Voltaire
Contra los religiosos y los filósofos que tienen tendencia a encontrar que « todo está bien », o que « todo es para mejor en el mejor de los mundos posibles », Voltaire, en 1756, escribe su gran poema El Desastre de Lisboa. Ante la catástrofe del terremoto en Haiti, es sorprendente leerlo hoy. Lisboa, ciudad hundida en 1755, Puerto Príncipe, ese tiempo aquí: mismo horror, mismo sufrimiento. Cierto, los socorros y las donaciones afluyen, pero hay y las habrá siempre, puesto que el viejo Dios ha devenido enteramente Sociedad, con sus funcionarios del optimismo para dar vuelta la página y volver rápidamente a la Bolsa. ¿Qué dice Voltaire? Estas no son sino « ruinas espantosas, restos y jirones de cadáveres, miembros dispersos, cenizas, mujeres y niños amontonados unos sobre otros, cien mil infortunados que la tierra devora. » ¿Dios ve todo eso con ojo indiferente? Es probable. ¿Dicen que Dios no existe más? Sin duda, pero su sustituto numérico funciona a pleno régimen, y los bancos nunca estuvieron tan bien conducidos. Queda este grito memorable, que conducirá a Voltaire más tarde, a la ironía superior de Candide, esta pequeña novela fulgurante y siempre actual.
Camus
A fuerza de conmemorar a Camus, de panteonizarlo, de transformarlo en fantasma abstracto, se ha logrado volverlo aburrido. ¡Qué fatigosas son todas esas historias con Sartre, el comunismo y los Tiempos Modernos! Fue hace largo tiempo, en el oscuro siglo XX. El Camus vivo (por piedad, ¡que se lo deje dormir tranquilo bajo el sol de Lourmarin !) es, para mí, el de Bodas y El Verano. Camus no dice que« todo está bien », puesto que está la miseria y lo absurdo. Pero tiene confianza, sobre un fondo trágico, a algo que siente más físico y animal en él y que llama « el orgullo de vivir ». « Hoy el imbécil es rey, y llamo imbécil a quien tiene miedo de gozar » Insiste, Camus, con toda sus fuerzas « retomar a los Griegos ». « El sentido de la historia de mañana no es el que se cree. Está en la lucha entre la creación y la inquisición. A pesar el precio que pagarán los artistas con sus manos vacías, se puede esperar su victoria. Una vez más, la filosofía de las tinieblas se disipará por encima del mar destellante. »
Estas líneas fueron escritas en 1948. En 2010, la lucha entre la creación y la Inquisición sigue siendo la misma. En 1950, Camus escribe todavía: « Yo no odio sino a los crueles. En lo más negro de nuestro nihilismo, he buscado solamente las razones para sobrepasarlo (...)Esquilo es a menudo desesperante: sin embargo, irradia y reanima. En el centro de su universo no es un magro no sentido que encontramos, sino el enigma, es decir un sentido que se descifra mal porque deslumbra. » En 1952, he aquí una recusación de « las tumbas chillonas», ¿qué es el Panteón sino un tráfico ruidoso de ataudes ?: « Un día, cuando estemos dispuestos a morir de agotamiento e ignorancia, podré renunciar a nuestras tumbas chillonas, para irme a extender en un valle, bajo la misma luz, y aprender, una última vez, esto que sé »
Enigmático y silencioso, Camus, a quien a todo precio se quiere simplificar y reducir. En 1953, cuatro años antes del novel, siete años antes de su mortal accidente, escribe: « Un busco amor, una gran obra, un acto decisivo, un pensamiento que transfigura, dan a ciertos momentos la misma intolerable ansiedad, doblada de una atracción irresistible (...) Siempre he tenido la impresión de vivir en alta mar, amenazado, en el corazón de una dicha real » Esto es bello.
Le Journal du Dimanche, 31 janvier 2010.
Traducción : Luis Thonis
No hay comentarios:
Publicar un comentario