Luis Thonis
Austria Hungría de Néstor Perlongher([1])
La disgregación de lenguas y el sueño de un imperio
Una paradoja de Pascal cuanta que sólo es posible dar crédito a los relatos de quienes murieron en batalla, más novelístico, el Sthendal de La Cartuja de Parma hace girar los planos en derredor de una batalla jamás narrada sino por los restos – un cadáver, cañones, un grupo de generales cruzando la pradera- que ve Fabrice. Estas disyunciones entre el lenguaje y la guerra habrán de se tenidas en cuenta en la lectura de Austria- Hungría.
Convergentes, los distintos poemas de Néstor Perlongher carecen de esta mirada, pero traen, actúan las voces de la caída de las águilas, del imperio astro húngaro – donde tan cómodamente vivieron Freud y Joyce – dejando correr la diseminación de sus jergas. Y decepcionando la llegada del andantino marcial, el poema se inicia con la venida de los polacos: “Es una murga/marcha sobre la noche de Varsovia, hace milagros con las máscaras, confunde/ a un público polaco/Los estudiantes de Cracovia miran desconcertados: nunca han visto/ nada igual en sus libros/ No es carnaval, no es sábado, no se marcha, nadie ve, no hay niebla, es una murga, son serpentinas, es el papel picado, el éter frío/como la nieve de una calle de una ciudad como Polonia/que no es/que no es.”
Polonia siempre en el centro de las catástrofes de Europa: la Gran Guerra, el nazismo, el estanilismo. Como el poema el sueño – y Polonia – ignoran la contradicción o la inscribe fuera de la alternativa verdadero- falso: es y no es Polonia, la murga está y no está, no es carnaval pero la escena es carnavalesca, no se ve. Acaso el autor piense con Ubú rey – por otras razones, del corazón, para reincidir en Pascal- que de no haber habido Polonia no hubiera habido polacos y así sucesivamente. Esto lo lleva a la reconstrucción de un imperio virtual, lugar flotante donde se refractan los asaltos vocálicos posteriores a las “escenas de guerra” cuyos conflictos son círculos descentrados que están en todas partes y su centro en ninguna.
La virtualidad de Austria Hungría alude a un territorio en cuyo interior se dio una lucha por la dominación de una lengua – había rutenos, eslovenos, croatas, italianos, rumanos, etc – y al reverberar oblicuo de otras mitologías, lejanas o próximas: copla de los orientales - los orientales no se doblegan- , Marlene Dietrich cantando en Baviera e ilusionando a los nazis, una escena remota en Eritrea, donde unos anónimos cuentan que alguien olvidó el lenguaje de las flores.
Lo cursi y lo fútil abundan en el poema pero no son tales. Lo cursi no implica la cursilería; es, antes bien, la flexión del sujeto respecto de su objeto de amor; lo fútil, antes de ser lo superficial, implica un trabajo sobre la tontería amorosa que enuncia el deseo en un lenguaje extrapoder; en ambos casos, se elude el efectismo populista que hace de ellos la excusa para una naturalización. Ningún buen salvaje. La Historia es un cadáver hambriento, insaciable, que envía a los cuerpos a las fosas. Pero hay otras historias. Soldados desconocidos y desconocidos placeres. Aquí las voces se dividen, se fragmentan.
A veces, la frase de Perlongher se subordina en curvatura, según las exigencias de la sintaxis barroca: “Las más exhaustas glorietas donde en más se pasea, indiferente él, con esa rutilancia que deja el abandono, ese vil resplandor que esparcen las estrellas cuando caen desde el cielo y se deshacen.”
Sin embargo, de continuo abandona esa construcción tan cercana al silogismo, para producir varias cesuras en el interior explorando al extremo la estrecha relación que hay en castellano entre el acento lexical y el ritmo.
Cambian los acentos, las palabras se aliteran o conforman anagramas, proliferan las cesuras: “¿Coser los bordes de la herida, debo? ¿es debido? ¿He podido? suturarla doliente ya, doliéndome, rastreramente como un perro/ oh señor”.
La sutura o el cierre no suceden jamás, el verso es esa “pierna amputada” que emerge en sus miembros fantasmas. A diferencia de lo carnavalesco tradicional, cada voz es nítida, está dividida, no es una suma masiva de voces y a menudo esta división reniega – musicalmente- de la diferencia de los sexos: no se sabe quién habla, si es hombre o mujer.
La castración que “produce” la diferencia de los sexos, vuelve sobre el poema – de ahí la pregunta de coser o no los bordes de la herida – pero a diferencia del perverso, que queda fijado en el cuadro fetichista(el fetiche es garantía de estabilidad), las voces, dispuestas en varios ritmos, cortando la línea de entonación vocal, se engendran, vuelven de sí a sí y reverberan.
Este libro no puede conjeturarse a través de nociones como la de influencia, porque éstas dividen al poema – objeto de análisis – en lenguaje y lenguaje objeto, explicando lo último por lo que supuestamente está antes, suturando bajo la protección( pretexto) de otro texto las pérdidas del texto que se ha de leer.
Cuando Perlongher cita a Lezama Lima: “deseoso es aquel que huye de su madre” importa menos la influencia de Lezama en Perlongher – reconocida desde ya por el autor – que la fluencia de lo que huye, se muestra y se extravía en Austria Hungría: “Pues ve y búscale ve no ves acaso lo que buscas? ¿Buscas acaso lo que ves? esa herida”.
El desmembramiento del imperio, esa herida, producen un vástago, el soldado astrohúngaro, que habla de los efectos del imperio: “Partido uncido soy/ a cualquier carro que levante voy/ la polvareda de la historia”, quien a la vez es un hombre y una mujer, una chica de Oliverio Girando y un soldado astrohúngaro.
Austria Hungría. Inicio de la caída de las águilas, fin de los imperios que anuncia el advenimiento de los fascismos de la Segunda Guerra mundial y una sucesión de tensiones étnicas.
Austria Hungría. Astro que se desprende errante, mientras resuenan otras tantas dicciones – un ucraniano, un albanés, un yugoeslavo, un búlgaro- y el poema, sesgando el eje axial de un cuerpo da a leer el polvo y el placer de sus palabras, estrellas.
[1] Este texto, que fue la primera publicación sobre Néstor Perlongher se escribió en febrero de 1981 en el diario Convicción. Esto me valió por parte de Eduardo Saguier, aprovechando el paso del tiempo que torna borrosa la memoria, ser ubicado en una lista de colaboracionistas, en la que figuran quienes escribieron una nota esporádica como cómplices de las peores aberraciones de la ESMA. En otra parte respondo a sus argumentos que llegan a ver como legítimas a organizaciones parapoliciales como las Tres A por pertenenecer a un gobierno constitucional. Perlongher no pensaba lo mismo: destacó mi valor por atreverme a escribir sobre él. Curiosamente - la historia sería larga - en otros medios no había consenso para este tipo de escritores que sonaban escandalosos. En una entrevista en España en Banda Hispánica - se encuentra en Internet - con Miguel Angel Zapata, Perlongher entre otras cosas, dice: " Austria Hungría sale en el 80 silenciosamente, a no ser por una brillante crítica de Luis Thonis..."
Austria Hungría de Néstor Perlongher([1])
La disgregación de lenguas y el sueño de un imperio
Una paradoja de Pascal cuanta que sólo es posible dar crédito a los relatos de quienes murieron en batalla, más novelístico, el Sthendal de La Cartuja de Parma hace girar los planos en derredor de una batalla jamás narrada sino por los restos – un cadáver, cañones, un grupo de generales cruzando la pradera- que ve Fabrice. Estas disyunciones entre el lenguaje y la guerra habrán de se tenidas en cuenta en la lectura de Austria- Hungría.
Convergentes, los distintos poemas de Néstor Perlongher carecen de esta mirada, pero traen, actúan las voces de la caída de las águilas, del imperio astro húngaro – donde tan cómodamente vivieron Freud y Joyce – dejando correr la diseminación de sus jergas. Y decepcionando la llegada del andantino marcial, el poema se inicia con la venida de los polacos: “Es una murga/marcha sobre la noche de Varsovia, hace milagros con las máscaras, confunde/ a un público polaco/Los estudiantes de Cracovia miran desconcertados: nunca han visto/ nada igual en sus libros/ No es carnaval, no es sábado, no se marcha, nadie ve, no hay niebla, es una murga, son serpentinas, es el papel picado, el éter frío/como la nieve de una calle de una ciudad como Polonia/que no es/que no es.”
Polonia siempre en el centro de las catástrofes de Europa: la Gran Guerra, el nazismo, el estanilismo. Como el poema el sueño – y Polonia – ignoran la contradicción o la inscribe fuera de la alternativa verdadero- falso: es y no es Polonia, la murga está y no está, no es carnaval pero la escena es carnavalesca, no se ve. Acaso el autor piense con Ubú rey – por otras razones, del corazón, para reincidir en Pascal- que de no haber habido Polonia no hubiera habido polacos y así sucesivamente. Esto lo lleva a la reconstrucción de un imperio virtual, lugar flotante donde se refractan los asaltos vocálicos posteriores a las “escenas de guerra” cuyos conflictos son círculos descentrados que están en todas partes y su centro en ninguna.
La virtualidad de Austria Hungría alude a un territorio en cuyo interior se dio una lucha por la dominación de una lengua – había rutenos, eslovenos, croatas, italianos, rumanos, etc – y al reverberar oblicuo de otras mitologías, lejanas o próximas: copla de los orientales - los orientales no se doblegan- , Marlene Dietrich cantando en Baviera e ilusionando a los nazis, una escena remota en Eritrea, donde unos anónimos cuentan que alguien olvidó el lenguaje de las flores.
Lo cursi y lo fútil abundan en el poema pero no son tales. Lo cursi no implica la cursilería; es, antes bien, la flexión del sujeto respecto de su objeto de amor; lo fútil, antes de ser lo superficial, implica un trabajo sobre la tontería amorosa que enuncia el deseo en un lenguaje extrapoder; en ambos casos, se elude el efectismo populista que hace de ellos la excusa para una naturalización. Ningún buen salvaje. La Historia es un cadáver hambriento, insaciable, que envía a los cuerpos a las fosas. Pero hay otras historias. Soldados desconocidos y desconocidos placeres. Aquí las voces se dividen, se fragmentan.
A veces, la frase de Perlongher se subordina en curvatura, según las exigencias de la sintaxis barroca: “Las más exhaustas glorietas donde en más se pasea, indiferente él, con esa rutilancia que deja el abandono, ese vil resplandor que esparcen las estrellas cuando caen desde el cielo y se deshacen.”
Sin embargo, de continuo abandona esa construcción tan cercana al silogismo, para producir varias cesuras en el interior explorando al extremo la estrecha relación que hay en castellano entre el acento lexical y el ritmo.
Cambian los acentos, las palabras se aliteran o conforman anagramas, proliferan las cesuras: “¿Coser los bordes de la herida, debo? ¿es debido? ¿He podido? suturarla doliente ya, doliéndome, rastreramente como un perro/ oh señor”.
La sutura o el cierre no suceden jamás, el verso es esa “pierna amputada” que emerge en sus miembros fantasmas. A diferencia de lo carnavalesco tradicional, cada voz es nítida, está dividida, no es una suma masiva de voces y a menudo esta división reniega – musicalmente- de la diferencia de los sexos: no se sabe quién habla, si es hombre o mujer.
La castración que “produce” la diferencia de los sexos, vuelve sobre el poema – de ahí la pregunta de coser o no los bordes de la herida – pero a diferencia del perverso, que queda fijado en el cuadro fetichista(el fetiche es garantía de estabilidad), las voces, dispuestas en varios ritmos, cortando la línea de entonación vocal, se engendran, vuelven de sí a sí y reverberan.
Este libro no puede conjeturarse a través de nociones como la de influencia, porque éstas dividen al poema – objeto de análisis – en lenguaje y lenguaje objeto, explicando lo último por lo que supuestamente está antes, suturando bajo la protección( pretexto) de otro texto las pérdidas del texto que se ha de leer.
Cuando Perlongher cita a Lezama Lima: “deseoso es aquel que huye de su madre” importa menos la influencia de Lezama en Perlongher – reconocida desde ya por el autor – que la fluencia de lo que huye, se muestra y se extravía en Austria Hungría: “Pues ve y búscale ve no ves acaso lo que buscas? ¿Buscas acaso lo que ves? esa herida”.
El desmembramiento del imperio, esa herida, producen un vástago, el soldado astrohúngaro, que habla de los efectos del imperio: “Partido uncido soy/ a cualquier carro que levante voy/ la polvareda de la historia”, quien a la vez es un hombre y una mujer, una chica de Oliverio Girando y un soldado astrohúngaro.
Austria Hungría. Inicio de la caída de las águilas, fin de los imperios que anuncia el advenimiento de los fascismos de la Segunda Guerra mundial y una sucesión de tensiones étnicas.
Austria Hungría. Astro que se desprende errante, mientras resuenan otras tantas dicciones – un ucraniano, un albanés, un yugoeslavo, un búlgaro- y el poema, sesgando el eje axial de un cuerpo da a leer el polvo y el placer de sus palabras, estrellas.
[1] Este texto, que fue la primera publicación sobre Néstor Perlongher se escribió en febrero de 1981 en el diario Convicción. Esto me valió por parte de Eduardo Saguier, aprovechando el paso del tiempo que torna borrosa la memoria, ser ubicado en una lista de colaboracionistas, en la que figuran quienes escribieron una nota esporádica como cómplices de las peores aberraciones de la ESMA. En otra parte respondo a sus argumentos que llegan a ver como legítimas a organizaciones parapoliciales como las Tres A por pertenenecer a un gobierno constitucional. Perlongher no pensaba lo mismo: destacó mi valor por atreverme a escribir sobre él. Curiosamente - la historia sería larga - en otros medios no había consenso para este tipo de escritores que sonaban escandalosos. En una entrevista en España en Banda Hispánica - se encuentra en Internet - con Miguel Angel Zapata, Perlongher entre otras cosas, dice: " Austria Hungría sale en el 80 silenciosamente, a no ser por una brillante crítica de Luis Thonis..."
1 comentario:
Consulta: ¿dónde conseguiste Austria-Hungría? Porque estoy interesada en comprarlo, pero no lo encuentro por ningún lado. ¡Gracias!
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