viernes, 11 de febrero de 2011

Islam: no ceder ante la política de apaciguamiento. Por Max Gallo.

El ex diputado socialista e historiador Max Gallo se refiere a la política del apaciguamiento heredera de Munich y el cantante, humorista Phillipe Val, confundador de la red Voltarie a las caricaturas que ofendieron a ciertos sectores islamitas y las principales víctimas del integrismo tomando el ejemplo de Argelia.
Hoy la rebelión que atraviesa el mundo árabe demuestra que este tipo de reflexiones nada tienen que ver con la xenofobia y que son una palabra digirida a los musulmanes. Se ha abierto la polémica no de un choque de civilizaciones sino la posibilidad de un Islam liberal.
¿Tendremos mañana el coraje –y la posibilidad– de expresar lo que pensamos sobre el Islam, sea verdadero o falso, o deberemos autocensurarnos? Libertad o autocensura constituyen el desafío del momento y la presión es tan fuerte que se olvida que las violencias ocurren en países donde las manifestaciones se hacen con el consentimiento del poder. En esos lugares, las religiones que no sean el Islam no se toleran o son tan vigiladas, tan estigmatizadas que de hecho están prohibidas. Allí se difunden telenovelas y libros como Protocolos de los sabios de Sión, libro que constituye una impostura. Es en esos países donde se aplauden las declaraciones de un jefe de Estado que proclama que es necesario «borrar a Israel del mapa» y equiparse con el arma nuclear. Partiendo de ese postulado, los que nos gobiernan nos piden que limitemos nuestra libertad de expresión para no agravar una situación peligrosa. Se nos dice que debemos respetar la fe del otro, no indisponer a suministradores de petróleo o provocar problemas internos con la segunda religión de Francia. Sin embargo, en nombre de esta prudencia, se permitieron desfiles en Europa que pedían la muerte de los blasfemos, olvidando la muerte de Theo Van Gogh, las amenazas a Salman Rushdie y se nos pedía ser doblemente razonables. Esperamos que el tiempo obre a favor de la modernización del Islam y no de la islamización de la modernidad. Tras las caricaturas del profeta, lo que está planteado es la relación de Francia, Europa, Occidente, con el mundo islámico. No según la diplomacia, sino en términos civilizacionales. Separemos en primer lugar a los hipócritas, a los timoratos, a los hábiles, a los ciegos que se niegan a aceptar la evidencia. Hay efectivamente un choque de civilizaciones. Los musulmanes están heridos en su fe. Hoy ya nada es sagrado y el cristiano también sufre, pero ha aprendido a mirar hacia otro lado. ¿Por qué habría que renunciar a esta libertad de expresión que continúa siendo la piedra filosofal de la democracia? ¿Acaso porque otros pueblos, otras civilizaciones no optaron por el mismo camino que lleva a la laicidad? Todo no puede ser aceptado en nombre del respeto del otro. Practicar la política del apaciguamiento consistiría en renunciar a la existencia de un espacio público laico. Se puede ser optimista y pensar que los musulmanes adoptarán, lo que muchos ya hacen, ese espacio público laicizado, una relación personal con su fe y el juego libre del espíritu crítico, es decir, el funcionamiento de la democracia. También se puede esperar una capitulación de la buena conciencia de la sensatez y del espíritu de responsabilidad. Para comprar la paz, ¿para qué cargar con estos malos caricaturistas, con estos irresponsables? ¿Qué queremos defender de lo que hemos adquirido siglo tras siglo? ¿Qué estamos dispuestos a abandonar? ¿Por realismo? ¿Por sensatez? ¿O por cobardía? En tiempos de Munich, en 1938, esta última palabra tenía un sinónimo empleado por los diplomáticos: apaciguamiento.
Max Gallo. Le Figaro, 8 de febrero de 2006.
Pequeño glosario de una semana caricaturesca
Autor Philippe Val

Profeta Mahoma: Jefe religioso y militar nacido alrededor de 570 en La Meca a lo que siguió un largo período de conquistas victoriosas que se extendieron desde España a todo el Medio Oriente. Personaje histórico que pertenece a la humanidad. Por consiguiente, incluso si los sunitas no pueden representar su imagen, en los países donde se ha conquistado la libertad de expresión puede ser representado como se quiera. El derecho a la representación: Representar una cosa o una persona es un elemento fundador del lenguaje. Cuestionar el derecho a la representación significaría censurar la mayor parte de nuestras obras de arte. La representación, que establece una distancia entre una figura y la realidad, permite mantener una relación con ella en lugar de aceptarla pasivamente. Ahora bien, es en esta relación que se establece con la realidad que se expresa la libertad humana. De no existir, reinarían únicamente el instinto de reproducción y el de conservación y no tendríamos nunca el tiempo ni pensaríamos en tratar de mejorar nuestra condición humana. Esbozo histórico: Cuando el gran Reich pidió al pequeño reino de Dinamarca que entregara a los judíos, los daneses se negaron y los nazis renunciaron. Ante los fascistas, el «no» colectivo es siempre eficaz. La democracia, compelida a renegar, debe ahuyentar sus miedos y negarse a ceder en cuanto a los principios que constituyen su fundamento. Tercera Guerra Mundial: «Si hubiera que censurar los dibujos para evitar la Tercera Guerra Mundial, su publicación sería absurda.» Argumento no válido. Si la Tercera Guerra Mundial tuviera que estallar, estallaría de todas formas. No publicar los dibujos sería interpretado por los religiosos totalitarios como una victoria estimulante que precipitaría la siguiente crisis. Los «acuerdos de Munich» constituyen una referencia.
La bomba en el turbante: Las caricaturas no son muy buenas y es una suerte, pues ello excluye el debate sobre el valor estético para concentrarlo en la cuestión de la libertad de expresión. Cuando un periodista es tomado como rehén, no se comenta sobre la calidad de su trabajo, como tampoco importaba que el capitán Dreyfus fuera o no simpático. Una parte de la izquierda, encabezada por Jules Guesde, decidió no apoyarlo y dejar que los «burgueses arreglaran sus problemas entre ellos». Jaures decidió defender a un inocente acusado por ser judío. En cuanto al dibujo que representa a Mahoma con una bomba en el turbante, es lo suficientemente flojo como para ser interpretado de cualquier forma por cualquiera que sea; el delito está en el ojo de quien mira el dibujo. Lo que representa no es el Islam, sino la visión del Islam y del profeta brindada por los grupos terroristas musulmanes que afirman que el profeta les inspira asesinatos y atentados. Libertad de expresión: Si bien es un hecho en los Estados de derecho, no es menos cierto que está reglamentada por las leyes. La difamación, el racismo, el insulto a las personas son asunto de los tribunales de la República. Charlie Hebdo ha sido atacado regularmente por los extremistas cristianos y hemos ganado los procesos. Precisión capital: las leyes que constituyen el marco de de esta libertad protegen a las personas, no los mitos. Amalgama: Concepto reactualizado por el Irán de los mulás para identificar toda crítica al Islam con el racismo. La amalgama entre racismo y crítica a la religión es más o menos tan coherente como lo era, en la época de Franco, la amalgama entre crítica al fascismo y racismo antiibérico. Tabú: Todas las religiones del mundo tienen tabúes. Es imposible vivir respetándolos todos. Los tabúes de las religiones atañen únicamente a sus fieles. Racismo: El racismo se expresa cuando se hace recaer sobre toda una comunidad lo que se reprocha a uno de sus miembros. Cuando un caricaturista danés caricaturiza a Mahoma y en el Medio Oriente se inicia la persecución de daneses, nos encontramos frente a un fenómeno racista comparable a los pogromos y a la brutalidad ejercida contra grupos étnicos. Víctimas: Las principales víctimas del islamismo son los ciudadanos de los países musulmanes. El ejemplo de Argelia debería ayudarnos a aclararnos las ideas. Inmovilidad: Los religiosos integristas piensan que lo que es sagrado lo es para la eternidad, que Dios es eternamente inmóvil, que no conoce el cambio. Absurdo. La historia demuestra que los dogmas evolucionan y que las religiones aparecen y desaparecen. Vivimos inmersos en un perpetuo movimiento de las cosas y en eterno debate entre los que no quieren que las cosas cambien y los que aceptan el incesante devenir de la vida para organizarla mejor.

No hay comentarios: