miércoles, 19 de enero de 2011

En simultánea soledad. Poemas. Por Claudia Schvartz

En simultánea soledad
adjudicándote mi deseo
- sin poder reconocer
en mí lo adverso
a mi propia integridad-
redonda, caliente



ah, el amor!
cuestión tan candente
dije yo sin querer y él
se rió haciendo lugar
a mi seria y solemne
en su estado actual
broma improbable
… según quien lo escuche




como aire sobre la hornalla
es este trueno interminable
ronco soplido del calor




Yo, apenas una comadreja
pedigüeña y amenazadora
Vos, un gato soberbio y afectuoso
que desde el umbral dio un salto
a la cumbre de mi panza
magnífico



La extraña última luz
y llueve
sobre la terraza un reloj
y de su manecilla pende un arma
cuyo calibre no conozco mas valoro




La ansiada lluvia por fin liberada
y ninguna paz
ni en las propicias nubes
narradoras



Aquí sola de vos
nos pienso
y a una quisiera
oscuridad para ver la noche
y luz para escribirte




El tiene ojos en los lóbulos
en las plantas de los pies
y las puntas de los dedos
él me ve y más me siente



Pronto la luna/ llena o casi llena/
dará la vuelta sobre mi techo
y aparecerá en mi ventana
El blanco rectángulo caerá sobre la cama
a iluminar mi espera



Es la hora de la sombra
sobre el césped tan verde
que casi parece de otro mundo
el sol escribe sombra
y estas ramas desnudas
dibujan en la tierra
formidables caminos



Chis chas chus plaf
el ritmo amplificado de una tijera poda
en mi oído todo otro sonido
mi vecino ejercita su gimnasia forzada
sobre todo gajo que su jardín creara
y al ritmo acompaña la radio ladrona

Así es la naturaleza aquí y ahora, circuito urbano




Esta es la ocasión: no hay nadie en casa y encontré el lugar.
Más bien, descorrí la cortina y estaba el árbol y detrás otro y otros
Mientras la cortina estuvo obedientemente corrida no hubo nada
y la casa entera fue una abstracción.
Interesante, claro, singular incluso y sin duda acogedora.
Pero para ser una casa faltaba el rincón desde donde todo se enhebra.
Las horas, los días, las estaciones.
Es la variación
lo mercurial de la existencia

Y así pues una casa invita presencias. Llegan visitas, distantes o próximas.
Familia y amigos. Nada que se diga: nada ¡Nada! Apenas las noticias más bien repetidas. Cambian los climas, catástrofes vendrán. La vida vale nada ¡Que ardan los niños!

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