener contactos con extraños. ¿En nombre de qué? Del Templo que succiona las vidas. Hoy, mientras Joumana se apoya en las tradiciones liberales de Occidente, Europa está en vías de islamización, la Sharia se aplica ya en el Reino Unido. A su vez, los partidos de ultraderecha crecen, Anders Behring Breivik, el noruego que asesinó a más de 76 personas, dispuesto a matar mediante atentados terroristas a todo lo que huela a musulmán inclyendo a supuestos cómplices, es alguien más que un loco suelto, es una muestra más de lo que Angela Merkel ha considerado el fracaso del multiculturalismo europeo que no logra constituir una alternativa ni al fundamentalismo ni a la xenofobia.
Hay una línea de poemas que conectan con la mejor tradición árabe de alabanzas al amado. En la cultura árabe se conocen los poemas de la doncella enamorada al habib, al amado, contrarios al gusto árabe antiguo que en los cantos románicos peninsulares o en la poesía galaico portuguesa se llamarán cántigas de amigo. En las canciones mozárabes recurre el tema de que "falar e reir está ben" pero meter la mano no tanto. También: "El joyero, ay madre, no me da alhajas. Blanco cuello verá mi dueño, no verá las joyas". También hay una jarcia que le hace contrapunto como el caso de la doncella que rechaza las joyas porque van a ocultar su cuello a la mirada deseante de su habib.
Las joyas se reiteran en las jarcias de diferente manera. Aparecen también en la poesía de Juda Halevi : “Seda bordada es el vestido de tu cuerpo/ pero la gracia y la hermosura recubren tus ojos/las joyas de las doncellas son obra de artesano/ mas esplendor y encanto son tus adornos." La joya como fetiche no cumple esta función estabilizadora. Más bien inspira variaciones como lo muestran las jarcias establecidas por Ramón Menéndez Pidal: el estremecimiento de la mujer al sentir que el habib llama su puerta, la esquivez ante las caricias, la protesta por las enfermedades que causa el amor, la súplica al habib para que no se ausente, el desconsuelo por su ausencia, la honda pena al ver llegar la Pascua- motivo de celebraciones- y que el habib no llega.
Las culturas están en interacción, pero las formas- la jarcia, las muwaschabas- las atraviesan. Las polémicas entre la lectura individualista y la tradicionalista fundan escuelas.
Escribe Joumana en Yo tengo un cuerpo:" Yo tengo un cuerpo que aguarda en el lecho del mar. Como un volcán es mi cuerpo, el agua entibia su cráter para que no llegue el placer antes de que el amor llegue. Tengo un cuerpo ignoto. Puede ser un grano de arena o un pez rojo o la perla en su concha. Hallaré su sabor con dos labios que abrasan y una lengua que absorbe, y ese sonido de lava semejante a penetrar en el Edén".
Un cuerpo desconocido y un rostro. Sólo las certezas de la Sociedad mediante el fetiche nos ofrecen un saber sobre el cuerpo, que se acomoda a todas las funciones, incluso las del sexo obligatorio. Pero el cuerpo que pasa por el nombre atraviesa la frontera de los sueños diurnos y entra en la noche donde la mujer tiene mil ángulos, rostros imprevisibles donde el riesgo cero no existe y que pueden ser el de la Concubina de Mishima o las figuras demoníacas de De Kooning.
El soplo de Yavhé que multiplica las lenguas contra la lengua única de la soberbia de los hombres de Babel es una fiesta de lo arcaico que encuentra el don de lenguas de Pentecostés. Leer y hablar muchas lenguas, entrar en las culturas, incluso la argentina, ha sido para Joumana su arma de defensa y una entrada en la alteridad: "Las lenguas me han dado la posibilidad de ir al encuentro con el otro, lo que es por añadidura, la posibilidad de ser más libre".
(1) Yo maté a Sherezade, confesiones de una mujer árabe furiosa, Debate, 2011.
2) Cornelius Castoriadis escribe: "Son países o bien donde las estructuras de poder de poder son o bien arcaicas o bien una mezcla de arcaísmo y estanilismo. Tomaron lo peor de Occidente y lo plasmaron en una sociedad culturalmente religiosa. En estas sociedades la teocracia nunca corrió peligro, la ley no el resultado de una voluntad nacional sino que es sagrada. El Corán mismo no es un texto revelado, consignado por manos humanas, es sustancialmente divino. Esta mentalidad profunda permanece y resurge ante la modernidad." Entre el vacío occidental y el mito árabe, El avance de la Insignificancia, Eudeba,1997.
3)Sade, una inocencia salvaje, Jean Jaques Pauvert, Tusquets editores,1989.(3) La muerte en el Estío y otros cuentos, Yukio Mishima, Monte Avila editores,1966.
4)Voltaire: de Lisboa al jinete de Bronce, Luis Thonis, Tokonoma 9, septiembre de 2004.
5)La inmolación último recurso de las jóvenes afganas. Por Vicent Vulin. Le Figaro 18/2/2011. El trabajo de Vulin está basado en un informe de la ONU y está publicado en librospeligrosos.blogspot.com6) Phillipe Sollers, Sade contra l´Être supreme, Qua Voltaire, 1992
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