sábado, 5 de febrero de 2011

Sobre la destrucción de los Budas en Afganistán



La destrucción de los Budas de Bamiyán por parte de los talibanes es algo más que una muestra de fanatismo iconoclasta contra monumentos considerados patrimonios de la humanidad. Estaban vinculados a un proceso de limpieza étnica y a una educación fundamentalista que además de la lapidación de adúlteros, el asesinato o flagelación de homosexuales, el cierre de las escuelas femeninas, llegaba a quemar vivas a niñas por asistir a la escuela.

¿Qué puede haber en la cabeza de quienes destruyen piedras que demostraban que el diamente aparece sólo después de que el tallador y el artista ofician? Sólo que el arte y la lectura son enemigos radicales de todo régimen despótico por su sola existencia. Un gran maestro zen aconsejaba a su discípulo: "Cuando encuentres a Buda, mátalo.

A los talibanes habría que darles entera satisfacción y obrar de tal manera de enviar a los barbudos polígamos al cielo con sus vírgenes, si es que alguna les queda.

Talibanes contra la historia


Los gigantescos budas de Bamiyán pasan al recuerdo, por causa de la irracionalidad. Como ha ocurrido millares de veces, cuando el hombre está cegado por el fanatismo, se ensaña hasta con estatuas que llevan milenios predicando la capacidad del ser humano para el arte y la espiritualidad. Los talibanes atacan ahora a las mismas piedras. El régimen talibán, acusado internacionalmente por masacrar los derechos humanos, especialmente los de las mujeres, están llevando a cabo la destrucción de la herencia cultural de Afganistán, donde pervivían las mayores estatuas de Buda del mundo, con 2.000 años de antigüedad, y ahora aún más mutiladas. El director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, dijo el pasado dia 12 en París que le habían confirmado la destrucción por los Talibán de los dos colosos de Buda esculpidos en roca en la provincia afgana de Bamiyán, y calificó el acto de crimen contra la cultura. Un dia antes, el ministro de Asuntos Exteriores del régimen islámico integrista de los Talibán, Wakil Ahmed Muttawakel, había informado al secretario general de la ONU, Kofi Annan, en la capital paquistaní, de que el derribo de las dos estatuas estaba prácticamente llevado acabo. Matsuura recalcó lo deleznable que es la destrucción, fríamente calculada, de bienes culturales que constituyen el patrimonio del pueblo afgano y de toda la humanidad. Los dos gigantescos budas de Bamiyán, esculpidos en piedra calcárea de una montaña cercana a la capital de la provincia, con una altura de 34,5 metros y de 50 metros, datan del segundo siglo después de Cristo, y se habían convertido en una nueva referencia de la irracionalidad de los talibanes, al anunciar éstos su intención de destruirlos. Este grupo extremista ha hecho planes también para demoler estatuas en Kabul, Ghazi, Jalalabad, Herat y Kandahar, símbolos de cultura preislámica La orden de destrucción la dio el líder supremo de la milicia integrista afgana talibán, el mulá Mohamed Omar, cuando un grupo de diplomáticos destacados en Islamabad viajó a Kabul para verificar las informaciones de que los talibán habían destruido estatuas del museo de la capital afgana. El lunes 26 de febrero, el jefe de la milicia integrista emitió un edicto contra las imágenes, interpretando que la preservación de las estatuas es comparable a la adoración de ídolos, lo que está prohibido por la fe musulmana. La colección del museo de Kabul es una de las más ricas de la región y abarca cinco milenios de la historia cultural afgana, la época prehistórica, la clásica, la budista-hindú y la islámica. Después de que el museo fuese bombardeado en 1993, las distintas facciones de la guerra afgana saquearon la mayor parte de la colección. Funcionarios del museo de Kabul han trabajado, apoyados por la comunidad internacional, en el inventario de las piezas que quedaron de la colección, con la esperanza de que se recuperarían algunas. El mulá Mohamed Omar, pidió a los países musulmanes que apoyen la destrucción de las estatuas del arte preislámico existentes en su territorio y aseguró que la demolición de esta herencia cultural milenaria seguirá adelante.

Mohamed Omar, en un comunicado emitido por radio, con motivo del inicio la fiesta islámica del sacrificio, desde su cuartel general en la ciudad de Kandahar, aseguró que la destrucción de las imágenes era un honor para el Islám La decisión destructora de los Talibán desató una oleada internacional de condenas. Varios países y museos expresaron su interés en adquirir las figuras para salvar el legado cultural afgano. La Organización de la Conferencia Islámica, que agrupa a más de medio centenar de países musulmanes, envió una delegación a Afganistán para tratar de persuadir a los Talibán de que no llevaran a cabo la destrucción. La respuesta primera ha sido el dinamitar durante dos días seguidos los bimilenarios colosos de Bamiyán. A pesar de que la perdida irreparable, Matsuura lanzó un llamamiento internacional para que continúe la movilización masiva, tendente a hacer todo lo posible para parar este movimiento destructor.

Mapa de Afganistán. Datos de Afganistán: País de Asia, al sur de la antigua URSS, limita con India, Pakistán e Irán. 652.225 kilómetros cuadrados de superficie y unos 17 millones de habitantes Se habla pashtu y persa y casi toda la religión es la musulmana. Es un país árido y pobre. Sus escasas ventas al exterior han sido frutos secos, alfombras, pieles y algodón. Afganistán es un punto de encuentro de civilizaciones en Asia. Fue protectorado británico hasta 1919; estuvo invadido por la Unión Soviética en los años ochenta y se ha visto afectado por continuas guerras civiles. En medio del hundimiento y el desastre, en 1994 empezaron a controlar el país los talibanes, estudiantes de teología islámica, que han implantado un gobierno despótico y de terror. El país está desangrado por los conflictos y empobrecido. Los TalibánEl grupo de los Talibán, que conquistó sin apenas resistencia la capital de Afganistán, Kabul, el 27 de septiembre de 1996, era una milicia islámica que entró en el escenario bélico de Afganistán en octubre de 1994, tras su fundación por el mulá Mohamed Omar, antiguo jefe guerrillero, tuerto, herido varias veces en la lucha contra la ocupación soviética. Son gentes reclutadas en escuelas coránicas abiertas para los huérfanos de la guerra afgana en la provincia paquistaní de Baluchistan, convertidos en una potente milicia.

La toma de la capital afgana, Kabul, coronó una serie de éxitos espectaculares que transformaron a los talibanes, -estudiantes suníes de teología islámica- en un ejército victorioso. El primer gesto de fuerza de los talibanes fue asaltar la sede de las Naciones Unidas en Kabul donde se encontraba refugiado Mohamed Najibullah, ex presidente. Lo fusilaron al lado de su hermano. Luego colgaron sus cadáveres en una plaza céntrica. Una vez en Kabul el líder de los talibanes, el mulá Mohamed Omar, nombró al nuevo gobierno. En su primer comunicado se declaraba a Afganistán como Estado islámico. Una de las primeras disposiciones fue prohibir a las mujeres trabajar fuera de casa. Se les impuso una vestimenta que cubre sus cuerpos por completo y con sólo una rejilla a la altura de los ojos, para ver. Cerraron las escuelas femeninas y dieron una norma por la que las enfermeras no pueden atender a hombres. Todas estas primeras medidas significaron el cierre de colegios (el 70 por ciento de los enseñantes eran mujeres) y hospitales. Su ley es rápida y violenta: la lapidación de los adúlteros, la amputación de manos a los ladrones, la flagelación a los homosexuales, etc.

Un decreto dictado por el gobierno islámico de los talibanes obligó a todos los funcionarios varones a dejarse crecer la barba en un tiempo máximo de mes y medio. Luego las medidas pasaron por otros ámbitos: clausuraron los cines, la televisión, prohibieron la música, el fútbol y hasta el ajedrez. Además propugnaron la destrucción de los monumentos u obras de arte que representen a seres humanos ya que el islam los prohíbe. Su celo les llevó incluso a decapitar unos caballos que decoraban una plaza de Kabul.

Las disposiciones siguieron siendo de lo más discriminatorio y lamentable: así, se dispuso que hombres y mujeres viajen por separado en los autobuses. Estos deben reservar una fila, la primera o la última, a las mujeres, separadas de los pasajeros masculinos por una cadena. Asimismo, los autobuses tienen que detenerse cinco veces al día para que los pasajeros puedan ir a rezar a las mezquitas… Ahora les ha tocado el turno a las restantes estatuas…





Niñas quemadas en Afganistán por acudir a la escuela
Un grupo de niñas afganas fueron atacadas el 12 de noviembre de 2008 por un grupo de talibanes que les lanzó ácido de batería cuando se dirigían a la escuela, provocándoles graves cicatrices, en la ciudad de Kandahar. Los ataques fueron llevados a cabo por dos motoristas, y lo hicieron supuestamente porque las niñas iban a la escuela, algo que estuvo prohibido en el país varios años durante el mandato de los talibanes
UNICEF ha condenado el aumento en el número de ataques a las escuelas y los estudiantes del Afganistán. Un reciente ataque con ácido cometido contra 15 niñas que caminaban a la escuela en la ciudad meridional de Kandahar dejó ciegas a dos de las niñas y lesionó a otras dos.
«Estamos preocupados por el aumento en el número de ataques a las escuelas, los maestros y los estudiantes. La violencia tiene que terminar», dijo la Representante de UNICEF en el Afganistán, Catherine Mbengue.
Hasta la fecha, este año se han producido 256 incidentes en escuelas, con el resultado de 58 muertos y 46 lesionados. En 2007 se produjeron incendios intencionados en un total de 236 escuelas.
Las comunidades en el Afganistán, un país sacudido por la guerra, han trabajado duramente para superar la violencia y otros obstáculos que puedan impedir a los niños, y especialmente a las niñas, acudir a la escuela.
A pesar del entorno a menudo difícil, la matriculación de estudiantes en el país ha seguido aumentando. Más de 6 millones de niños y niñas del Afganistán acuden ahora a la escuela, en comparación con 3 millones de estudiantes en 2002.
UNICEF mantiene que las escuelas deben proporcionar un espacio seguro para la infancia y que es preciso que se ponga fin a los ataques a las escuelas, los maestros y los alumnos inocentes.


©Enrique Martínez-Salanova Sánchez


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