Con el plan autos 1 a 1, el Gobierno muestra su preocupación por el mercado de cambios. Pero también refleja que no entienden los principios básicos de economía. Esperemos que no se les ocurra implementar el plan Ford Falcon para todos.
La semana pasada describí ampliamente la teoría del valor, mostrando que es subjetiva, que esa teoría del valor permite explicar la formación de los precios en el mercado que, a su vez, orienta a los empresarios dónde deben asignar los escasos recursos productivos. Es decir, de acuerdo a los valores subjetivos de los consumidores, estos optan por comprar o dejar de comprar ciertos bienes y servicios, y al comprar o dejar de comprar van determinando la estructura de precios relativos y asignando los escasos recursos productivos (capital y mano de obra).Esa nota pretendía explicar el fondo del problema y la imposibilidad de los gobiernos de definir eficientemente la asignación de recursos productivos mediante la acción burocrática ordenando qué hay que producir, cuánto hay producir, de qué calidad hay que producir, etc. La semana pasada el gobierno dio una nueva muestra de sus escasos conocimientos sobre los fundamentos de la economía, al establecer restricciones a las importaciones de automóviles y obligar a los que importan autos a exportar por el mismo monto que importan. Es decir, el gobierno ha decidido que todo importador tiene que ser, al mismo tiempo, exportador.Ya en 1776 Adam Smith publicó la Riqueza de las Naciones y explicó los beneficios de la división del trabajo, concepto que hoy nadie discute. Remando contra toda lógica económica, el gobierno pretende romper con el principio de la división del trabajo, y pretende que los importadores también sean exportadores a la fuerza, sin tener en cuenta el principio básico de la eficiencia económica. Así como hoy cada importador de autos tiene que exportar por el mismo monto, mañana al burócrata se le puede ocurrir establecer que todo panadero tiene que tener su propio molino harinero o algún disparate por el estilo. Claramente detrás de esta medida sin sentido económico hay un serio problema cambiario que el gobierno se ve venir. Por un lado el saldo de balance comercial (exportaciones menos importaciones) viene disminuyendo rápidamente y, por otro la lado, la incertidumbre electoral puede llevar a que la fuga de capitales supere el saldo de balance comercial, en cuyo caso las presiones sobre el mercado de cambios se harían sentir con intensidad. Y dado que las reservas del BCRA de U$S 52.000 millones están contablemente dibujadas, un desbalance cambiario tendría impacto sobre el nivel de actividad. El Central tendría que vender divisas para frenar la suba del dólar. Esto implicaría entregar dólares a cambio de pesos, secando la plaza y enfriando la economía. Algo que el gobierno no está dispuesto a tolerar en este año electoral dado que apuesta a que la explosión de consumo supere el malhumor por la inflación. Desde el punto de vista de la coyuntura económica esta medida nada tiene que ver con el argumento de proteger a la industria nacional, los puestos de trabajo y demás argumentos de barricada. Lo concreto es que hay un temor cambiario de aquí a las elecciones pero se disfraza la medida con el mencionado argumento proteccionista.Dicho sea de paso, la verdad es que hay dos problemas del balance comercial que ha sido el mismo gobierno el que los generó. Por un lado incentiva artificialmente el consumo para crear una falsa sensación de fiesta económica, lo cual inevitablemente conduce a aumentos de importaciones, tanto de bienes de consumo como de insumos. Por otro lado, la disparatada política energética ha llevado a que se tengan que importar cada vez más gas, fueloil, etc. en un contexto en que el precio de los combustibles aumenta. En consecuencia, las importaciones en combustibles aumentan por precio y por cantidad mientras que las exportaciones bajan cada vez más. En definitiva, en buena medida el problema del saldo comercial lo generó el mismo gobierno distorsionando la economía y ahora pretende “resolverlo” con más distorsiones e ineficiencia. Y no entro en el debate del tipo de cambio real para no transformar esta nota en un libro. Lo que digo es que hoy Argentina está tan cara en dólares y los datos oficiales tan dibujados que The Economist ya ni publica el índice Big Mac para Argentina porque sabe que está “dibujado”. Hasta en Inglaterra le tienen tomado el tiempo a Moreno.Pero volviendo a la cuestión de obligar a los importadores de autos a exportar la reflexión que quiero hacer tiene que ver con el artículo de la semana pasada más un agregado de la tecnología. El gobierno, al establecer esta absurda medida define, una vez más, dónde deben asignarse los recursos productivos. Tal vez la nota de la semana pasada explicando la teoría del valor era demasiado profunda para que un k la entendiera, así que voy a intentar con otro ejemplo algo más sencillo.Cuevana.tv es un sitio que está haciendo furor, en el cual se pueden ver películas y series online sin pagar. También vemos en los diarios que Blockbuster sale a remate porque no puede seguir compitiendo. La tecnología cambió, en este caso, la industria del entretenimiento, modificando la asignación de recursos. Ya los videoclubs, grandes o chicos, tienen menos chances de sobrevivir frente a las películas que se pueden bajar o ver directamente por internet. Lo mismo ocurre con la industria musical. Los chicos no compran CDs, bajan las canciones y las pasan a sus IPODS. Las noticias se reciben en los celulares y seguramente la industria del diario gráfico tendrá grandes cambios en un futuro no muy lejano. Para hacer pagos ya no hay que ir al banco. Se hacen los pagos por internet y para hacer un depósito no hay que hacerlo por ventanillas si no en la máquina que toma los depósitos. En otras palabras, cada vez hacen falta menos cajeros seres humanos en los bancos. Ya se dan clases por internet en aulas virtuales muy amigables que permiten hacer una universidad world wide, donde el profesor está en un país y los alumnos en varios países deferentes. Esto implica que los grandes campus universitarios físicos tal vez dejen de expandirse. No digo que vayan a desaparecer, pero seguramente las universidades tendrán que convivir con nuevas formas de enseñanza. Los libros virtuales u online tienen un costo del 10% del libro papel. Y así podemos seguir con los ejemplos hasta el infinito. Una mini computadora que se lleva en bolsillo alberga tantos libros como una biblioteca. El punto que quiero resaltar es que en el medio de una gigantesca revolución tecnológica que modificará la asignación de recursos, particularmente la mano de obra, el gobierno k pretende aplicar un modelo productivo 1950. Como si nada hubiese ocurrido con la tecnología en los últimos 60 años, y como si ese cambio tecnológico nada significara en la asignación de mano de obra. Puesto en otras palabras, en vez de asignar eficientemente la mano de obra en los sectores que demanda la gente, hoy pretenden forzar a los importadores a realizar actividades que no son competitivas y que requieren de mano de obra y capital que estarían mejor asignados en los sectores que la gente demande y de acuerdo con las nuevas tecnologías.En síntesis, el elemental análisis de la nota de la semana pasada en que expliqué la teoría del valor, como ésta influye en la formación de los precios y en la asignación de recursos productivos tal vez sea demasiado para una mente k. Pero que no vean el cambio tecnológico que les pasa todos los días por delante de la nariz y pretendan seguir con modelos productivos de la época de la caverna, ya es más preocupante. No vaya a ser cosa que se les ocurra reemplazar el plan notebooks para todos (¿en qué habrá quedado ese plan?) por el plan máquina de escribir portátil Lettera 32 o pretendan hacernos oír música en el Winco. Es más, esperemos que no se les ocurra establecer el plan Ford Falcon para todos para equilibrar el saldo de balance comercial.
Fuente: Economía para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario