lunes, 11 de julio de 2011

Juventud divino tesoro: comentario sobre la elección porteña. Luis Thonis



La elección porteña tuvo una baja calidad democrática, desde el inicio de las primarias presidenciales. La elección no se hizo desde abajo sino desde las estructuras de cada partido. El colmo fue el oficialismo donde ya se hizo sistema lo que en México se llamaba el dedazo, algo que Kirchner hizo con Cristina y ésta con Scioli al colocarle un vice que es un militante de La Cámpora, y se repitió en varios distritos del país. El gobernador de la Pampa, Carlos Verna, renunció por este motivo y De la Sota no quiso convertirse en el felpudo con que los dichos populares acostumbran a nombrar a Scioli.
De antemano se sabía quién era el ganador de la elección: ni Macri, ni Filmus, ni Pino Solanas, sino el señor Mediático, es decir, la imagen que mejor se adecuara al verosímil de los porteños en una campaña de características fantasmales donde el debate sobre las atribuciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires respecto al gobierno nacional brilló por su ausencia. La imagen de Filmus fue congelada por la Rosada y ante eso Macri apareció como más concreto y más vital.






Macri no sólo venció ampliamente en los sectores con mejores niveles de vida en la ciudad sino en Mataderos, La Boca y Barracas entre otros, ¿se habrán vuelto "asquerosos" o "fascistas" como señalaron personalidades de la cultura afines al oficialismo? ¿Querrán volver a los noventa de la mano del ingeniero? ¿Habrá sido un operativo del diario Clarín que escapó a la prepotencia de Moreno, obsesionado con silenciar al mensajero? Todo hace pensar que las cosas irán peor si se persiste en este método simplificador con que los medios K han acostumbrado a su clientela como el hechicero víctima de sus propios hechizos. Al transformar en política el hechizo de Estado, el gobierno ha ido perdiendo la noción de la realidad.
La elección porteña derribó en primer término el mito del voto juvenil que aparentemente estaría a favor del gobierno por el lavado de cabeza que se le suministra a diario mentándoles a Lenin, Castro, Mao y otros asesinos masivos mencionados como referencias identitarias en la toma de los colegios como sustitutos de Alberdi, Sáenz Peña, Juan B Justo, Alfredo Palacios, nombres cuya sola existencia recuerda que la Argentina tiene una constitución basada en el estado de derecho y que alguna vez tuvo una cultura no sometida a barrabravas o encapuchados.
De nada sirvió la sugestiva licencia que se tomó Norberto Oyarbide para no llamar a indagatoria a Hebe de Bonafini y Shocklender y ensombrecer a Filmus ni evidente política de extorsión, el “votennos, que les vamos a dar todo lo que le negamos al facho Macri”.
La paradoja reside que esta Juventud representa lo más retardatario y patético de una casta política que debería estar entre rejas y ser parte del basurero de la historia. Estetiza lo biológico- ser joven basta para representar lo Nuevo-, opta por el camino más fácil, un sendero de enunciados muertos financiados por el Estado.







La vieja casta quiere renovarse a través de ella en su momento de agonía, como ya lo hizo en el 2003 donde todos los menemistas se convirtieron al Padrino primero y a los Kirchner después, apelando a métodos moyanistas basados en el atropello. Ya ha dado muestras que abriga en sí de lo más bajo que hay en el ser humano. Ejemplo de esto es la agresión a un hombre íntegro como Hermes Binner al grito de- “Hermes, gorila, cuidado con Cristina”- en el acto del Día de la Bandera en Rosario.






Lejos de haberlos contenido, en el colmo del cinismo, la Presidente invirtió carga de la prueba y se colocó en el lugar de la víctima, obviando al tal vez demasiado educado gobernador que podría haber preguntado si Belgrano repartía choripanes a patotas- que horas antes del acto se situaron en lugares estratégicos- para no hablar de otras cosas. De haberla parado en seco, Binner hubiera demostrado un principio de autoridad que le hubiera permitido pasar a liderar la elección y asumido un enfrentamiento que tarde o temprano sucederá. Este estilo reaparece en el ataque a militantes de Pino Solanas en Villa Urquiza, la expulsión de los tobas en Plaza de Mayo, además de sostener a viva voz a Gildo Insfrán, considerado asesino en el informe de Amnesty Internacional junto a Cristina Kirchner como encubridora, entre otras hazañas.
El rabino Berman llegó a ganarle por treinta puntos a Cabandié, expresión de La Campora y Macri con una gestión mediocre y una estética de festilindo - él parecía el animador y Maria Eugenia Vidal una maestra jardinera- le sacó entre dieciocho a veinte puntos- estoy escribiendo sobre el pucho- a Filmus, contradiciendo los medios oficiales que sólo le daban una ventaja de seis puntos al ingeniero. Todos los pronósticos fallaron. Pino Solanas sacó menos votos que en su elección anterior pero le bastó para vencer a la juventud neocamporista.
¿Habrá influido el caso Shocklender y la vergonzante corrupción del INADI? ¿El repudio de Patricia Walsh al bochornoso premio a la comunicación que se dio en la Universidad de la Plata a Hebe de Bonafini con el vozarrón de Victor Hugo Morales?
O la calamitosa gestión de Anibal Fernández que no pudo en años organizar una Policía Federal presentable y vivió en un mundo de sensaciones. Que dijo que no pudo “cumplir las órdenes” de la justicia en los sucesos del Parque Indoamericano - que dejaron muertos, evitables de haber cumplido la orden de la jueza- y que derivó en la llegada de Nilda Garré, que de entrada mostró su impotencia para modificar la Policía Federal colocando a prefectos y gendarmes- preparados durante años para otro tipo de tareas- para cuidar autos y dejando todavía más desguarnecidas las fronteras.





A esto hay que sumarle la toma de los colegios, el retiro de la policía en los hospitales y la monótona publicidad oficial paga por todos y que se ocupa de descalificar y hasta difamar a los adversarios.
Todas son conjeturas. Nunca sabremos que pasa por la cabeza del votante en un país donde los datos están tergiversados, donde se vota personas, o peor, caras.





El punto que debía haberse debatido era el tema que Natalio Botana llama la legitimidad de ejercicio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, poderes y atribuciones que por ahora sólo tiene en la letra escrita, las ejerza Macri o quien sea. Es probable también que los porteños se hayan ofendido por las grotescas arremetidas contra Macri del gobierno nacional y votado más en contra del último que a favor del primero. La gente quiere que la engañen bien, decía el cardenal de Retz, los porteños son personas mansas y crédulas pero la crin de cualquiera se eriza si lo insultan.
El no engaño sería abandonar la "ideología argentina" que la mayoría de las prédicas reproducen, plantear una "revolución liberal" como José Mujica en la otra orilla previa desarticulación del Estado mafioso. Un giro de 180 grados que ponga coto a la patria contratista, sindical y financiera que vulneran desfachatadamente la constitución. Pero nada de eso. Si alguien enunciara lisa y llanamente esta posición no obtendría ni un solo voto. Macri resuelve cualquier problema que se le presente con una de las recetas de la ideología argentina y bien a lo K, aumentando exponencialmente los impuestos.




Entre la Policía Federal y la Metropolitana, ahora con la Gendarmería y la Prefectura hay una confusión tal que lo que principalmente se reclama- seguridad- queda de lado y el votante haya percibido esto como una maniobra efectista para mostrar preocupación en un tema que nunca tuvo una política de Estado, analizada y consensuada.






Pasaron más de ocho años para que el gobierno reconociera que la seguridad no es un tema que ocupa a los ricos- que tienen sus propiedades vigiladas- sino que afecta fundamentalmente a los pobres y a los que viven en Villas asoladas por el narcotráfico que si no se lo combate crece inexorablemente.
Este triunfo por paliza en la Capital no puede trasladarse a la elección nacional, especialmente si se tiene en cuenta la capacidad de recuperación, extorsión y caja del kirchnerismo, ahora confinado al cristinismo, más golpeado por sus propias internas que por la oposición. Tampoco fue mucho el apoyo de la Presidente a Filmus y otro cantar habría sido si el candidato hubiera sido el hombre al que se inclinaba su dedazo, Amado Boudou, aunque seguramente la perfomance de esta pinturita hubiera sido muy inferior a la del ex ministro de educación de Carlos Grosso y autor durante el menemismo de la Ley federal de educación que recientemente repudió como si nada tuviera que ver con ella. De todos modos no puede negarse que pasó toda su vida estudiando temas educativos y que sus antecedentes como persona son excelentes: no pudieron escucharlo ni los que iban a votarlo ni la oposición.
El cristinismo ha quedado confinado a la figura de la Presidente y la imagen juvenil de la Campora. Ya no se hacen argumentaciones de tipo intelectual, los que integran Carta Abierta culpan a Filmus exclusivamente soslayando el verticalismo con la Rosada, que le impidió debatir, algo inevitable en quien está en desigualdad de fuerzas. Si se tienen en cuenta todas las líneas negativas, de su pasado menemista y de un presente abrumado por casos de corrupción, la mordaza que lo confinó a una imagen piadosa, podría decirse que Filmus hizo una muy buena elección, contrariamente a las interpretaciones cartabiertistas cuya autocrítica recuerda a los comités centrales de los viejos partidos comunistas y oscila entre la terapia de grupo y la autoayuda. Foster critica la ceguera nacional y popular desde una posición esclarecida, iluminista. Pero también hay un elitismo ciego en apoyar incondicionalmente a un gobierno cómplice de gobernadores feudales, del oro por cianuro de Gioja, la expropiación y represión de los tobas por Gildo Insfrán exaltado por Agustín Rossi y La Cámpora, el desfachatado apoyo a Lucía Corpacci de Saadi, el las denuncias de las mujeres de Andagalá.


Creen cooperar con Cristina aceptando sin chistar su bajada de línea, alentando sus espasmos hacia la reeleción indefinida, su clausura en el aposento, convirtiéndose en pollerudos de su retórica diva. Ni una palabra sobre la incidencia de los oficios de La Cámpora en la elección.


Ni la guitarra de Horacio González ni el llanto de payador dialéctico de Foster parecen convincentes, salvo para la angustia de sectores de clase media progre acostumbrados a consumir revoluciones que miran por TV. La crítica al estilo fascista llega tarde, se ha institucionalizado en el modo de decir la política por parte de los voceros K.
Lo que se llamó el kirchnerismo está muerto discursivamente.


Se fueron sus mejores hombres. No está ya Roberto Lavagna que luego de la gran licuación de Duhalde, dejó en país a los Kirchner con un amplio superávit fiscal con crecimiento a tasas chinas y renunció al advertir una devastadora política energética sólo imaginable en Macondo, ni están ya los maquiavélicos tejemanejes de Alberto Fernández ni la discreción de Jorge Taiana, que renunció porque su estómago no soportó el negocio todavía no investigado de la Aduana paralela con Venezuela. Fueron sustituidos por dos personajes circences como Aníbal Fernández para el cual la derrota fue una sensación más, que citó a un Bretch de ocasión y Héctor Timerman que aseguró que ganan en la segunda vuelta cuando la diferencia parece irreversible.



Lo único que les queda son los sobrios sofismas de Américo Cristófalo que como Crísipo demuestra la irrealidad del tiempo- o, en este caso, del espectáculo- pero éste no parece demasiado entusiasmado con esta causa que se quiere justa.




A diferencia de los otros, Cristófalo sabe- punto capital- con Baudelaire que el diablo es católico y que es lanzar loas a Macri colocarlo en ese lugar, ofrecerle una bandeja de plata.
La demonología necesita de un demonio. Macri no lo es: sólo es hijo de uno de los padres fundadores de la patria contratista, de buenas migas con el oficialismo.



Sólo se aferran al espectáculo de los montajes fetiches y la idolatría a la Matriarca, hasta ayer envuelta en una corona fúnebre y ya investida en un personaje de viuda alegre que actualiza la lectura de Shakesperae.



Este giro hacia lo sagrado sólo promete un crecimiento de la violencia ahora que el capital de epítetos difamatorios parece agotado.



El poder está desnudo. Las orejas están abiertas para escuchar a la oposición, qué va hacer con la inflación en primer término y con el demencial sistema impositivo comenzando por el cavallista impuesto al cheque, para no hablar de la necesidad de una Auditoria general, un Nunca Más sobre la corrupción con el modelo del juicio a las Juntas de la última década- y no sólo del actual oficialismo- que esta en la estructura misma del Estado y con el consejo de la Magistratura ya que los Jaime, los Moyano, los Shocklender, y tantos otros siguen en libertad porque las causas más graves le caen al mismo juez que maneja los tiempos, como si se hiciera de un proceso penal una suerte de folletín donde hay mucho ruido al principio pero enseguida una tapa tapa a otra tapa sin que los que han robado sumas millonarias de los fondos públicos sean condenados.
La Cámpora no es bien vista por la población, ni por los peronistas tradicionales, muchos K incluidos, y menos por los que en el setenta pusieron el cuerpo y nada quieren saber con esta caricatura: representa un grupo sin experiencia que todavía no ha alcanzado el enriquecimiento de sus regenteadores pero ávido de incorporarse a la vieja casta política, sin ningún pudor para aceptar los penachos y las tiaras del sindicalismo puerto maderista, sea a través de los fondos de los jubilados del Anses, sea vía Mariano Recalde que administra a gusto las pérdidas millonarias de Aerolíneas. Jóvenes yuppies que posan de rebeldes y nacieron a la vida política ejerciendo la obediencia debida a códigos mafiosos.
Y en ese sentido su presencia puede ser decisiva para definir la elección nacional por lo cual muchos habrán de repetir con Dario… juventud divino tesoro.


Aunque de suceder esto, no sabemos si lo dirá el Sr Mediático, representante mayor de la ideología argentina que ha encontrado un nuevo modo de reproducirse, o un exterior a ella deseado por Alberdi y la vigencia casi desconocida por nuestra cultura de una democracia republicana, federal y representativa de la cual en la historia argentina tenemos pocas noticias al extremo que los admiradores del teórico de la supresión de la separación de poderes y apólogo de la superioridad del Estado fascista, Carl Schmitt, retomando las peores tradiciones, hacen lo posible por volverla inexistente.

3 comentarios:

Carlos Suchowolski dijo...

"Este giro hacia lo sagrado sólo promete un crecimiento de la violencia ahora que el capital de epítetos difamatorios parece agotado."

¿Y qué ha prometido previamente ese giro? ¿Basta con señalarlo como si se tratara de un trueno sin tormenta, un trueno, precisamente, "sagrado"? ¿O tiene en la propia realidad, en el propio mecanismo (¿cuál es?, eso es lo que creo que debemos definir al menos para consumo propio ya que "educar" no es efectivo, como se demuestra día a día; ¿cuál y cómo nació y creció?, claro)?
Sirva para dejar constancia (¿inútil?) de mi propia lectura en un sitio donde se aprecia una dosis aceptable de lucidez que parece a veces acariciar una mayor.
Un saludo.

ROBAINA II dijo...

Aguardo con impaciencia la opinión de Luis sobre el resultado de las elecciones en Santa Fe...

César Contino

Anónimo dijo...

ROBAINA, será más de lo mismo, el comentario mucho no debería cambiar. Que nos pasa a los argentinos?, no deberíamos pensar porque votamos así?...