domingo, 23 de noviembre de 2008



Luis Thonis

Un relámpago oscuro

A propósito de Obra reciente de Eduardo Stupía

Existen estrellas contractas que no dejan salir la luz que las hace visibles: se las llama cuerpos negros. La pintura obra en las fronteras del origen para arrancarlo de sí, desplazarlo, remontarlo no hacia un lugar puro, sin huella ni rostro sino hacia cuerpos luminosos en su misma negritud. El dibujo es uno de esos pulsos, la poesía una dicción de sus ritmos. Recordando a Thelonius Monk: es porque hace noche que hay necesidad de luz. Round midnight.
Los teóricos cosmológicos de la dark energy tendrían algo que decir al respecto. Se trata de un retorno por la vía cuántica – partículas y antipartículas que se procesan a cada momento – a la cosmología que los griegos habían pensando desde los elementos: agua, tierra, aire, fuego. Y un quinto elemento desconocido que llamaban quintaesencia.
El Sol reina como astro tautológico. La luz nunca es solar en los dibujos de Eduardo Stupía: las estrellas son el Otro, en este caso todo el universo desconocido que angustiaba a Pascal y la mano traduce unas formas en otras, no en el pasaje de lo familiar a lo desconocido sino en una dimensión que transforma la percepción y la memoria en la mirada misma, siempre fugitiva.
Lo solar se dice en los poemas de Eugenio de Andrade, los dibujos concentran energía negra en un proceso de crecimiento y metamorfosis continua. El negro y el blanco. Lo solar no puede prescindir de su lado oscuro, esa jauría negra. El dibujo no acepta la paráfrasis. La poesía tampoco. Pero ha sido uno de sus destinos contemporáneos. Y algunos filósofos son responsables.
Stupía está lejos de las vertientes del esencialismo o el substancialismo filosófico contemporáneo. Heidegger se ciega filosóficamente ante la visión de un cuadro de Van Gogh que representa un par de zapatos de un campesino. Heidegger trata de su filosofía, de lo que sabe, nunca del cuadro.
Van Gogh ha hecho diversos cuadros con el mismo tema y no se sabe de qué tela habla. Queda atrapado en su tema y poetiza el referente. El mundo campesino, el referente del cuadro, el llamado silencioso de la tierra al que ese producto pertenece al abrigo del mundo campesino. El cuadro se reduce a la imagen de un Ser filosófico donde no hay lugar para un sujeto. En el seno de esta pertenencia protegida, el producto reposa en él mismo. Así podría seguir infinitamente.
Ha omitido el cuadro, al que sustituye por una “ antología de la sentimentalidad heideggeriana, evocación kitsch de la vida campesina” según Henry Meschonnic que analiza que esta “ esencia” de la obra es la vía que asume una ideología de lo sublime que conduce a una desconfianza general respecto al arte moderno.
Lo primitivo en Heidegeer está en relación a un Origen puro – representado por la vida campesina, por los zapatos -, a un origen fundador que hace de éste un concepto antropológico y no artístico, lo que le hace desconocer que el arte del siglo XX ha redescubierto el primitivismo desde la visión artística. Los desmentidos de la historia del arte no cuentan para él.
Lo mismo sucede con el substancialismo de Alain Badiou en Logique des Mondes. El caballo para Badiou como para Platón existe eternamente en el pensamiento: “la caballeidad” que se representa en las grutas prehistóricas es la misma que aparece en los cuadros de Picasso, o para dar un ejemplo próximo, en los caballos de la exposición La batalla de las calesitas de Bettina Bonifatti, donde cada uno gira provisto de una energía y un color propio, entre la fragilidad y la furia.
El universo humano está afectado del termodinamismo que está en la base de todos los nihilismos conjugados. Las criaturas ruegan un poco de energía para mantenerse de pie, “metafísica o políticamente correctas”. Heidegger y Badiou. Las consecuencias políticas de ambas lecturas, “reaccionaria” o “revolucionaria”, las he analizado en otra parte. Afectan a la inhumana capacidad de nombrar que constituye el sujeto y que en arte es no saber qué se está nombrando o haciendo porque se trabaja respecto a que no tiene nombre.
Los artistas se llevan mal con los filósofos: Francis Bacon termina prácticamente echando a Deleuze al escuchar sus teorías.
Tampoco cuentan los desmentidos de la historia: las masas del maoísmo a Badiou le hacen evocar el cielo de Mallarmé, no los más de cincuenta millones de muertos civiles, ni las masacres en el Tibet sino un movimiento masivo y poético que intentó, exterminando los libros y toda forma de arte, instaurar un analfabetismo total.
Un analfabetismo que reaparece hoy, “ilustrado” en la gran matriz de lo indiferenciado posmoderno que apunta a la destrucción festiva-angustiada de toda forma de percepción que no esté digitada por la Sociedad cuyo ideal es progresar hasta convertirse en Babilonia misma.
El paródico clown posmoderno entra en una fase depresiva terminal. Los ideales se han vuelto desfachatadamente pornográficos de la mano de los Pangloss contemporáneos: hay que cultivar perpetuamente el jardín, destruyendo toda forma de percepción y escucha que no reproduzca una voz grave y falseada que tiene como objeto impedir todo contacto con lo real Otro filósofo, otro Pangloss, Gianni Vattimo, dice que lo que falta a Occidente es el “diálogo” cuyos partícipes sólo son el público que su mismo discurso apunta a descerebrar. Un diálogo donde de antemano está excluido todo enunciado o interrogación peligrosa. No hay verdad objetiva: todo es relativo, incluso la agonía de este pensamiento terminal. La verdad objetiva es una construcción del poder que atribuye sólo al mundo occidental donde puede decir sus disparates, no a Rusia, Irán o Siria ni a las millonarias petromonarquías árabes ni los genocidas como Mugabe o el gobierno de Sudán. Esos poderes no tienen que existir para que el universo se vuelva un jardín cultivable como quería el filósofo de Voltaire. Sólo le falta decir que los judíos dominan la Reserva Federal. Hasta un director de orquesta por tomar la vara podría ser “autoritario” para el igualitarismo nihilista de Vattimo. El mundo se reduce a un gran kindergarden, modelo del lavado de cabeza actual. ¿Las voces silenciadas? Están excluidas, por ejemplo, las opiniones de las mujeres afganas, los que caen por miles en Darfour bajo las milicias fundamentalistas, las lapidadas en Somalia, los que se ahogan tratando de escapar del gulag habanero o se pudren en las cárceles por no haber hecho nada( el terrorismo de Estado es tal porque elimina por nada), las mujeres musulmanas asesinadas por adoptar formas de vida occidentales y los muertos en brutales atentados. ¿De qué diálogo me hablan, señores Vattimo y Agamben?
Al Quaeda, los talibanes y Hezbolá se volverán nuestros hermanos si nos cruzamos de brazos. La negación de la guerra, la preparación de un gran Munich a escala global por parte de los ideólogos, necesita destruir la percepción y la memoria para consumar la negación en acto de los hechos más evidentes como forma de cultura y el pasaje de lo políticamente correcto a lo políticamente abyecto como visión del mundo. No hay peor forma de “violencia disciplinaria” – que el filósofo atribuye sólo a las democracias occidentales, en particular al diablo yanqui - que la de los filósofos del estado universitario global que apunta a producir al sujeto como zombie terminal. Se dirá que hablo de historia o de política pero es de lo teológico político y su retorno devastador sobre el sujeto de lo que estoy hablando. Parece que ellos son los únicos que pueden hablar de política, la que va de la mano con los estetas que ocupan su lugar, diciendo lo que hay que decir, en función de un jardín siniestro.
El dibujo puede ser un pasaje jerárquico a otra política como lo muestra Clemente de Alejandria en Admonitio ad gentes respecto del pasaje del chorus griego a las milicias cristianas en el Apocalipsis de San Juan.
Los poemas de Andrade pueden tomarse como formas alegóricas pero también hablan de esa falta de nombre a que lleva en su límite un proceso creador que capta movimientos fugitivos que se perderían, o serían traducidos a sustancias o cosas circulantes como la “cabelleidad” o la “arborescencia” ( la imagen de una foresta feraz, unas lianas cayendo sobre el cuerpo de una mujer semioculto es sugestiva)si el artista no los tomara al vuelo para fijarlos para una visión que ya no será suya.
Encuentro de formas con formas en una informalidad que se dispara hacia lo desconocido y que cada espectador deberá dar nombre.
Más un poema o una música que un pseudo argumento socorrido.
Lector prematuro de Lezama Lima, el pintor deseoso huye de su mirada madre: “ Las grandes hojas pesarosas/ con la lluvia disfrazan/ la ridícula anchura de sus frentes/ La jauría orquestal/ va alimentando cada final de fruto: la forma inalterada de la poma/ su sabor, ancho punto en lengua leve” .
La madre de Sófocles a Lezama ya no es.
La gran matriz de la Babilonia, programada por los ideólogos del kindergarden planetario, es ahora la que se traga las formas y los nombres, los ritmos y los colores. Silenciosa ligereza de una lengua leve como la de los poemas portugueses, cada figura es comentada por una cadencia. No hay traducción posible fuera de una imaginación curva. Los brazos de las sierpes geométricas se extienden hacia una zona de extravagancia innombrable.
La mirada tiene parte y arte en un proceso donde la mano orquesta una metamorfosis interminable. Dejamos la pregunta sobre el origen del dibujo: ¿qué fue primero, la mirada o la mano? Sin relámpago oscuro no habría necesidad de día. Las imágenes se inscriben en la frontera del origen para producir un aparente caos que desde su misma asimetría afecta al cuerpo y la palabra.

1 comentario:

Gustavo Otero dijo...

Buen dia Luis
Ya sabes que sos un exelente escritor y no hace falta que haga un comentario del libro.Se como pensas y para mi es suficiente, sos un tipo con mucha trayectoria literal.Tengo que felicitarte por este libro y por ser como sos.Sos una exelente persona,te aprecio mucho.Muchos exitos y espero estar en tu proxima presentacion.
Abrazos.
Gustavo.