viernes, 1 de abril de 2011

Tu país, esa noche ardiente. Por Joumana Hadad







Tu país, esa noche ardiente ¿Quién eres extranjera? Tus máscaras borrando los rasgos de tormentos son tu ventana ciega. Con la avidez del relámpago robas el sueño y de la lujuria de tus sueños te estremeces Entregada al infierno de la carne, tu fisura se abre sobre el vaso. ¿Cómo puede reposar tu soledad al fondo del corazón a pesar de los días que hormiguean de nombres, cómo puede revestir tu tristeza los párpados y tu tarde profunda arrancar la mirada de la sima? ¿Quién eres tú, extraño recuerdo a la caricia, raíces extrañas a la huida, relajamiento oscuro como la densidad de la nube, recogimiento semejante a sí mismo? Tu carne vida se sacia en su deseo desierto extasiado en su arena sedienta. Estrecha es tu tierra estrecha, pero más vasta que el torso del amante. Y una gota de tu desnudez basta para que llueva la luna. No te engendré un árbol, ninguna estación te maduré. Tus puertas están cerradas pero tú eres tierna como un placer que se abre. Tu cabeza en lo profundo en lo profundo se impregna de imágenes. Tu cielo, que permanece alto, endulza el aburrimiento, lo rocía de un gusto vencido, tal el horizonte que sabe. Di cómo tu imaginario guarda la esencia, cómo al alba se cicatrizan tus deseos y encienden tu sed de desnudo? ¡Cómo puede tener para cada salida del sol su cuchillo, extranjera, cómo te atreves! Te pierdes en tu noche y en los lugares de paso, en cuanto a tu sombra ella busca tus manos múltiples y oscila contigo bajo el arco de la voluptuosidad. Extranjera tú eres y tu lo sabes, tú te rompes sobre tu reflejo, después esperas la conclusión del viaje. Tu país es esta noche ardiente y no hay soles para apagarla. Tus brazos ebrios bailan al borde de la presencia cada vez que una mano se dispone a partir. Tu país no tiene nombre, ni fin tampoco. Tu alma, cada vez que se acerca el instante de llegada lo aleja. Tú llevas tu soledad que corre en las llanuras en busca de pájaros para el bosque Tu soledad ligera tal un seno que no ha atravesado el umbral de lo imaginario. ¿Dónde apoyas tu estrella cuando las tinieblas te tocan, dónde brillas, astro peregrino? Tu palidez te guarda, extranjera en desorden y en la sombra tus rostros deshechos te esperan, tu humor alfombra el sendero secreto y en la noche tu alma llora la realización de su delirio. Las tristezas no son tu manantial. Tampoco son el estuario, sino el viaje que hace el oro del alma. ¿Extranjera, alma mía, quién eres? Se te toma por la rebelde, y no eres más que lubricidad que se traspasa. Lo que se toma por rechazo no es más de el vértigo del extravío. Y el exceso de las máscaras borra tu rostro. © Joumana Haddad (Traducido por José Luis Reina Palazon)







Cuando me hice fruta




Hombre y mujer fui concebida bajo la sombra de la luna, Pero Adán fue sacrificado en mi nacimiento, Inmolado a los mercenarios de la noche. Y para colmar el vacío de mi otra esencia Madre me bañó en aguas del misterio, Me instaló en la orilla de cada montaña, Moldeó la luz y la penumbra Para hacer de mí mujer-centro y mujer-lanza, Traspasada y gloriosa, Ángel de los placeres innominados. Extranjera crecí y ninguno cosechó mi trigo. Diseñé mi vida en una hoja blanca, Manzana a la que ningún árbol dio a luz. Y la horadé y salí, En parte vestida de rojo y en parte de blanco. No solo estuve en el tiempo o fuera de él Porque maduré en los dos bosques Y recordé antes de nacer Que soy un tumulto de cuerpos, Que dormí largo tiempo, Que viví largo tiempo, Y cuando me hice fruta Supe Lo Que Me Esperaba. Pedí a los magos que cuidaran de mí, Y entonces me llevaron consigo. Dulce era mi risa Azul mi desnudez Tímido mi pecado. Volaba sobre la pluma de un ave Y me hacia almohada a la hora del delirio. Cubrieron mi cuerpo de amuletos, Y untaron mi corazón con la miel de la demencia. Protegieron mis tesoros Y los ladrones de mis tesoros, Me obsequiaron historias y silencios, Desataron mis raíces. Y desde aquel día me voy Me hago nube de cada noche Y viajo. Soy la única en decirme adiós La única en acogerme. El deseo es mi camino y la tormenta mi compás. En el amor no echo anclas. Gemela de las mareas, De la ola y de la arena Del candor y de los vicios de la luna, Del amor Y de la muerte del amor. Durante el día mi risa es de los otros Y la cena solo a mí me pertenece. . Quien sabe mi ritmo me conoce Me sigue No me alcanza. © Joumana Haddad Traducido por Joumana Haddad




Dueto



Tus ojos han tejido una luz extraña en mi mirada. –Es que has despertado el bosque y los marinos del bosque. –Hace azul. ¿Dónde estoy? –En mis brazos. Allí donde tu río se incendia. –¿Y esta luna sobre mi cuello? –Es mi noche que quiere sellar tu piel. –¿Comienzo? –Comienzos. –¿Y por qué abres los párpados cerrados? –Para mejor ver tu prisa salpicar mi espera. Para oír a nuestros labios despegar. –Tú y yo, vuelo de gritos. –Tú y yo, alas migratorias del poema. –Seré para ti el pájaro y el cazador. –No me vencerás: yo me ofreceré a tu fusil. –Lo plantaré en tu corazón hasta la conquista. –No es más que perdiendo que se merece el viaje. –¿Cómo llegar? Tú tienes el cuerpo numeroso de la ilusión. –¿Por qué llegar? Sé la mano duradera de los fantasmas. –Tus caderas, pórticos del purgatorio de los perezosos. –Mis caderas, barrotes de la prisión que libera. –Mujer tengo sed, viértete. –Que tus nombres te abreven: ellos perlan sobre mis labios. –Dejaré a los pecadores llegar hasta ti. –Pero el violín queda cerrado. ¿Sabrás desbotonarlo? –Aprenderé. Lo sacudiré como a un árbol hasta hacer fluir todas sus músicas sobre mi lengua. Lo trabajaré como un artesano su oro, como el depravado su condena. –Lo aprenderé. –¿Y me harás tuya, bandido? –Sin cesar y nunca. –Amo el estremecimiento que arrancarás de mi garganta. –Entonces ven. El vino retrocede sin ti.









El Retorno de Lilith



Yo soy Lilith, la diosa de dos noches que vuelve de su exilio. Soy Lilith, la mujer destino, ningún macho escapa a mi suerte y ningún macho quisiera escapar. Soy las dos lunas Lilith, la negra no está completa sino por la blanca. Ya que mi pureza es la chispa del desenfreno y mi abstinencia el inicio de lo posible.Soy la mujer paraíso que cayó del paraíso y soy la caída paraíso. Soy la mujer destino y los convidados al festín me llaman la hechicera alada de la noche, la diosa de la tentación y del deseo, me han nombrado patrona del placer gratuito y de la masturbación y liberada de la condición de madre para que sea el destino inmortal. Soy Lilith el secreto de los dedos que insisten, el pueblo, el sendero. Divulgo los sueños, destruyo ciudades de hombres con el diluvio, no reúno dos de cada especie para mi arca, más bien los transformo a todos para que el sexo se purifique de toda pureza. El sino de los condenados y la diosa de dos noches, la unión del sueño y de la vigilia. Yo, la puerta feto perdiéndome me gané mi vida, regreso de mi exilio para ser la esposa de los siete días y las cenizas de mañana. Soy la leona seductora y regreso para cubrir de vergüenza a las prisas y reinar sobre la tierra. Regreso para sanar la costilla de Adán y liberar a cada hombre de su Eva. Yo soy Lilith y vuelvo de mi exilio para heredar la muerte de la madre que he criado.









En la oscuridad harás tu camino. En la oscuridad el camino habrá de seguirte. Cada vez que tiendas la mano tocarás el cuerno del diablo. Su cuerno rígido sobre tu frente será la prueba de tu belleza. Sabrás que hay un cielo en cada pájaro, y que en cada mancha de sangre hay un humano que tiene rostro, un nombre y múltiples destinos.... (Fragmento) Espejos de las Fugaces



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