viernes, 27 de enero de 2012

Gustavo Sala, Página 12 y la fusión roja parda verde. Por Luis Thonis



“El que quiere hacer de ángel hace de bestia” Pascal.

Página 12 cambia de colores como el camaleón, pero en su paleta hay colores constantes que a veces se mezclan: a veces es el rojo- adhesión religiosa a Castro y a Chávez, otras es el pardo- caso de los mal llamados chistes de Sala que son propaganda de tipo nazi- y otras el verde, me refiero a la complicidad con los hitlero islamitas de Hamas, Hezbollah, Irán y cualquier dictadura que les suene antinorteamericana y antisionista. Participa del nuevo Eje antialtantista, heredero de Auswichtz y el Gulag cuyos nostálgicos ideólogos- Chomsky, Badiou, Agamben- al mismo tiempo que niegan su existencia apuestan a favor de los hitlero islamitas como nueva versión universitaria de los pueblos oprimidos.
El discurso de Página 12 no tiene nada que ver con la socialdemocracia europea, por ejemplo, con España cuyos diputados se han despojado de todos los privilegios en la reciente reforma de la constitución asumiendo pautas de responsabilidad fiscal sino con libros como La razón populista de Ernesto Laclau que, cómodamente atornillado en su cátedra en Londres y haciendo una ensalada digna del Astrólogo de Arlt, hace una lectura ahistórica del fascismo y el maoísmo, despojándolos de su carácter dictatorial, salteando en el caso de Mao la política del Gran Salto y los millones de muertos que dejó entre hambruna y exterminio. Ni noticia de la monumental obra de Simon Leys sobre China ni el registro del pasaje al capitalismo más extremo bajo una dictadura de partido único que practica desde hace décadas la limpieza étnica en el Tibet. Eso sin contar la obvia consideración de populares para un régimen como el de Castro y la boligurguesía chavista que se dice antimperialista pero que tiene su principal refinería en Texas. Todo Página 12 está condensada en el insulto de León Gieco a los "putos canadienses" como si entraran al país como Pancho a su casa, omitiendo que hay un Estado que hizo los contratos, sin ningún control del Congreso. Lo grave del asunto es que no sólo el oficialismo sino gran parte de la oposición piensa lo mismo incluso aumentando la apuesta: todo iría mejor si nos limitásemos al "compre argentino" de Alberto Samid o al "vivir con lo nuestro" de Aldo Ferrer. El "vienen a robarnos todos" del nacionalismo a ultranza omite que el petróleo administrado por una compañía extranjera puede estar en mejores manos que en las de Cristóbal López y empresarios nacionales de la patria contratista. Se mezclan todos esos colores y están ausentes los que refieren a una democracia liberal y un estado de derecho sustituidos por un matriarcado delegativo que escala global se va coloreando de rojo pardo verde.





La culpa no se debe a los de afuera sino al mismo modelo que de entrada pasó por alto que el desarrollo de los países nunca se logró a través de los recursos naturales y la negación del conocimiento inmaterial como lo platea Fernado Iglesias en Qué significa ser progresista en la Argentina del Siglo XXI. Lo que obliga a este tipo de cultura a ganar todos los días la batalla de Obligado y volver a pelear guerras que ya están perdidas.




Los siniestros chistes de Gustavo Sala, por ejemplo, el titulado Bife angosto- Auschwitz no fue suficiente, aquí está el sillón verde, el exterminio, la fiesta, debe continuar- han tenido el mérito de exponer de manera cruda el antijudaísmo que estaba reprimido en las formas de negacionismo progre, sea mediante la inversión de las pruebas o las formas light o caviar. Digo así porque el antisemitismo es algo común, una forma de racismo habitual, como la del tachero que habla con bronca de los moishes como de los bolitas pero no sueña con asesinarlos en masa. Shoklender debe ir preso no por ser judío sino porque robó de los fondos públicos, pero los judíos que presenta Sala son meros deshechos como si Auschwitz ya fuera la capital de la humanidad: todavía este sueño tiene porvenir.
Los chistes tendenciosos de Sala son un verdadero ahorro en términos de Freud: la historieta como arte permite la suspensión de la coerción crítica y ahí aflora el deseo de viva la muerte. Se ahorra la Shoá msma. Hay un chiste de Mark Twain que ejemplifica el ahorro de la compasión y el placer humorístico que tiene como resultado: su hermano era capataz de una empresa de contrucción de caminos, explota un barreno y lo lanza al aire, lejos del puesto que tenía asignado y el contratista lo multa con un día de haber por “alejarse de su puesto sin permiso”. La hilaridad se lleva puesta la crueldad del contratista y somos indiferentes al daño corporal del accidentado. Sala se ahorra toda huella de la memoria de la Shoá- mal llamada Holocausto ya que éste supone una voluntad de la víctima- y un retorno no traumático a un escenario que le dio lugar. El ahorro es tan inmenso que el chiste pierde toda comicidad al extremo que no haría reír ni a los mismos nazis. Lo celebrarían como una consigna, como un imperativo dictado de antemano, como una propaganda antisemita de los tiempos de Goebells.

Más que chistes son un insulto a las víctimas que retoman sin innovar la estética nazi analizada por Gombrich- siempre las narices son ganchudas- marcan un punto de inflexión respecto al negacionismo progre que practicaba Página 12, discursos del tipo de Pedro Brieger o Atilio Borón que siguen el método de Chomsky de defender los regímenes más genocidas- caso al Baschir- presentándolos como democráticos porque son antiimperialistas o negar la existencia de otros ayer el de Pol Pot y hoy Zimbaube o Corea del Norte.


Sartre dijo sin pestañear en 1950 que fue Corea del Sur la que invadió al Norte iniciando el método de la inversión de la carga de la prueba. Ya en la guerra de Vietnam todo el mundo estaba en contra de quien peleara por el mundo libre aunque fue el Norte el que atacó al Sur. Todorov afirmó que los crímenes de Ho Chi Min superaron largamente a los norteamericanos. A mediados de los noventa los mandarines de Hanoi se incorporaron al FMI y nadie quiso saber más nada de Vietnam y su colonización de Camboya. Resulta evidente que si EEUU hubiera ganado la guerra habría instituciones libres en Indochina como hoy en Corea del Sur. Así nació el negocio de los “pueblos oprimidos”.




Cuando apareció a la luz de todo el mundo el Archipiélago Gulag, Chomsky por un problema de un editor que se negó a publicar un libro suyo sobre los crímenes norteamericanos en Vietnam hizo un escándalo para probar que había censura en Estados Unidos. Aunque pueda ser injusto un editor tiene derecho a no publicar una obra: con ese argumento, Chomsky trataba de demostrar que en Estados Unidos había la misma censura que en la Unión Soviética pasando por alto los más de veinte millones de víctimas del Gulag del mismo modo que las atrocidades de Ho- Chi Min posteriores al retiro norteamericano y a los boat people que se ganaron la burla de García Márquez que hizo lo mismo que Sala con los judíos.
Chomsky negó la existencia de Alquaeda y fue elogiado por la multinacional terrorista ahora en repliegue, se entrevistó y fotografió con el líder de Hezbollah y pese a sus aberraciones sigue siendo considerado un progresista y un hombre ético, fue premiado incluso como el mejor intelectual del mundo. El grupo Quebracho y Luis D´Elía podrían haberlo acompañado.
El motivo: hay un público de consumidores contestatarios de clase media que demada, vive comiendo eso e incluso lo aplaude. Desea la servidumbre voluntaria y el pueblo ha dado muestras de ello en su amor por los dictadores- sea Galtieri o Fidel Castro, aplaudido a rabiar en el Congreso- o sucedáneos mafiosos, el pueblo que nunca votó a Menem y volvió a votar a los Kirchner.
Las infamias de Sala suponen una vuelta al negacionismo duro como el de Robert Faurrison, que negó la existencia de cámaras de gas en el nazismo.
Los chistes de Sala excedieron la demanda, apareció su deseo de volver a los tiempos de la Shoá, cuando los judíos no podían defenderse. Van en contra del negacionismo progre cultivado por los articulistas de Página 12, por ejemplo, Alejandro Kaufman que escribe: “Autodefinirse como de derecha requiere deslindarse del horror radical, tarea ingrata y punto de partida perdidoso para quien sea. Esta sola circunstancia nominativa define una diferencia: no es vergonzoso autodenominarse de izquierda porque no resulta difícil aclarar que los horrores de Camboya o de Stalin son más deudores de las derechas que de las izquierdas. En todo caso, un razonamiento que vincule el corazón del pensamiento de las izquierdas con las violencias o con el horror deberá admitir que hay una contradicción insalvable entre los fundamentos históricos y teóricos del pensamiento emancipatorio y algunas de sus derivaciones inaceptables.” Tesis nueve. Revista pensamiento de los confines. Nº 15, diciembre 2004. Págs. 71 y sgts.
Kaufman no tiene la prestigiosa desfachatez de un Chomsky, no niega los millones de muertos de Stalin o Pol Pot pero nos dice que fueron de “derecha.” (¿Ricardo Alfonsín, Macri?)
Stalin, por lo tanto, nunca escribió Fundamentos del Leninismo- teoría del imperialismo que nada tiene que ver con Marx y todavía vigente en estos pagos- o Pol Polt no tuvo influencias de Ho Chi Min en su estadía en París y luego de Mao, cuya revolución cultural aplicó en Camboya, quemando etapas y asesinando a un cuarto de la población. El mismo Lenin- el verdadero- también sería de derecha, porque masacró a más de un millón de personas de Kronstand en adelante y liquidó a todas las facciones de izquierda desde el momento en que tomó el poder. ¿Y a mí que me queda?, diría el fallecido Fraga Iribarne, un niño de pecho en comparación con estos exterminadores y que defendió la democracia cuando el intento de golpe de Estado de Tejero.
Llamando al pan pan y al vino vino sería mejor decir como Cornelius Castoriadis que el marxismo leninismo fue la ideología más criminal en número de víctimas de la historia de la humanidad. ¿Qué libros leyó Kaufman sobre el siglo veinte?
Ni a Furet, ni a Lefort, ni a Poliakov ni al notable libro de Claude Milner sobre el nombre judío: la voluntad de ignorar cuenta más que la ignorancia.
Sus discursos sobre Medio Oriente reproducen en clave progre las mismas palabras de los carniceros nunca mencionados de Hamas, Hezbollah, la Jihad Islámica sobre los “pobres palestinos” víctimas de Israel que les robó las tierras- cuando las ganó en las guerras que le hicieron desde 1948 y de haber perdido una ya no existiría- pasando por alto las cientos de mujeres que matan por año o cómo usan la ayuda multimillonaria en educar a los niños para ser bombas vivientes o usarlos de escudos humanos. Israel como todo estado no es inocente: se trata de saber por qué tiene que aceptar ser bombardeado pasivamente, abrir el muro de contención y recibir con una amplia sonrisa multicultural a la cultura de los cinturones con bombas. Se trata de la cada vez más acentuadaza fusión de los totalitarismos rojo- comunista- con el pardo- nazi- y los hitlero islamitas que encarna lo que podríamos llamar el totalitarismo ideal ya que se dice en nombre de lo teológico político, el partido de Dios, Hezbollah. Forman parte de un discurso de la fusión y la convergencia analizado detenidamente por Alexander Del Valle.
Sala en ningún caso hará chistes sobre Ahmadineyad y sus secuces: con esos no se jode. Ni se burlará del discurso de Ismael Haniyed de diciembre del año pasado en el 24 aniversario de la fundación de Hamas- léanla, ven judíos hasta detrás de los árboles- donde dice que el pacto con Fathah es estratégico y van a continuar hasta destruir todo Israel: el tema de los territorios es puro pretexto, Israel devolvió Gaza y se instaló una base iraní. Todo esto no existe para los bienpensantes.
Lo que Sala, vía inconsciente, ha mostrado, es lo que “verdaderamente piensan” más allá de la retórica progre y victimista, no sólo los intelectuales del oficialismo- que podrían ser parte de la declaración jurada de los K- sino la oposición, por ejemplo, Beatriz Sarlo que pasó un gran papelón luego de la clase que le dio Pablo Jakobkis por considerar a Israel “genocida” porque sonaba bien
Sarlo exaltó a Mao cuando éste ya había cumplido la política del Gran Salto a fines de los cincuenta que entre represiones y hambrunas dejó unos treinta milones de muertos. El que la refutaba era considerado reaccionario. Es gente que vive dando clases para un Kindergarten y llegan a los temas con diez o veinte años de retraso. Los que saben algo se callan la boca por miedo a perder consenso. La voluntad de ignorar supera a la ignorancia no sólo de que el mundo está en guerra sino que hay una guerra de los mundos que se caracteriza por tener como blanco a los civiles indefensos, sea en Darfour o en el Tibet, en Nigeria pastores musulmanes de la etnia fulani asaltan las viviendas de las localidades de Dogo Na Hauwa, Ratsat y Jeji en las primeras horas de ayer matando a todos los que encontraban en ellas, principalmente mujeres y niños, ya hubo dos sucesivas masacres de coptos en Alejandría por parte de los hitlero islamitas que practican la limpieza étnica en los países árabes con cristianos y budistas, las cosas hoy también se complican en Turquía ante el giro del partido islámico que abandona las reformas de Kermal y en la voz de su primer ministro Erdorgan no sólo no reconoce el genocidio armenio sino que niega el de Darfur porque “un musulmán no puede cometer genocidio”.
¿Cuál es el objetivo?
Presentar la visión de un mundo Kindergarten- mancillado por maldades judías o yanquis- que ya no existe a imagen y semejanza de los setenta y transformar al sujeto en zombi terminal, alguien que crea en esas versiones del mundo que son un insulto a las pocas neuronas- y de dignidad- que le quedan a los argentinos, lo digo por los que ahora patalean, los riojanos que votaron a Beder Herrera o al gobierno dejándose humillar por una justicia en manos de Oyarbide y creyendo en el INDEC de Moreno, aun peor que la tabla de devaluación de Martínez de Hoz que por lo menos le informaba al trabajador cuánto le expopiaba mensualmente el Estado. O la inminete invasión yanqui anunciada por en un reciente video por Chomsky. El último chiste aparecido en Página 12 sobre la reunión de Davos es complementario a las injurias de Sala: hay una conspiración para destruir a Europa de la cual son culpables los yanquis y no las políticas adoptadas por los griegos o Zapatero. Van a terminar con Europa y luego venir a la Argentina: habría que decirles que no esperen comer carne porque Moreno destruyó esa industria con su subsidio al lomo a diferencia de Brasil o de Uruguay.
En un país donde las nociones de la historia del siglo veinte ni las leyes elementales de la economía cuentan no es extraño que la teoría de la conspiración que pervierte la causalidad atribuyendo a cada hecho una intención subjetiva se haya convertido en el modo hegemónico de lectura. Cuando ya no se puede tratar como reos a los hijos de Noble, que no resulte creíble que Clarín o La Nación sean los culpables de la crisis en curso aparecen los judíos como chivos expiatorios y por metáfora otros descerebrados piden campos de concentración para los opositores.




Maikel Nabil, de origen copto, es una voz singular en la Primavera egipcia. Ha sido condenado a dos años de prisión en una célula sin lecho y en las peores condiciones por denunciar las violentas represiones de los militares en el poder. Se define en su blog como liberal, pro capitalista, secular (laico), feminista, pro occidental, pro israelí, ateo, materialista, mundialista...algo indescifrable para la "ideología argentina" y el negocio de los oprimidos. Esto responde a un contexto donde la violencia y el sectarismo contra los coptos se ha convertido en una convocatoria a la masacre contra los que concurren a las iglesias. Su compromiso a favor del mantenimiento de la paz con Israel le ha ganado la acusación en los medios gubernamentales de estar pago por el extranjero y de “antinacional, cristiano ateo” y “pro sionista. Los que están a favor de su liberación pueden escribir para exigirla a la embajada de Egipto.



Se anuncia una superproducción polaca sobre el cura asesinado en 1984 por la policía secreta del comunismo polaco, silenciado por los neo negacionistas."Era un deber hacer una película sobre Popieluszko. Cuando yo era pequeño él hablaba bien alto y con valentía de lo que la gente pensababa y no podía decir. Y murió por eso. Como dijo Juan Pablo II este sacerdote murió por nosotros, como Cristo. Por eso pensé. Cuando Polonia sea libre necesitaremos recordarlo. Decidí hacer una película sobre él, pues sino las próximas generaciones no sabrán lo que pasó".


Será un agujero más sobre el muro de silencio que coexistió con el de piedra y se ha reforzado luego de su caída: la mitología comunista ha quedado intacta a la crítica como lo prueban las lucubraciones de los Zizec y otros nostálgicos que cada vez que hablan insultan millones de víctimas.

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