martes, 27 de diciembre de 2011

Un tribunal Russel para juzgar a Israel. Por Daniel Sibony.



Es para juzgar "sus actos terroristas y de apartheid". Algunas personalidades, judías en su mayor parte, lo han reclamado, argumentando actos desproporcionados del ejército israelí en la guerra de Gaza y actos de exclusión hacia los Arabes israelíes.
Para hacerse una idea del asunto, es necesario recolocarse en la estrategia global de lucha contra Israel: ella utiliza el terrorismo con el objeto de desfigurar al Estado judío: enviaba kamikazes a explotarse en la multitud, eso ha forzado al Estado hebreo a erigir un muro, esto no es « muy lindo » pero ha detenido la ola de atentados suicidas. Enviaba sus cohetes sobre el Sur de Israel a partir de Gaza, luego Israel replica, y "esto no es bello", puesto que sus enemigos se ocultan en las mezquitas, los hospitales, los lugares públicos, etc. Ahí todavía se obliga a una acción "fea" pero que ha tenido el mérito de hacer cesar los tiros. Se le debe la seguridad, no puede permitirse recibir estos cohetes aleatorios, aun si ellos no producen masacres, aun si recuerdan solamente a sus ciudadanos ordinarios que en todo momento se les puede arrojar la piedra (ellos, sus parientes o abuelos han recibido piedras en los países donde fueron perseguidos, piedras de gaz mortal).
Por supuesto los estrategas de Europa (pero también los del terrorismo) ven las cosas desde arriba: delimitan estos hechos en sí mismos, estos hechos son en sí condenables, pero ¿Hay hechos en sí?

Lo mismo con los actos llamados de apartheid: los Arabes israelíes, en su gran mayoría, no solamente no hacen el servicio militar y no participan de la seguridad del país, tarea enorme que soportan los judíos, sino en su mayor parte, son muy ambiguos hacia él: en tanto que hermanos del mundo arabo-musulman, detestan a menudo al Estado judío, pero protestan de entrada ane la idea de un trazado de frontera con el futuro estado palestino que los ponga un día en Palestina.
Quieren ser israelíes de punta a punta, es ventajoso, aun odiando este Estado en tanto producido por el pueblo judío, él mismo producto de una tradición milenaria. ¿Cómo serían luego tratados “de parte entera"? Pero ¿esto es verdaderamente un apartheid?
Algunos podían abordar la cuestión de otra manera y plantear que estos palestinos de Israel están en espera de su estado, como sus hermanos del otro costado, en las regiones de Cisjordania y asimismo de Jordania. Y cuando él será creado (con algunas garantías, a falta de las cuales los cohetes partiendo de Tulkarem caerían sobre Tel Aviv), ellos se volverían ciudadanos palestinos de parte entera, pero podrían residir en Israel en tant1o que extranjeros privilegiados, como ellos lo son hoy de hecho. Seguramente, eso es discutible: "¿qué? ¿ extranjeros en su país?" Pero justamente, no es su país si es el Estado judío. En el fondo, es esta idea de soberanía judía la que muchos no pueden integrar. En el mundo arabo musulman es por razones evidentes: el texto fundador del Islam a reglado sus cuentas con los judíos islamizando a sus ancestros y situando a sus descendientes como traidores si ellos no retoman la identidad islámica. En Europa también, se llevan mal con la idea de un Estado judío porque mantienen con tesón que "judío es una religión"; asimismo entre los seis millones de judíos gaseados por los nazis, no es seguro que la mitad hayan sido religiosos. Pero es así, ellos no lo soportan
Pero tampoco soportan la idea que el pueblo judío se defina por una transmisión simbólica que lo ha mantenido como pueblo real- aunque singular- a través de su diversidad étnica y lingüística, diversidad atravesada y sostenida por el hilo rojo de ciertos símbolos milenarios, que bizarramente han bastado para mantenerlo.

En cuanto a un "tribunal Russel", como aquel para los actos norteamericanos en Vietnam, aparece como un complemento indispensable a la estrategia terrorista: aquella envía personas para atacar a los civiles (con sus cuerpos o sus cohetes, obtiene respuestas "muy feas" pero eficaces, se aisla estas respuestas, medios muy orientados las exhiben, y un « tribunal » autoproclamado las juzga).
Pero este tribunal no es solamente un rueda de la estrategia del terrorismo. Además de personas tales como Leila Shahid, comporta, lo he dicho, muchos judíos que tienen en común un mismo síntoma bastante profundo, que se encuentra también en otros judíos: no quieren al pueblo judío por diversas razones; sea que los irrita, su Estado o alguna otra instancia judía, sea que no le encuentran sentido; eso no les fue transmitido; no lo comprenden, y esto que no comprenden no puede ser sino aberrante. Pero en lugar de dejar tranquilamente la dependencia judía, tienen necesidad de golpearla, de perjudicarla, como para beneficiarla invirtiéndola. Pues estas personas aman exhibir su judeidad para hacerla trabajar como quiere su enemigo, que a todo precio quiere reducirla a la religión. En cuanto a ellos, esperan ser doblemente recompensados: en tanto que Judíos excepcionales, muy por encima de los judíos ordinarios. Pues ellos tienen una gran libertad, rechazan, con rencor o amargura, esta transmisión que no ha sabido percibir hasta qué punto ellos o sus parientes eran seres excepcionales. Es en eso que ellos se hacen rcconocer por el adversario. Si el enemigo los reconoce, ellos están salvados. Esta forma un tanto mortificada de salud puede ser muy seductora.



14 mars 2010 Lien permanent ( Traducción: Luis Thonis)

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