miércoles, 6 de julio de 2011

Un millón de niños para Fifo( Fidel Castro)


Un millón de niños condenados bajo la excusa de “La Escuela al campo” a no ser niños sino esclavos agrarios.
Un millón de niños condenados a repetir diariamente consignas humillantes.
Un millón de niños rapados y marcados con una insignia.
Un millón de niños reducidos a levantar el pie a noventa grados y bajarlo marcialmente mientras repiten: ¡hurra!




Un millón de niños para los cuales la primavera traerá la aterradora señal de que hay que partir hacia la recogida de frutos menores.
Un millón de niños enjaulados, hambrientos y amordazados, apresuradamente convirtiéndose en bestias para no perecer de golpe.
Un millón de niños para los cuales ni las hadas ni los sueños, ni la rebeldía, ni la “libertad de expresión” serán inquietudes trascendentales pues no sabrán que pudieron existir tales cosas.
Un millón de niños para los cuales jamás habrá niñez, más si el odio, las vastas plantaciones que hay que abatir. Un millón de niños manejando un martillo descomunal para quienes toda posibilidad de belleza o expansión o ilusión, será un concepto irrisorio, mariconil, o más bien reaccionario.
Un millón de niños perennemente desfilando ante una pantalla y una polvadera y un estrépito ininteligible.
No, en balde, oh Fifo, has abarrotado la isla con pancartas que dicen LOS NIÑOS NACEN PARA SER FELICES.
--Sin esa explicación, ¿quién pudiera imaginarlo?
(La Habana,1972)








Este texto contundente es de principios de la década del setenta, cuando la mayoría de los intelectuales latinoamericanos estaba embelesada con la llamada revolución cubana. Se podría argumentar que no estaban enterados de que había campos de reeducación para niños: el niño era reeducado como si fuera un disidente, apenas había llegado a la palabra. El niño explotado sin miramientos, asesinado por su Estado. El epigrama contra la letra grabada en el cuerpo, anunciada por la Colonia penitenciaria de Kafka. Fifo no es otro que Fidel Castro, así lo llama en sus extraordinarias novelas. Arenas pasó por varios centrales- campos de concentración- y cuenta su experiencia en Antes que Anochezca.




Pero tanto en la década del ochenta, como en las noventa como en el dos mil también la posición de los intelectuales- con algunas excepciones- se mantuvo idéntica: anestesiados en su cubil y reiterando las mismas consignas. No se trataba de ideales sino de lo que llamo “el negocio de los pueblos oprimidos” por parte de unos farsantes que se atreven todavía a hablar en nombre de la ética situando a Chávez- que evoca este tipo de proyecto con el "niño revolucionario" y la creación de milicias infantiles- en el espectro de la democracia.




Reynaldo Arenas es uno de los escritores más políticos de la literatura latinoamericana- pone en crisis la ciudad- que con increíble facilidad, pasa de lo político a lo erótico y viceversa apuntalado en la lengua barroca de Lezama Lima.




Está en las antípodas del desesperado llamado a la afasia y al no pensamiento "transgresivo" de los clowns del posmodernismo de ayer y los clones del nacional vanguardismo de hoy, alguien que dio la guerra en todos los frentes con las palabras, lo único que contaba.(LT)

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