Grande ciudad
Calles ciegas
atrapan
pasadizos
Calle de la Erba
Nada pensaba
en la calle de la Erba
Un farol
se agacha apenas
Aquí y allá
oscilan los ojos
El cuerpo seguía su negro destino
su rojo destino
Buena bendita agua
salpicarse en la popa
cara al sol
y a nada
De sol y negro el ghetto
-quindicimila
el museo y cinco templos-
besaba rojo
Arcos arcos después
de Campo degli Apostoli
Piedra y bancos
del frío
Oscurece vagones
de arcos
Vidrieras con turistas
a ambos lados
y barandas
Un Adán
Indeciso ... indolente
se rasca la cabeza
La mira
a la manzana a ella a la serpiente
Luego Brueghel y el calvario
En la familia
algún cuerpo de mujer desnudo
Y San José
viejo
pelado
Púlpito de mármol
con columnitas
Bajorrelieves
Capilla con mosaico
bizantino
Virgen con niño
Piso sobre el piso tumbas
Miles de ángeles sobre la cabeza
No puedo decirle
lo de las colinas el cielo el sur
ni que no he visto lo bastante el mar
Algo atrapa sus oídos
Algo lo distancia mientras se habla
Interrumpen
Luego la ley de la sangre
Silencia
El mundo se ha vuelto en contra
la muerte surte en redondo
su encía oscura
Murmuran y giran barbillas
El hombre se obsesiona en el manuscrito
Insistirá en su silencio para que el odio
marque la letra
No puedo decirle que no he visto
lo suficiente el mar
que temo el regreso
que temo otro silencio
Olivos y olivares
montes de mandarinos
antes y después del túnel
“Si se movía un pájaro
lo mataban”
Dice un hombre feo
cuenta
de los carabineros
de la construcción
en medio de la mafia
de Aspromonte
Arena negra
Arena negra
Y en Diamante
escaleras y balcones
floridos
Una vieja hace fuego
(su clima es el frío)
Toda de negro
Sobre el calorcito
de carbones y batatas
pañuelo negro
Redes
sobre la piel
de montañas rocosas
Redes en el olor del aire
de aceitunas
que caen
Senda
de Roma a Cartago
de Cartago a Roma
Porta di Messina
Piazza Aprile
Mar esmeralda
Tristeza matinal
Roma demasiado ampulosa
Roma exagerada
abierta enorme
en lo cubierto
Tristemente artística
Lluvia ligera
Paseo
Ángeles del puente
ondean mármol
Se cuela la muerte
Ruinas del Imperio
Escribo hasta la sangre
en el borde de los labios
Llora la lluvia en temporal
Hondo cala
el frío del gran tiempo
en restos aprovechables
Corre el tren
por el campo de Bologna
Sin las pequeñas parcelas
cultivadas
casi la pampa
Lago de Orenzi
Verde botella
Colores de las montañas
Rosa sobre el cielo azzurro
De Plegaria
Sobre el pasto humedecido
Perro mojado
cola baja
tras las patas
caminaba
la noche con lluvia
Cae el amanecer
Cae como un perro
Sobre las aguas chirles
donde croan las ranas
(donde San Antonio les hablaba
en vano
siempre dirían croac
croac)
O tal vez
se detuvo
en el sol rojo
redondo
casi húmedo
que ascendía
amarillo
como un santo
sobre la triste ciudad
Y tal vez
se sentó
sobre el cordón
para cerrar
tranquilo
para siempre
sus ojos redondos
húmedos
Imposible
una mejilla caliente
que roce la cara
mía
Sólo
un rostro seco
un cuerpo frío
Entré
en su piel
a los tumbos
Ahora ando
con un muerto
al hombro
Tengo miedo
Tengo miedo
Me muerdo los labios
Masco
la pena
Oscura
Como si cayera
en lo negro
adentro
ando a tabaco
y mate
Maúlla la gata
Abro la puerta
Sale
Es negra
Es vieja
Sus ojos que reían
ojos pardos
lúcidos
Me siguen los pasos
Sólo polvo
Sus huesos
entre los muertos
Pena
indisoluble
¿Débil amor?
¿Lábil pensamiento?
¿Cómo fue el golpe
en la caída?
Sólo queda este paisaje
Seco
Y no hay palabra
que calme
Liliana Guaragno publicó La mujer del sombrero rojo, Final del día y Baldío- cuentos- Itinerario de una insensata- novela- y Los Vientos amarillos, poemas.
El tiempo uno( del cuaderno de Italia)- Leviatán,2009, colección El viaje- es su último libro de poemas.
Calles ciegas
atrapan
pasadizos
Calle de la Erba
Nada pensaba
en la calle de la Erba
Un farol
se agacha apenas
Aquí y allá
oscilan los ojos
El cuerpo seguía su negro destino
su rojo destino
Buena bendita agua
salpicarse en la popa
cara al sol
y a nada
De sol y negro el ghetto
-quindicimila
el museo y cinco templos-
besaba rojo
Arcos arcos después
de Campo degli Apostoli
Piedra y bancos
del frío
Oscurece vagones
de arcos
Vidrieras con turistas
a ambos lados
y barandas
Un Adán
Indeciso ... indolente
se rasca la cabeza
La mira
a la manzana a ella a la serpiente
Luego Brueghel y el calvario
En la familia
algún cuerpo de mujer desnudo
Y San José
viejo
pelado
Púlpito de mármol
con columnitas
Bajorrelieves
Capilla con mosaico
bizantino
Virgen con niño
Piso sobre el piso tumbas
Miles de ángeles sobre la cabeza
No puedo decirle
lo de las colinas el cielo el sur
ni que no he visto lo bastante el mar
Algo atrapa sus oídos
Algo lo distancia mientras se habla
Interrumpen
Luego la ley de la sangre
Silencia
El mundo se ha vuelto en contra
la muerte surte en redondo
su encía oscura
Murmuran y giran barbillas
El hombre se obsesiona en el manuscrito
Insistirá en su silencio para que el odio
marque la letra
No puedo decirle que no he visto
lo suficiente el mar
que temo el regreso
que temo otro silencio
Olivos y olivares
montes de mandarinos
antes y después del túnel
“Si se movía un pájaro
lo mataban”
Dice un hombre feo
cuenta
de los carabineros
de la construcción
en medio de la mafia
de Aspromonte
Arena negra
Arena negra
Y en Diamante
escaleras y balcones
floridos
Una vieja hace fuego
(su clima es el frío)
Toda de negro
Sobre el calorcito
de carbones y batatas
pañuelo negro
Redes
sobre la piel
de montañas rocosas
Redes en el olor del aire
de aceitunas
que caen
Senda
de Roma a Cartago
de Cartago a Roma
Porta di Messina
Piazza Aprile
Mar esmeralda
Tristeza matinal
Roma demasiado ampulosa
Roma exagerada
abierta enorme
en lo cubierto
Tristemente artística
Lluvia ligera
Paseo
Ángeles del puente
ondean mármol
Se cuela la muerte
Ruinas del Imperio
Escribo hasta la sangre
en el borde de los labios
Llora la lluvia en temporal
Hondo cala
el frío del gran tiempo
en restos aprovechables
Corre el tren
por el campo de Bologna
Sin las pequeñas parcelas
cultivadas
casi la pampa
Lago de Orenzi
Verde botella
Colores de las montañas
Rosa sobre el cielo azzurro
De Plegaria
Sobre el pasto humedecido
Perro mojado
cola baja
tras las patas
caminaba
la noche con lluvia
Cae el amanecer
Cae como un perro
Sobre las aguas chirles
donde croan las ranas
(donde San Antonio les hablaba
en vano
siempre dirían croac
croac)
O tal vez
se detuvo
en el sol rojo
redondo
casi húmedo
que ascendía
amarillo
como un santo
sobre la triste ciudad
Y tal vez
se sentó
sobre el cordón
para cerrar
tranquilo
para siempre
sus ojos redondos
húmedos
Imposible
una mejilla caliente
que roce la cara
mía
Sólo
un rostro seco
un cuerpo frío
Entré
en su piel
a los tumbos
Ahora ando
con un muerto
al hombro
Tengo miedo
Tengo miedo
Me muerdo los labios
Masco
la pena
Oscura
Como si cayera
en lo negro
adentro
ando a tabaco
y mate
Maúlla la gata
Abro la puerta
Sale
Es negra
Es vieja
Sus ojos que reían
ojos pardos
lúcidos
Me siguen los pasos
Sólo polvo
Sus huesos
entre los muertos
Pena
indisoluble
¿Débil amor?
¿Lábil pensamiento?
¿Cómo fue el golpe
en la caída?
Sólo queda este paisaje
Seco
Y no hay palabra
que calme
Liliana Guaragno publicó La mujer del sombrero rojo, Final del día y Baldío- cuentos- Itinerario de una insensata- novela- y Los Vientos amarillos, poemas.
El tiempo uno( del cuaderno de Italia)- Leviatán,2009, colección El viaje- es su último libro de poemas.
Roberto Raschella en la introducción afirma: "Un díptico acaso no pensado desde un comienzo sino obligado por la propia vida. Un viaje, un retorno y una residencia después, una muerte y varias muertes, humanas y animales. Humanas y animales porque en el instante mismo de muerte no importa ya seguramente una palabra alguna o memoria propia de un pasado de quien muere, y solamente quienes siguen viviendo pueden decir algo o volver hacia atrás, en acto de poesía a veces, y éste es el caso".
El Tiempo uno consta de dos viajes, uno de ida a Italia y un retorno que tiene el nombre de Plegaria.
Las estaciones espaciales- Roma, Avellaneda- se encuentran en el ritmo, en el espacio temporal del sujeto, en una Italia sin italianos donde en los grandes monumentos del arte- los angeles hacen ondear al mármol- resuena la vieja ley de la sangre y en una Avellaneda- el arte no abunda, pero el "rojo" juega- habitada de presencias animales donde la muerte y el miedo rozan la cara, la plegaria recuerda el "insultar es alabar" del místico y la ciudad se va volviendo más lejana que Roma.
Con un toque de Niestzche: "Ser joven tardíamente mantiene joven mucho tiempo. No hay que buscar la juventud en los jóvenes". Y otro de Mozart: "La muerte es la mejor amiga del hombre".
Dos toques de sabiduría que todo viajero debe llevar en su valija para evitar antidepresivos y saber que todo retorno es un desplazamiento de los orígenes, de lo sagrado y lo fusional, algo que el star system cultiva de manera maniática como si fuera soja.
Plegaria: Kafka veía en ella la forma primaria de la literatura. La plegaria y el salmo contra el sermón y el poema filosofico que en deplorable abundancia apunta a matar de aburrimiento al otro: "Escribo hasta la sangre/en el borde de los labios"
En ese borde, Guaragno sabe que a los cultores del arte ni siquiera miran las grandes obras. Miran y pasan. Hay italianos que tienen más de diecinueve ediciones de Il promessi Sposi a la que califican de la mayor obra de todos los tiempos. No leyeron página alguna. Los argentinos no están mejor: desconocen el a b c de la constitución y se quejan de que impere la ley de la jungla alentada por la Mafia.
De los burgueses cultos a los sociómanos: una misma tapia en la lectura.
¿Acaso Pasolini existió para ser injuriado por Vattimo o Agamben, abanderados del zombi a escala planetaria?
Esta filosofía miserable- que considera a las sociedades democráticas como totalitarias por sus imperfecciones pero no dice palabra sobre los estados criminales- está en la base de los actuales sermones. ¿El objetivo? Que los sujetos ya no puedan escucharse y se vuelvan aptos para cualquier manipulación, por ejemplo, que puedan obrar como fascistas creyéndose "algo más" que modestos progres.
Acerca del arte: "un amateur que siente se engaña menos que diez filósofos"( Phillipe Sollers).
Un amante, tanto en el arte como el amor. No es tan fácil. Cada vez hay menos huellas de Casanova sobre la tierra. Muchas mujeres se aburren con sus maridos y a falta de sensualidad, dicen, los amantes no pasan de sementales, son todavía peores. Esta es sin duda la única esperanza para que sobreviva el catolicismo. Hay que enterarlo al Papa.
La Virgen, que aparece y desaparece en el libro, está más de moda que nunca: invita a que la mujer renuncie a ser Ella al fin. Lo femenino no tiene inscripción, luego puede ser reinventado más allá del feminismo dogmático: la mujer, ordena, debe despojarse de todos sus atributos femeninos, el hombre de buena voluntad debe trabajar en su desaparición.
Ni una luna ni las ánimas se atreven a asomar en este cementario pacificado para muertos vivientes que niega la guerra de los sexos, y que la poesía- decía Maldestam- es la misma guerra.
Todos lo citan pero nadie dice de qué guerra se trata. Nada menos que la del lenguaje contra la lengua- un código tan cerrado que no existe, Stalin y otros intentaron realizarlo. Maldestam fue enviado al campo por sacudir el lenguaje en su heterogeneidad: el Poder Uno no soporta al tiempo uno.
La mujer de Maldestam fue a pedirle ayuda a Romain Rolland cuando fue de visita a la Unión Soviética. El buen humanista no le creyó.
Creía en la lengua, no en quien le estaba hablando con desesperación de un caso específico.
Los Rolland harán legión, aumentado su apuesta canalla.
Guaragno no ignora que Dios habla en todas las lenguas. Chapeau.
Es católica, insensata, pero no se protege en la Iglesia.
Se sitúa en posición de expósita.
Se expone a su transferencia personal- no hay otra- con las obras.
El viaje es un adiós a las mediaciones, al poema filosófico o a la poetización de lo sagrado, que son mediáticos a priori.
El Tiempo uno nos dice que todos los tiempos vienen a conjugarse en aquello que los despliega. que hace que los vivos y los muertos dialogen, que ni el incendio pueda apagar un recuerdo falso, que San Lucas dibuje a una virgen con bambino y otra vez se quieran recorrer las calles rotas de Avellaneda ante una luz tristona que no quiere apagarse.
El Tiempo uno en su misma diversidad confluye hacia la página en blanco, la real realitas adonde vienen a encallar todos los viajes. Luis Thonis.
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