martes, 6 de marzo de 2012

El matadero personal de Kim Il Jong y el otro Vaclav Havel. Por Luis Thonis


El pacifismo siempre ha sido amigo o cómplice de los mayores genocidios del siglo XX y de los Estados dueños de la vida y la muerte. Si el belicista hace la guerra por la guerra misma el pacifista le hace la guerra a la guerra no importa quién sea el enemigo. Es Litton Strachey que en momentos del avance de Hitler proponía suprimir el ejército inglés. ¿Cuál es el sujeto de este progresismo? Los presidentes norteamerianos- algunos llevaron libertad a los pueblos- fueron uno tras otro comparados con Hilter y los especialistas en el crimen de masa- Lenin, Stalin, Mao, Polt Pot, Enver Hoxa, Mengistu, Polt Pot- con liberadores de los oprimidos. Un modo particular de valorar que se basa en la negación sistemática de los hechos: todo son interpretaciones subjetivas como dice Vattimo aunque objetivamente estén del lado de los popeyes totalitarios. Las mismas víctimas son "interpretadas"cuando no pueden ser negadas. El ciudadano europeo que vivió décadas de prodigalidad bajo el Estado de Bienestar, indiferente a que enfrente sus hermanos del Este fueran asesinados por las stasi, incluso simpatizando con el comunismo y tomándolo como modelo de liberación de los pueblos. De ahí nace el negocio de los pueblos oprimidos y el mercado de las víctimas. Se cotizan por la ideología: un niño sudanés o un niño sirio asesinado carecen de cotización o no existen en tanto que el niño palestino muerto despierta la indignación colectiva. Hay un prototipo de discurso muy difundido sobre la guerra que divide el mundo entre fuertes y débiles. Es el discurso de las buenas proporciones.
Los fuertes, sobra decirlo, son malos, los débiles son buenos. La identificación del débil y el bueno favorece a los asesinos de masas. Así Pol Pot que asesinó casi dos millones de camboyanos sobre una población de seis millones estaría del lado de los buenos por ser más débil que el “imperialismo yanqui” y lo mismo puede extenderse a los afrocomunismos tercermundistas- Menguistu, Mugabe, etc- pasando por el mito de Castro “bloqueado por el imperio” hasta llegar a Kadafi y los Assad en Siria, más débiles que la OTAN.
Cuando se dice que Israel usa una violencia “desproporcionada” para defenderse se propone o bien el desarme o bien que los probados carniceros de Hamas, Hezbollah, la Jihad islámica dispongan de parecidas armas que no vacilarían en usar y que Irán siga construyendo su artefacto nuclear a ver si la cosa está más empatada y tengamos una guerra justa y proporcionada a la medida de los bienpensantes.
Que cada “débil” asesino de masa disponga de su matadero propio como pudo hacerlo Al Bashir en Darfur durante seis años asesinado a gusto a las etnias animistas y musulmanas y que hoy se ha reactivado. A fin de año Al Bashir se reunió con el líder de Hamas, Ismail Haniyed que reivindicó la carta de Hamas que sigue la idea de Arafat de exterminación por etapas. No lo hicieron para tomar el té, hay nuevos sistemas de alianzas entre estados criminales y terroristas afines de los que no se quiere saber nada. Aunque la cifra de las víctimas en Darfour sea de 400000 mil muertos para nuestra cultura zombi no existen. ¿Algún intelectual argentino habló de esto? Argentina no tiene ni orugas para los tanques y se considera el país más “vivo” del mundo. Mientras sus fronteras son traspadadas por el narcotráfico planea tomar mágicamente las Malvinas. En la política exterior, el reclamo a Irán ha sido sustituido por negocios y la total indiferencia por las víctimas. Nadie se molestó cuando por orden de Chávez el gobierno adhirió a Al Baschir ante el pedido de captura de Moreno Ocampo- marzo 2009- legitimando el mayor genocidio del siglo XXI hasta la fecha.
Se olvidó el propio discurso de Kirchner en 2007 en la ONU que hizo una descripción bastante precisa del terrorismo global, espero que no sea porque se lo haya sustituido por…el “terrorismo” de Clarín o La Nación. El único que lo apoyó fue López Murphy. Silencio general en la oposición, Roberto Lavagna, las fosas de la nariz muy dilatadas, dijo que había que volver a examinar uno de los atentados más probados de la historia. Después, el Dr Kunkel ha dicho que el terrorista es un técnico en explosivos, la Amia entonces fue nada más que un ensayo exitoso de especialistas. ¿Para qué reclamarlos? Telón.
Acaba de morir Kim Il Jong, otra débil “víctima” de los poderosos, dejando además de su inmensa fortuna millones de muertos entre crímenes y hambrunas y sofisticadas armas nucleares que apuntan a Corea del Sur y a Japón. Cuando escribí sobre Los Acuarios de Pyongang, testimonio de uno que logra fugarse a través de la frontera con China, tomando diversas fuentes pensaba que Kim Il Jong había asesinado a dos millones de personas. Luego leí una nota de leí en una nota de Hinde Pomericanec en Clarín, unas de las pocas periodistas que se ocupó de ese régimen, que eran tres millones.
Clarín al dar la noticia de su muerte pareció haber olvidado esto, lo describe solamente como un personaje “ridiculizado por Occidente” cuando se trata de uno de los mayores practicantes del terrorismo de Estado del siglo XX, nunca igualado por dictaduras latinoamericanas de derecha. ¿Dónde está Hinde que sabía del tema?
Faltó contar que era fanático de las películas de James Bond. Se le dio mayor estatuto de dictador a un Pinochet que asesinó 3000 personas. Salvo notas aisladas, nadie analizó ese régimen que presento a través de la alucinante biografía de un fugitivo que no sólo se alimenta de ratas en el campo de concentración sino que se hace amigo de ellas.
Lo escribí por tres motivos, uno, humano, otro, político y otro militar. Ahí despunta la lectura. En primer término, Corea del Norte me pareció el colmo de la pesadilla de la historia como al también recientemente fallecido Christopher Hitchens que cito de entrada. Es de los peores regímenes que haya existido en la tierra, con una población que vive en un estado zombi, asolada por la delirante propaganda oficial y en un permanente Día del Odio narrado por Orwell- incentivado por todos los medios contra el imperialismo norteamericano y la Corea democrática- y para demostrar entre otras cosas que la guerra fría todavía no ha terminado: las Coreas están todavía en situación de armisticio y Kim Il Jong se dio hace poco el gusto de hundir un barco surcoreano en marzo del 2010- 46 muertos- sin que nuestros profesores de imperialismo hayan dicho una palabra.
En cuanto a lo político me incumbe el lugar que Corea ocupa en el discurso de lo que llamo estado universitario global que se constituye por la negación del totalitarismo soviético y la inversión de las pruebas y que hoy se extiende a Medio Oriente donde se presenta al pueblo palestino como víctima de los judíos y no de sus multimillonarios dirigentes que promueven la cultura de los cinturones con bombas. Sartre, gran escritor, fue uno de los que inició el giro de inversión de pruebas que presentaría al totalitarismo- ruso, chino, cubano- como “liberador” y como gran opresor a EEUU. Eso ya está en su lectura de la insurrección húngara de 1956, que inicia el proceso de las revoluciones antitotalitarias que todavía no ha terminado- pienso en Georgia, Ucrania, Kirguistán, el mundo árabe- tan diferente a la de Claude Lefort que ve algo absolutamente nuevo en esa rebelión de consejos obreros y estudiantes. Sartre se limitó a decir: hay que ayudar a los rusos con nuestro silencio, el mismo que predomina en El fantasma de Stalin.
Con singular desfachatez, Sartre atribuyó el ataque sin aviso de 1950 Corea del Norte al Sur a los norcoreanos, iniciando sin quererlo un discurso típico para consumidores contestatarios que se reproduce en la guerra de Vietnam.
Lo que en Sartre es sólo ideología- es decir, ceguera, no querer ver- en Chomsky se convertirá en lo que llamo “el negocio de los pueblos oprimidos” que prevalecerá como lectura del mundo a partir de la guerra de Vietman y donde reaparece el mito leninista del imperialismo. Aunque haya sido Vietnam del Norte- como antes Corea- el que haya atacado al Sur- generando la reacción norteamericana- era el imperialismo yanqui el que quería apoderarse del mundo, la Unión Soviética quedaba fuera del mapa. Y en cuanto a los crímenes de guerra Todorov demostró que los de Ho-Chi Min superan holgadamente a los norteamericanos.
En cuanto a lo militar la cosa me parece evidente: la llamada guerra fría- que dejó más víctimas que las anteriores- todavía no ha terminado, las dos Coreas viven en situación de armisticio: el hundimiento del barco surcoreano fue un acto de guerra. Lo que queda de la guerra fría está incluida en la actual guerra de los mundos, negada más rabiosamente que el mundo mismo por los talibanes de salón para no asumir implicaciones, responsabilidades y consecuencias. El tiempo me dio la razón respecto a muchos oficiantes y charlatanes intelectuales que señalo, entre ellos Eric Hobsbawm- citado como autoridad por el mitómano antisemita y pro chavista Pedro Brieger en la TV pública en un documental sobre la Segunda Guerra Mundial- que negó la masacre de Katin, situada cerca de la ciudad de Smolensk, junto a la frontera con Bielorrusia. Basta ver el mapa, la invasión a Polonia, para darse cuenta que no pudieron ser los nazis los criminales, que hicieron de las suyas en el gettho de Varsovia. El propio estado ruso reconoció en 2010 la masacre de Katin pidiendo perdón a Polonia y lo admitió el propio Putin: “Durante décadas se intentó mancillar con cínicas mentiras la verdad sobre la matanza de Katyn”, durante una ceremonia en memoria de las víctimas de las represiones políticas soviéticas de los años 30 en siglo XX.
Para Hobsbawm en el siglo XX Corea del Norte no existió, tampoco los genocidos de Mugabe, Enver Hoxa, Mao, ni el ataque masivo de ocho años de la Unión Soviética sobre poblaciones civiles en Afganistán que dejó más de un millón de muertos, ni tampoco Pol Pot. Así, el comunismo, sin sus millones de muertos, parece una ideología más humana que la democracia liberal y el comunismo, donde el proletariado de Marx no sólo no gobernó en ningún estado “obrero” sino que fue explotado, asesinado y enviado a campos de concentración, que produjo las mayores hambrunas de la historia, un sistema moralmente superior al capitalismo: nuestra idea era maravillosa, lástima que se opusiera la realidad, podría afirmar su coro de secuaces que se extiende hoy a los Zizec, los Badiou, los Agamben.
Se los verá en primera fila para condenar la invasión norteamericana para liberar a Irak de Saddam Hussein- apoyada por Vaclav Havel y Elie Weisel, “para quedarse con el petróleo”, algo que desmintieron las concesiones. Hoy Havel es presentado solamente como un aterciopelado demócrata y no como uno de los precursores de otro tipo de discurso y de sujeto en relación a un polo de soberanía occidental. Para Havel, líder pacífico de la revolución de terciopelo, que fue más enérgico que la misma OTAN para detener la limpieza étnica en Bosnia y Kosovo, la intervención en Irak que apoyó militarmente era un modo de continuar las revoluciones antitotalitarias que se iniciaron en Budapest y Praga. Se puede estar en contra, pero no silenciar los hechos.
Por décadas los intelectuales castrotercermundistas devenidos chavistas han negado la existencia de Corea del Norte ni se pronunciaron una sola vez contra el genocidio en Sudán, todo esto es muy proporcionado, el populacho intelectual sólo espera la reacción de Israel- si es que no actúa preventivamente con Irán- ante el próximo ataque de los “débiles” para que los consumidores contestatarios puedan dormir en paz y que siga el negocio de los pueblos oprimidos, intentando hacer del ciudadano de las actuales democracias un zombi definitivo, terminal, para que los terroristas- los verdaderos- pueden hacer lo que quieran a escala mundial como lo hizo Irán con la desquiciada Argentina donde hay un consenso “norcoreano” contra Estados Unidos más por resentimiento que por defensa de alguna clase de soberanía, algo imposible para un país que está librando la peor de las guerras posibles: va ganando la batalla de Obligado contra el principio mismo de realidad. Ayer los intelectuales argentinos se pronunciaron masivamente acusando de genocidio a Israel por defenderse de los ataques de Hamas a quien se cansó de advertir. Hoy el régimen sirio asesina civiles indefensos, niños y mujeres y todos permanecen en silencio. El motivo es evidente: Sira, aliada a Hezbolahh y a Hamas, apoyada por Irán, Rusia y China pertenece a los que se incriben en la lista de “pueblos oprimidos” cuando estas alianzas describen un enclave totalitario y criminal: China practica la limpieza étnica en el Tibet, Rusia hace lo que quiere con el pueblo checheno, asesina a dos periodistas que investigaban las violaciones de los derechos humanos y nadie dice nada, Irán, lapida mujeres y prepara un artefacto nuclear contra Israel, Hezbollan tiene al Líbano de rehén y practica la limpieza ética. En Turquía, que tuvo un gran éxito económico con los reformas liberales, ha habido un giro hacia el fundamentalismo: me temo que la hostilidad a Israel- que puede defenderse- derive en un nuevo genocidio de los armenios como resultante de este proceso. El paradigma pacifista dice: la paz es buena, la guerra es mala. Así se permitió que Hitler se armara hasta los dientes, desoyendo las advertencias de Churchill.
La paz de Dayton de 1995 fue la que posibilitó el genocidio de Sebreninca. Vaclav Havel fue uno de los que combatió ese paradigma porque aparte de la revolución de terciopelo apoyó decididamente las intervenciones en Bosnia y Kosovo para detener el genocidio de los serbio comunistas de Milosevic, además de la guerra de Afganistán y de Irak con Elie Weisel, que no creyeron la fábula de que era “para quedarse con el petróleo”- no se habla más de eso- sino para llevar libertad a un pueblo y establecer un polo de soberanía occidental. Basta imaginar lo que sería hoy el mundo con los talibanes en el poder y con el gaseador de chiítas y kurdos Saddam Hussein. No tiene nada que ver con el demócrata tipo Mitterrand- responsable del genocidio de Ruanda- o con la Europa pacifista y zapatera: que haya hecho la revolución de terciopelo no significa que fuera un hombre aterciopelado porque no ignoraba que la guerra a veces es lo contrario del genocidio, que no se detiene con buenas intenciones sino con la fuerza de las armas. Fue amigo personal de Bush que apoyó las revoluciones democráticas en Georgia, Ucrania, Kirguistán, hizo caer a Charles Taylor en Monrovia y presionó por el retiro de las tropas sirias en el Líbano en 2005 que sostenían a Hezbollah que se recuperó atacando a Israel en 2006 en combinación con Irán y Hamas. Havel tampoco ignoraba la tentación europea de entregar a Israel a los árabes que repite la canallada de los pacifistas Chamberlain y Dadalier con los sudetes ante un Hitler que esa misma noche preparaba la invasión a Polonia en fraternidad con Stalin por el pacto nazi soviético que produciría la masacre de Katin, negada ayer por los revisionistas como hoy lo hacen con quienes quieren de hacer del mundo no un matadero personal como Kim IL Jong sino extenderlo a lo largo y a lo ancho del mapa con el visto bueno de los progresistas que ignorar que la paz y la libertad que hay en el mundo- que el ciudadano tenga garantías y no sea juguete de un Estado dueño de la vida y la muerte- se logró gracias a la guerra, “padre de todo” según Heráclito, porque algunos dijeron no a la servidumbre voluntaria. ¿ Es posible seguir contemplando los genocidios por TV, no me refiero a la pública hecha a la medida de chavo kircheristas? ¿Qué China o Rusia, como ya ocurrió con Bosnia o Kosovo veten toda posibilidad de intervención? Los países que luchan por un “máximo de individuo” según Macedonio Fernández deberían dejar la ONU a las dictaduras y constituir un polo de soberanía occidental promoviendo otro tipo de sujeto en sus culturas que pueda entrar en la guerra de los mundos del siglo XXI que irá revelando sus actores con los ojos bien abiertos, como decía el viejo Adriano.

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